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Escrito por Leon Guinsburg
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Lunes, 20 de Agosto de 2012 00:00 |
Otra belleza poética...
LA ÓPERA (CUENTO VERSEADO EN DOS ACTOS)
Fugaz leñador de ilógica sombra
que hachó los pies del árbol sin olvido
en el salar del aria que la nombra
en barítono tono que al oído
le hace claudicar, pero no asombra.
Polícromo vestuario acerca el coro
y color el reóstato rezuma.
Hay contienda entre el amor y el oro.
El leit motiv es suave como espuma
constando que la obra es un tesoro.
La gola del tenor, pasado en peso,
eriza la quietud de la butaca
cerrándose la escena con un beso.
El bajo, de figura alta y flaca
Figura de villano cruel y obseso.
Cataratas de llanto, la soprano,
e intriga sin medida la contralto,
tras la mezzo, gorjeando frente al piano.
Aturden los timbales, suenan alto,
y el oboe da su nota en lo lejano.
Es bella la soprano. Su hermosura
difiere de la mezzo, desgarbada,
y de la otra, ancha y muy madura.
Mas la voces, que lucen afiatadas,
en cantatrices es lo que perdura.
El intermezzo vino con murmullo
y nervioso, leí presto el programa.
Haciendo caso omiso del barullo
me concentré en el final del drama,
bella obra, más bella que capullo.
El acto, de romántico en su inicio
trascendiendo a engorrosas situaciones.
Surgieron dos acróbatas de oficio,
atuendo de bufón y narigones,
luciéndose en magnifico ejercicio,
remedando el encuentro inevitable
del gordito tenor y el flaco bajo
en diálogo cantado, nada amable.
El tenor, ofuscado, tiró un tajo,
y en lucha cuerpo a cuerpo perdió el sable.
Como un rayo, el espadín del celo
al amante tenor quita la vida.
Canta el coro en amargo desconsuelo
en tanto la soprano se suicida.
La muerte surge. Lleva hoz y vela.
Cae el telón y aplausos aprobando
el fórum pueblan. Vuelven los artistas
e inclinan sus cabezas, saludando.
Cunden las cámaras, y periodistas.
El éxito es rotundo. Transpirando,
con un boquet de orquídeas en la mano
dichoso me deslizo a camarines
atropellando, yendo en contramano,
pues quedan del teatro, en los confines.
Yo quiero conquistar a la soprano…
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