Generando cambio

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Escrito por Ediciones AguaClara   
Lunes, 08 de Octubre de 2012 00:00
DILEMAS DE UN  MATEMÁTICO
(Las notas en letra pequeña son de lectura opcional)
Un destacado matemático argentino nació y se crió en el porteño barrio de Barracas, cuando la zona era un intermedio entre Barracas al Sur (Avellaneda) y el resto de la ciudad.
Lindante con la Boca, poblado por Italianos provenientes de ambos extremos de la península (genoveses y napolitanos), Barracas era más cosmopolita,  la habitaban inmigrantes de diversos orígenes, italianos, españoles, árabes, judíos, ucranianos, polacos, paraguayos y gente del interior. Que vivían, si a eso se le podía llamar vivir, en conventillos, entre ellos ”El de las 14 Provincias” en Ituzaingó casi  Av. Montes de Oca, con más de 120 habitaciones y once retretes para casi mil habitantes.
También persistían antiguas residencias venidas a menos junto a viviendas humildes, corralones para los percherones  de las chatas cargueras que trabajaban con el Riachuelo portuario, y  persistían barracas, las que aún no se habían  desplazado hacia Avellaneda o Valentín Alsina, o manufacturas sobrevivientes hasta el cachetazo final en la época de Menem.
Su padre había llegado desde Foggia, en la parte superior del taco de la bota itálica, en 1924, época de convulsiones fascistas en la tierra natal. Semi campesino habituado a la sequedad de su hermoso “paesse” se sorprendió por la abundante lluvia, bendición de los cultivos, pese a lo cual no rumbeó para el campo
El hombre que sabía herrar, manejar la fragua y algunos rudimentos metalúrgicos, tenía  otras miras. De entrada se vio obligado a deslomarse, si no en el puerto, en alguna herrería de caballos, hasta ahorrar lo necesario para alquilar un “píccolo “corralón con vivienda en la calle Alvarado. Entonces creyó que había llegado la hora de casarse  con una hija de italianos criada al estilo de “La Mamma” de Mario Puzio.
Además de hábil este inmigrante era avispado y decidió adicionar a la herrería un depósito de metales que remanufacturaba según las necesidades de los talleres metalúrgicos (tornería, fresado, etc.) y la creciente industria. Se seguían usando vigas de hierro, y las de hormigón  requerían varillas metálicas, fue haciéndose del pequeño capital destinado a comprar metales  usados, y con la ganancia dedicarse también a los nuevos. Dentro de la administración férrea y la relativa estrechez el subalquiler de las piecitas del entrepiso-corralón le ayudaban a sufragar los gastos. Ellos vivían con independencia de los inquilinos en las de abajo.
Allí nació en Diciembre de 1929 su primogénito, nuestro benemérito científico; cuando comenzó a ir a la escuela sólo tenía un hermanito menor, el padre se medía con la bebida y no era cuestión de tener un hijo por año, para someterlos a privaciones.  La vivienda-negocio ya se había trasladado unas cuadras hasta la calle Lamadrid; por entonces no existía ley de alquileres que los amparase y los inquilinos se veían obligados a mudarse continuamente.
El padre soñaba con que prosiguieran sus estudios, con un hijo “dottore” (médico) la personalidad más apreciada en la tierra natal, o al menos “engegnere” de los que adquirían en la herrería materiales para sus obras.
La contradicción entre los sacrificios que él realizaba y el rosado porvenir que proyectaba para ellos, se manifestaba en cierta reconvención, más exterior que entrañable, cuando se manifestaba la relativa incapacidad, o inmadurez de los niños, en relación a su eficiencia para afrontar la actividad diaria.  Reaccionaba como el  boyero que picanea los bueyes para corregir el rumbo.
Además la advertida mala visión del hijo mayor, en la escuela primaria lo llamaban chicato, que sentía como un impedimento, lo desencantaba, sin ocultarlo en el trato diario con la criatura.
