(El Hombre de Gorra Negra)

Ese hombre de la gorra negra
que divide el tiempo
simulando al semáforo,
estacado, imperceptible.
es el secreto estadístico.
Supresor de discordancias,
monta un jamelgo dorado
y borra ochavas con el dedo. Su amante suburbana, infiel por cierto,
le bordó una escarapela
justo en la mitad del entrecejo
y hoy es cíclope argentino.
En el agua empetrolada
bautizó descansos
para ser alfil caído
de un ajedrez de ricos.
El hombre flaco de la gorra negra
succiona del sueño el apetito
y acelera su quietud
para que el tiempo no llore.
Luces rojas, verdes, amarillas
que inflan las glándulas del puerto.
El semáforo dejó de parpadear
porque está muerto.
El hombre blanco de la gorra negra
difuma su silueta
en una calle sin final.
Nadie lo nota
porque la calle es invisible.
Son sólo sensaciones.