DUERMEVELAS INVERNALES
Nuestro detective, el mismo que investigó el tráfico de drogas, los desarmaderos clandestinos, o
no tanto, y los efectos de los agroquímicos, y llegó a la conclusión que los daños más graves y perdurables en el tiempo, los provocaba el paquete de venenos de Monsanto, aunque los que promocionan ese negocio sean gente respetada y gocen del poder propio de los multimillonarios; en definitiva no conseguía dormir tranquilo. Tal vez contribuía el que su familia aprovechara las vacaciones de invierno para recorrer las Sierras Pampeanas, cada vez que estiraba el brazo extrañaba el apreciado cuerpo de su mujer, y cuando se levantaba no gozaba con la visión de sus hijos descansando.
Tenía poco trabajo, sólo controlar a algún personal de seguridad en empresas. El frío atentaba contra la realización de festivales. Parte de los vigiladores suspendidos, en receso futbolístico desde el término del campeonato, y los deportistas "amateurs" abocados a los juegos olímpicos, Se había acostado temprano, pero lo desveló la imagen de un disfrazado de Batman que atentaba contra los espectadores de ese "business" cinematográfico.
Sueños amargos que se encadenan caprichosamente, el alejamiento de Riquelme del fútbol, vinculado a los viajes a Italia ¿seguirían actuando los ex miembros de la propaganda due?. Vendían a los mejores futbolistas y el presidente del club más popular de la Argentina, rostro falluto de la la duermevela, viajaba continuamente a Italia, también lo hacía el Jefe de gobierno de la ciudad, hijo de un gran empresario y gran empresario en receso él mismo, mandamás del presidente del club. El recuerdo de matufias lo atosigaban ¿estarían organizando algún salvataje bancario, o una maniobra elusiva de formidables derechos de importación y exportación?
Y vuelta con Riquelme, el detective tenía el fúbol incorporado como casi todos los pibes, fué su juego de todos los días, la pesadilla se suavizó tras el recuerdo de "Pelota de trapo". Finalmente a él que carajo tenía que importarle de Riquelme, apilaba jugadores, como apilaba millones de dólares, ni hablar del entrenador Frankestein. Pronto aparecerían nuevos cracks, para suplir a los que emigraban, preparados desde los once años, como caballos de carrera, o toros de raza, para un único fin.
Riquelme a Boca le costaba cien mil dólares por mes, y tenía arreglado su ingreso a un club de
Brasil donde se haría de seis millones en dos años. Los números le bailaban en la cabeza, ¡Danza alegre! lástima que se entreveró, el presidente del rostro falluto, acólito del Jefe de gobierno, debío metier baza para mearle el asado, y el pobre Riquelme se quedó sólo con la veintena de millones de dólares ganados con el sudor de su frente y de sus patas. Terrible conclusión que se entreveró con las dificultades que tenía él para cubrir el presupuesto de su empresita y parar el puchero. ¡Má que puchero! El precio del garage, las escuelas de los chicos, la recorrida de vacaciones que lo alejaban de él cuando más los necesitaba,...
Las otras empresas de seguridad cada vez cobraban menos, le quitaban los trabajos, debían eludir el pago de las cargas sociales. ¡Maldita competencia! Toda la vida obligado a luchar , la tecnología en vez de aliviar a la gente, se transformaba en una carga, obligados a ganar más para pagarla, usando cualquier arma, armas que asustaban, como las que usó el disfrazado de Batman. Por un instante la pantalla se oscureció, no supo cuanto tiempo durmió ¿segundos? ¿media hora?
Volvió de la duermevela soñando una existencia menos competitiva, con una humanidad que disponía libremente de los conocimientos, como la natural existencia de los indígenas de la Polinesia antes de ser colonizados, o la de los Incas. El descuartizamiento de Tupac Amarú lo sufrió en carne propia, y tuvo que levantarse para secar el sudor que lo empapaba pese al frío invernal.
Ediciones Agua Clara –
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