Si afectivamente esa actitud resultaba descorazonadora para el chico, fortalecía entre idas y vueltas,  la voluntad necesaria para superar ese y otros obstáculos con los que indefectiblemente lo enfrentaría la vida.
Practicaba los deportes comunes a los pibes humildes, jugaba a la pelota, donde no se destacaba especialmente, ni le interesaba, aunque ponía voluntad en la defensa de su bando.
No esgrimía cortaplumas, nunca había tenido en la mano un arma de fuego, pero reservaba su buen directo de derecha para los que se burlaban cuando fruncía los párpados.
Acudió al salón de los deportes para aprender la técnica del boxeo, pero allí no recibían a quienes tuviesen algún impedimento, y los lentes lo eran...
Le hubiera gustado subirse a un percherón, los caballos de trote no estaban al alcance del pobrerío, pero tampoco podía, corría riesgo de un desprendimiento de retina, o vaya a saber de que.
Renunciamiento tras renunciamiento, los pizarrones fueron sus enemigos, debió esforzarse para superar inconvenientes, aprendió a estudiar en soledad directamente de los libros.
Tenía entre ceja y ceja adquirir pericia en alguna tecnología (¿qué es la tecnología sino una prolongación de la ciencia?) para superar la pericia manual de su padre,  y soñaba con ser aviador.
A la par de resolver con facilidad los problemas de regla de tres compuesta y las operaciones con fracciones del programa escolar, su desarrollo físico  le permitía ayudar en los quehaceres del corralón.
Al viejo lo esperanzaba su capacidad para el estudio, no quería limitar a sus hijos a un destino corralonero, aunque las alternativas que se presentasen fuesen pocas.
Inscripto en la Escuela Industrial, quedaba a ocho o nueve cuadras de su casa, sin gastos de viaje. Cursaría cuatro años comunes y dos de especialización, tal vez los interrumpiera luego del tercer año, para presentarse al examen de ingreso en la Escuela de Aviación militar de Córdoba, la única de un país donde aún no existían escuelas públicas de aviación civil.
Por ese tiempo leyó el “Manifiesto comunista” y encontró cierta correspondencia con los sentimientos que le inspiraba su entorno, aunque prefirió seguir considerando el tema sin participar.
Al muchacho más fortacho y guapo del barrio lo habían mandado a Cosquín porque a falta del suficiente alimento para ese corpachón, se lo comía la tisis.
Uno de los “turcos”, trabajador del puerto, que alquilaban el entrepiso y  fumaban del “narguile”, se fue en  vómitos de sangre por la tuberculosis.
Al tanito de la esquina que peleaba con su padre porque este se violaba a su hermana, lo metieron en el reformatorio.
La gorda mamá de Luís, su amigo del alma, que vivía en un conventillo a veinte metros de su casa, murió en el Argerich cuando la operaban de  una hernia de ombligo.
En el corralón de enfrente se tiraba, abierta de piernas, una puta que lo único que ansiaba era ganar algún dinero para que su hija no siguiera su camino.  
Y  hasta una vecina gitana que se prostituía ocasionalmente tuvo la mala suerte de contagiarse la sífilis.
La aviación se le presentaba como una alternativa para alejarse y no ser arrastrado por la miseria. Se inscribió en el segundo turno sin decir nada en su casa. Si ingresaba le iba a pedir la inevitable autorización al padre, recientemente endulzado por haber inscripto a su hijo menor en la escuela comercial Joaquín V.González, un hermoso edificio a tres cuadros de su casa, lo veía convertido en gerente de una gran empresa metalúrgicas, a las que sentía como propias  porque se dignaban a atender sus pedidos y le habían otorgad un pequeño crédito.
De la división en el Industrial dos compañeros se inscribieron en el primer turno, uno Ahumada, naturalmente simpático, especializado en joda y  diversión, las materias cursadas las aprobaba de taquito, vivía en un lindo chalet municipal por Parque Chacabuco, de los asignados a funcionarios ejecutivos y a familiares de jefes militares; el otro Nowisky, suplía su elementalidad de razonamiento con una gran aplicación, se eximía de casi todas, el padre, inmigrante polaco, tenía un almacencito por Valentín Alsina. Los dos dieron el examen bien, pero Ahumada pasó la prueba psicofísica y la psicosocial, en cambio Nowisky también aprobó la psicofísica pero volvió a Buenos Aires desanimado, después del segundo turno tal vez lo convocaran.
Nuestro futuro científico lo pensó dos veces, no estaba dispuesto a dejarse humillar más por militares selectivos que preferían a los de su clase, además en la prueba psicofísica seguro que lo bocharían, allá ellos; postergó la discusión con el padre un año más, hasta terminar cuarto y elegir especialidad. Cuando se decidió por electrotecnia, se vislumbraba la televisión y parecía una carrera con futuro, el padre creyó verlo encaminado, no sería Ingeniero Civil, pero la originalidad de la ingeniería en comunicaciones, le evitaría afrontar una competencia para la que no lo consideraba suficientemente fogueado.
El bolonqui se armó cuando después de unos meses él advirtió que esa no era su vocación y quiso abandonar para dedicarse a las matemáticas. Al padre casi le da un patatús, tanto sacrificio para ver convertido a su hijo mayor en un roñoso profesor, dependiendo de un sueldito del Estado; hasta el hermanito se animó a expresar en voz alta su apoyo al hermano, a riesgo de ligar un moquete, a los trece años lo querían,  pero de ahí a considerar sus opiniones…
La disidencia entró en receso, pese a la firmeza del futuro científico para defender su vocación, que aunque tratara de contemporizar, sostenía lo que razonaba en soledad con apasionamiento.
Tal vez también por eso nunca participó en las actividades político-sociales, en teoría le parecían bien, pero vislumbraba que en la práctica servían al encumbramiento de dirigentes, con los que no se podía discutir.
Lo que no lo destruía, lo fortalecía, aceptó un armisticio, terminaría Electrotecnia en el industrial y luego en la facultad ya se vería.
ELOGIO DEL INMIGRANTE.
Don Félix Antonio.
Nació en el año uno y llegó a la Argentina a los veintitrés años. Su oficio de herrero era muy apreciado en su pueblo situado sobre los Apeninos a medio camino entre Benevento y Foggia, en la Campania, en la región llamada Irpinia. Pueblo que se enorgullecía porque allí no habían entrado los sarracenos.
Esta región fue la que ocuparon los hirpinos descendientes de los samnitas que se desgajaron de la gran tribu samnita en una ofrenda de primavera: un grupo de jóvenes que debía alejarse, porque había superpoblación o como obligación por alguna guerra perdida. Con su líder siguieron a un lobo que descansó en las tierras que ellos ocuparon. La idea era  seguir a un animal y donde se detuviera a descansar, instalarse. Hirpus en samnita significa lobo.
Los herreros eran los artesanos de los cuales dependían mucho los habitantes de los alrededores para todo lo que requiriera el uso de metales. Como se ocupaban también de los caballos, oficiaban muchas veces de veterinarios,  principalmente en la cura de vasos enfermos donde no se podía aplicar una herradura.
Por su oficio estuvo en las grandes maniobras militares en los Alpes donde con su capote crujiente por el hielo, veía caer las mulas cargadas, que aún con herraduras resbalan en las cuestas.
Era más bien bajo pero de cutis blanco, pelo castaño con tintes rojizos y ojos grises, quizá con rasgos familiares a su padre, Juan Bautista, y difiriendo de la madre, Rafaela, que era pequeña y morena, de ojos negros típicos de los habitantes del lugar.
La explicación genética podría inferirse de las dos torretas normandas que todavía hoy se ven en el pueblo o bien de las tribus germánicas, los longobardos, que desde Benevento dominaron la región.
Llegó a la Argentina, con la intención de pasar a Estados Unidos donde tenía un hermano y tres hermanas, a las que adoraba, y decía que había emigrado por diferencias con su padre aunque la explicación de su emigración debía seguramente complementarse con su simpatía por el rey que el Duce desplazaba con insistencia. Sus hijos suponían que en su tierra fue socialista, aunque cuando añoraba su tierra elogiaba a Benito Mussolini.
Su padre y él sufrieron el fallecimiento prematuro de su madre Rafaela, cuando recién cumplía ocho años, no lo pudo superar nunca. Murió llamándola.
Cuando llegó a Buenos Aires vivió en Palermo porque trabajaba en el Hipódromo poniéndole zapatos a los burros que empobrecían a los de la popular. Luego pasó a Barracas, tuvo su herrería y se casó en Abril de 1928 con María Luisa, hija argentina de un lombardo, Santiago, y de una genovesa, María. Con María Luisa tuvo dos hijos, Rafael y luego Clemente pero anotó en la libreta de casamiento como propio un hijo de su mujer, Luís Joaquín, que cuando nació su primer vástago cumplía ocho años. Es decir que tuvo dos primogénitos, con el correr del tiempo no quedó claro si se querían o  aborrecían.
Sus hijos legítimos heredaron los problemas visuales y la hipertensión de la madre, aunque presentaron las dolencias atenuadas.
Ella, además del oculista, no conoció otro médico y hasta sus últimos días lució la cabellera negra.
El falleció de insuficiencia cardiaca después de tantísimos años de lucha contra esa dolencia.
Tuvo dos hijos doctores pero ninguno médico como quería. Era un soñador poco realista y  esta no fue la única decepción de su vida. La América le había dado diez nietos cuatro de ellos bolivianos. Al principio Luís inscripto como hijo, para facilitar la convivencia del nuevo matrimonio y por razones económicas y otras, no participó del hogar de su madre, quedó con la abuela.
Pasado un período la costumbre se había instalado, aunque siempre María Luisa se las arregló para enviar ayuda a la nonna.
Los parientes maternos le consiguieron a Luís un trabajo en una empresa norteamericana, pero durante una huelga que lo tuvo como uno de los organizadores. Perdió su empleo y debido a su filiación política tuvo alarmada a la familia. En la casa de la abuela se quemaron libros que consideraron comprometedores. Finalmente se fue a Bolivia, en la Paz se casó con una boliviana que gozaba de cierto bienestar y tuvo cuatro hijas. Falleció hace pocos años.
Los pareja de FA y ML en momentos difíciles y recurrieron al fiado. Don José, un verdulero que recorría el barrio con su carrito callejero, los atendía. Un día doña María Luisa le dijo:”Don José no venga más porque no podemos pagar”.
El tano José sabía de estrecheces y no arrugó: “Voy a seguir viniendo. ¿Cómo le puede faltar la fruta a los chicos? Cuando pueda pagar me paga y si no…”. Don Félix pagó.  
Una característica de don Félix era su necesidad de independencia y libertad. Los lugares donde vivió con su familia eran humildes pero en general no eran compartidos ¡ni hablar de conventillos! Prefería los corralones pues allí tenía espacio para los fierros, la balanza, la fragua, la familia y el canario, con independencia de vecinos.
Era imaginativo, viendo hacer aprendía, lo llamaba “robar el oficio”. Sobrevivió a la incorporación de los vehículos motorizados y el reemplazo de la tracción a sangre adaptando su trabajo con metales a ese cambio, aprendió a cortar con soplete y a tratar con nuevos clientes. Incluso realizó importaciones de calibre menor.
Pero no pudo con la inflación, a esta no la entendió y ella lo fundió. Era un hombre de palabra y no sabía reclamar sus deudas a los que le debían, condiciones que colaboraron con la inflación.
Finalmente llegó a jubilarse con unos pocos pesos, que comenzó a cobrar tardíamente, de los que reservaba tres meses en la caja de Ahorros.
Por ese tiempo sus hijos ya poseían un departamentito en la Av. Montes de Oca, donde el matrimonio vivió los últimos días.
Nunca se nacionalizó, aunque estaba muy orgulloso del diploma que en reconocimiento por su aporte al país como inmigrante, le otorgaron en Buenos Aires.
Terminado el tercer año de Ingeniería en Ciencia Exactas y Naturales (Universidad de Buenos       Aires), decidió pasarse a la Licenciatura de Fisicomatemática.
Leyendo al andaluz Rey Pastor reforzó su vocación matemática, la excelsitud con que había     llegado a esa decisión inhibieron al padre de quebrar su voluntad.
Tampoco lo arredró, se comió la bronca, el cumplimiento frío del reglamento, lo retrotrajo a segundo año. Tuvo que cursar nuevamente Análisis 2, estudiando por su cuenta completó el programa íntegro, que nunca se alcanzaba a dictar. Al terminar el año debió rendir  el examen final  ante un Jurado, lo presidía Vignaux, excelente profesor pero temido por su impredecible humor bilioso, le pidió el teorema de existencia y unicidad de ecuaciones diferenciales ordinarias que estaba en la última bolilla, como de costumbre no alcanzada. Sin vacilar lo transcribió al pizarrón. Vignaux pareció asombrarse, pero generosidad muy rara en él, le puso diez.
Su profesora, la Dra. Yanny Frenkel, quedó muy conforme. Poco después le ofreció una beca para estudiar en el DIC, en Mendoza, donde encontraría a gente joven y capaz. Allí estaba su esposo, el gran Mischa Cotlar, Rodolfo Ricabarra, Eduardo Zarantonello, Orlando Villamayor, Gregorio Klimovsky, Jorge Bosch, el inimitable Enzo Gentile, Carlos Domingo, Leticia Bruschi, D. Volker, R. Panzone, C. Loiseaux, entre otros. Visitaban el lugar docentes muy dotados, tales como Oscar Varsavsky. El área Matemática se había creado ese mismo año  por recomendación del Dr. Antonio Monteiro.
En verdad el grupo matemático del DIC era de lo mejor del país en ese momento.
El ciclo lectivo que allí cursó en 1956, cambió su vida, aunque por entonces no lo supiera.
Si le hubieran otorgado el pase de carrera al tercer año, como hubiera correspondido, no hubiera conocido a Yanny, desde ese momento su madrina científica, a quien también atribuye haber allanado las dificultades cotidianas de su marido el gran  Mischa Cotlar, poco propenso a solventarlas.
Allí logró preparar, orientado por el "vasco” Rodolfo Ricabarra los dos seminarios, que requería la Licenciatura, sobre un problema planteado por el ruso Souslín., y cuando Gregorio Klimovsky paso a la UBA pudo presentarlos y recibir su título como egresado en Buenos Aires.
Luego fue ayudante de Gregorio, un tipo rapidísimo de pensamiento y muy amable, en su curso de Lógica. También fue ayudante de Rolando García, quien le hizo ese favor y nunca se lo acreditó, en el curso de Lógica de ingreso a la facultad de Arquitectura.
Pero a “sotto voce” se decía que los matemáticos en Cuyo eran todos “zurdos”, reiterando el hábito de descalificar sin argumentos, o con fraseología presuntamente ideológica, realizaciones meritorias.
Al término del 56 se disolvió el DIC y con él la perspectiva de un inédito desarrollo matemático. A los hombres que en ese corto período influyeron decisivamente en su carrera, los siguió admirando durante toda la vida.
Tal el gran Mischa Cotlar, quien sostenía: “…la calidad humana está antes que el científico”
“Sobrestimar lujos y placeres oculta un sentimiento íntimo de vacío” “Los conflictos no se resolverán mediante la violencia o el ejercicio de poder, sino con las facultades superiores latentes en todos los seres humanos”
Los alumnos de Mischa prosiguieron las investigaciones en las que él  los iniciara, recordaron sus principios en lo íntimo de la conciencia, pero no les resultaba fácil aplicarlos al ejercicio profesional y a la vida diaria.
Tras el cierre del DIC acompañando a Rodolfo Ricabarra, cuyo criterio sobre el quehacer matemático hizo propio, se dirigió a  La Plata. Donde precisó su vocación, prefería dedicarse al Análisis matemático que a la Teoría de los conjuntos.
En esa búsqueda le pidió que lo orientase a Mischa Cotlar, quien había vuelto de USA y obtenido un Phd en la Universidad de Chicago con Anthony Zygmund, por lo que nuestro investigador resultaría nieto científico de Zygmund, creador de la gran escuela de Análisis de Fourier en Chicago.
Además fue ayudante de Oscar Varsavsky en un curso de Espacios Vectoriales Topológicos, Pese a calumnias sobre el carácter de Varsavsky, motivadas en su franqueza, tuvo la fortuna de trabajar al lado de un hombre noble y superinteligente.
Incluyendo a González Domínguez y Santaló Sors, matemáticos a quienes trató, en el 58 ya estaba relacionado con más de la mitad de los investigadores significativos en su disciplina.
Ese mismo 1958 Houssay funda el CONICET, y el regreso a Buenos Aires le permite vincularse al nuevo organismo, donde al cabo de los años terminó jubilándose.
En 1960 se casa con una compañera también matemática, con la que desde entonces comparte, además de la misma profesión, el amor, la vida, cuatro hijos, doce nietos, una bisnieta y lo que vendrá.
Permanece largos años fuera del país, becado por el Conicet trabaja en la Universidad de Chicago, bajo la supervisión de Alberto Calderón. Orientado por Joseph Dobb, de la Universidad de Illinois, encara la Teoría de las Probabilidades. Luego es becado por  la Fundación Guggeinheim y se desempeña como Profesor Visitante en las Universidades  de Campinhas, Erlangen, Nüremberg, Brown, Autónoma  de Madrid, Zaragoza y el Massachussets Institute of Technology.
Regresa al país en 1966, después que la noche de los bastones largos se abatiera sobre la UBA,
donde lo esperaba un puesto de Profesor Adjunto.
Con su colega y amigo Antonio Diego (Padre de la víctima de la represión, estudiante de Astronomía Ana Diego (Un asteroide lleva su nombre), concuerdan en que eran simples  trabajadores de la matemática, no resultaba despreciable poner un ladrillito en el edificio y ponerlo bien, aún careciendo de la inspiración o el genio de un Mischa Cotlar, o un Alberto Calderón, por lo que deciden abstenerse de adoptar actitudes irritativas hacia los que podían marginarlos de sus tareas.
Los ahorros provenientes del trabajo en el exterior los invirtió en un departamento en construcción por el barrio de Belgrano, y sufrió un despojo.  La Empresa Edificadora,  vendió el mismo departamento varias veces. Les inició juicio con el patrocinio de un abogado, resultó inviable ante la quiebra de la Empresa, con el tiempo se enteró que su abogado estaba vinculado a la representante de la Edificadora.
Lo requieren de la Universidad Nacional del Sur, la propuesta cae como anillo al dedo, una cátedra de Profesor Titular y otra a su esposa, además le pagan los gastos de traslado de los pocos muebles que les quedaban.
Al poco tiempo lo nombran Director del Instituto y Departamento de Matemáticas, así troca una estafa  que lo sume en la incertidumbre, por una larga y paciente labor investigativa-educacional,  cumpliendo la tácita obligación de transmitir sus conocimientos a los más jóvenes.
Sin desdeñar otras experiencias, el quehacer investigativo y la enseñanza, lo inspira:   
“Siendo la Matemática una “creación” inconclusa no es posible definirla, ni a ella ni a ninguna de           sus partes. Contentémonos con alguna descripción”
“La Matemática, es un lenguaje y los matemáticos puros, no los aplicados, son los gramáticos, los trabajadores de la edificación gramatical, cristalina, imperecedera e irreal. Lo que no significa que actúen como curadores de museo: La matemática vive.”
“El Análisis Matemático tiene sus orígenes en Newton, Leibnitz y Arquímedes.
“Otra descripción considera al Análisis como una conjunción del Álgebra con la Topología, ya que en el Álgebra el concepto de límite no existe”
“Es misterioso el por qué la Matemática se ajusta tan bien a la descripción de los fenómenos naturales”
Varias veces circunstancias fortuitas se interpusieron sin torcer su camino.  En los años de plomo llegaron a su casa de Bahía Blanca, una partida de hombres, con ropa de fajina y armas largas, saltaron la cerca perimetral y enfrentaron la puerta parapetados, como si los fueran a recibir a los tiros. Sólo encontraron a la hija mayor y a la señora que prestaba ayuda doméstica por horas, los otros niños estaban en la escuela y su esposa dando clase en la Universidad. El científico había viajado a requerimiento del Conicet. Revisaron habitación por habitación, preguntaron por él e hicieron comentarios irónicos cuando confundieron un póster del matemático alemán D. Hilbert con Lenin.
Aunque ni el científico ni su esposa realizaban actividades políticas y sociales que excedieran a los organismos científicos y la currícula universitaria, es impensable lo que pudo haber ocurrido si por casualidad no hubiese estado ausente .En la vecindad se rumoreaba que estaban tras una cárcel del pueblo.
Las circunstancias…, la concatenación de casualidades que le permitieron relacionarse con Yanny Frenkel, al retrotraerlo a segundo año, o la disolución del DIC  y su consiguiente traslado a Buenos Aires, donde gracias al Conicet recibió una beca que le permitió ampliar  conocimientos fuera del país; también contribuyeron a proteger su vida.
No fue la única vez que zafó.
Remus Tetus, quien ejerció su infame labor como Rector de la Universidad Nacional del Comahue, a la par del rectorado en la UNS (Bahía Blanca), pretendía ser un entendido en Geografía Económica. Invitado a un congreso sobre el tema en Buenos Aires encontró a un pariente cercano del científico, por lo cual trataba  con mucha amabilidad al Director del Departamento de Matemática.
La tarea universitaria del área se realizaba sin mayores sobresaltos, alguna vez aparecían periódicos del ERP sobre la mesita del hall cercano a su oficina, él nunca se peocupó por su contenido, ni por saber quien los había puesto.
La mañana del 3 de Abril de 1975 a poco de subir la escalinata sobre la Avenida Alem tuvo que esquivar un gran charco de sangre. Allí había caído el alumno “Watu” Cilleruelo, estudiante de ingeniería civil, Presidente de la Federación Universitaria del Sur y militante de izquierda, mientras estaban realizando una volanteada en la Universidad
Un tal Argibay, ex delincuente, jefe de los matones facilitados a  Remus Tetu por el burócrata sindical Rodolfo Ponce (integrante de la triple A) le había pegado un tiro en la cabeza.
Lo sucedido a uno de sus alumnos no le permitía seguir siendo el Director del Instituto. Pidió una audiencia al rector, concedida para los días siguientes.
Remus Tetu tenía un arma de fuego en el cajón del  escritorio, y las entrevistas escabrosas las presenciaba su “secretaria”
El Director del Departamento de matemática le anunció que ante el asesinato a sangre fría de un alumno por un hombre de la custodia del rector presentaría la renuncia.  Remus Tetu negó estar implicado, la tozudez del científico cambió el carácter la entrevista, y llegó el tuteo: “Mirá vos decís que fue Argibay, y yo digo que no, tengo cuarenta testigos para desmentirte, no te olvides que soy abogado”  Él científico mantuvo su actitud y Remus Tetu apretó el torniquete: “... yo tengo muchas maneras de hacerte quedar”
Él sería ingenuo, pero no mascaba vidrio, por lo que se vio obligado a postergar la renuncia y luego fundarla en su deseo de dedicar más tiempo a la docencia e investigación
El hecho dramático se cerró con un final irónico.
Muchos años después decidieron hacerle  Juicio Académico a Remus Tetu (que antes de su vuelta a Rumania residía en San Martín de los Andes.)
La Universidad había incluido al matemático entre los seleccionados para integrar tribunales académicos, obligación inherente al cargo salvo fundamentación de incompatibilidad con hechos fehacientes.
Resultó elegido en el sorteo junto a otros dos colegas.
Remus Tetu, que seguía teniendo soplones en la Universidad, los amenazó con iniciar acciones legales, sin indicar contra que o quienes.
Después de analizar la posible acusación, decidieron en consultar a un abogado para encuadrarla legalmente. La Universidad designó a su asesor legal. Conclusión de la farsa: La causa estaba prescripta y Remus Tetu se salió con la suya, sin mácula alguna, pobre angelito.
Historia negra de REMUS TETU. Para actualizar la comprensión del medio y los peligros que afrontaban los investigadores.
En 1952, año de arribo al país de Remus, se creó el Instituto Tecnológico del Sur, del que fue nombrado profesor.
En 1956 al negarse la Universidad Nacional de La Plata a seguir tutelando al Instituto, se transformó en Universidad Nacional del Sur. Tetus fue dejado cesante por carecer de título habilitante y debió dedicarse a la enseñanza particular.
En su Rumania natal  había sido miembro del gobierno colaboracionista con los nazis y de los grupos ustachis rumanos, prolongación de los Ustashá croatas, considerados en relación a la población de Croacia los mayores genocidas europeos de cristianos ortodoxos, judíos, gitanos y resistentes a la ocupación, aún por encima de los nazis alemanes. El propio Heinrich Himmler elevó un informe horrorizándose por la cantidad de matanzas innecesarias que practicaban.
Mientras la inmigración de judíos que huían para no ser atrapados en  los campos de la muerte fue prohibida en 1938, los nazis se exiliaron en la Argentina con pasaportes falsos  por un acuerdo del gobierno nacional con el Vaticano de Pío XII en el que intervino Mons. Caggiano.
Se radicarían preferentemente en las colonias alemanas para pasar desapercibidos, Ushuaia, Neuquén, zonas cordilleranas, las Sierras de Córdoba, Misiones, etc., o conseguirían emplearse en las empresas alemanas existentes en otras regiones del país.
En 1975 fue nombrado a la vez Rector Interventor de las Universidades del Sur y del Comahue (durante la llamada Misión Ivnisevich) propuesto por la Marina de Guerra, quien controlaba el Ministerio de Educación, a través de Fratini, Subsecretario de Universidades.
Con la colaboración del juez Madueño, luego nombrado por Menem juez federal, destituyó y/o mandó a la muerte a centenares de Docentes, personal no docente y alumnos, con la consiguiente sectarización y caída de calidad de la enseñanza impartida en las carreras de humanidades.
La carrera Universitaria de nuestro investigador, eludidos los peligros mortales, termina con un sainete, o entremés como llamaban los españoles a ese género. Al no contestar en tiempo y forma una comunicación y ajustándose al reglamento, es dejado cesante, por el Rector y el Vicerrector, de quien fuera padrino de tesis.
Resultado: Después de veintitantos años de labor en  la UNS, se jubiló gracias a sus investigaciones para el CONICET.
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