Generando cambio

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Agronegocios en Argentina... PDF Imprimir Correo
Escrito por Agencia Paco Urondo, Especial para Nuevo Paìs   
Sábado, 30 de Noviembre de 2013 10:31

Distintas notas y entrevistas, producidas por Agencia Paco Urondo para Nuevo Paìs

Un campo lleno de conflictos

La reciente publicación del libro "El agro como negocio. Producción, sociedad y territorios en la globalización" (Editorial Biblos) propone una oportunidad para reflexionar sobre el actual sistema de producción agropecuario. La discusión sobre la incidencia de la multinacional Monsanto. Opinan dos investigadoras que trabajaron en el libro: Carla Gras y Delia Ramírez, y Enrique Martínez (expresidente del INTI).

Carla Gras: “El agronegocio es una lógica, un modelo de producción”

Delia Ramírez: “Una alternativa desde la política debe ser pensada con los actores en territorio”

Enrique Martínez: "La hipótesis del Gobierno es que Monsanto asegura la mayor producción"

Carla PothCon la nueva Ley de semillas los productores van a tener que comprarlas siembra a siembra"

Córdoba: acampe contra Monsanto y represión


El actual sistema de producción agropecuario le permite al país millonarios ingresos de dólares. Una parte de la robustez del Estado actual (con sus políticas sociales de inclusión) se explica a partir de esos recursos.

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Ese modelo de ¿desarrollo? incluye múltiples conflictos sociales y ambientales. Por lo general, esos conflictos se hacen visibles a partir de las protestas contra la utilización de agrotóxicos. La multinacional Monsanto se ha convertido en una de las empresas más conocidas en nuestro país, justamente por sus productos tóxicos y por su avasallante presencia en el campo argentino. Roundup es su marca insignia en el país, y puede verse en las propagandas de varios canales y radios; donde se cuidan de pronunciar la palabra "glifosato", sin avergonzarse.

La reciente publicación del libro "El agro como negocio. Producción, sociedad y territorios en la globalización" permite complejizar el debate sobre el modelo agropecuario. Como sostiene Delia Ramírez al explicar el objetivo del libro: “La potencialidad de la investigación y del libro en particular es que no se reproducen unilateralmente ni discursos empresarios ni discursos vinculados al gobierno o al Estado, ni discursos militantes o del sentido común. Esas narrativas y esas miradas se tienen en cuenta pero lo que se trata es de reconstituir el proceso desde una narrativa científica”.

Esa potencia permite entender las relaciones que establece este modelo de producción con la tierra, el trabajo, el sistema financiero, la producción, el marco social. Comprender cómo se van modificando cada uno de esos elementos, a la vez que se hacen visibles en el territorio nuevos actores sociales, mientras otros sufren el exilio o la extinción. El libro es producto del Programa de Estudios Rurales y Globalización de la Universidad de San Martín. Y puede entenderse como un complemento del que editaron anteriormente: "La Argentina rural: de la agricultura familiar a los agronegocios".

En este dossier se entrevista a Carla Gras (coordinadora del programa junto con Valeria Hernández), quien explica qué son los agronegocios y qué alternativas se pueden construir. Delia Ramírez describe el accionar del Estado en las economías regionales, tomando el caso de la yerba mate en Misiones.

Además, opina el expresidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, Enrique Martínez, sobre las complejas relaciones que Argentina lleva adelante con Monsanto. ¿Es un vínculo imprescindible? Por último, una crónica sobre el acampe que organizaciones ambientalistas llevan adelante contra una planta de la empresa en Malvinas Argentinas, Córdoba, que terminó con represión.

Entrevista con la investigadora Delia Ramírez, quien analiza el accionar del Estado en las economías regionales, tomando el caso de la yerba mate en la provincia de Misiones. "En general no hay nadie que tenga esperanzas a que la yerba vuelva a valer lo que en algún momento les permitió ascender económicamente".

Por Juan Ciucci

APU: En principio una pequeña introducción a su trabajo La acción del Estado en una economía regional desplazada. Acerca de procesos y conflictos en el complejo de la yerba mate.

Delia Ramírez: Para el libro El agro como negocio, donde aparece el artículo, específicamente me interesé en el funcionamiento del Instituto Nacional de la Yerba Mate. Que surge a partir del año 2002 a raíz de grandes presiones de tractorazos por parte de los productores yerbateros, conocidos en la zona como colonos. Eso generó el surgimiento de esta institución que al principio parecía aliviar la situación de crisis extrema que se estaba viviendo con los bajos precios de la materia prima, que se manifestaron durante la época menemista. Esta institución surge un poco como aliciente, pero lo que vemos exteriormente es que los problemas continúan respecto a los bajos precios y que el sector que había motorizado la gestación de este instituto comienza a ser marginado dentro de la mesa de las decisiones. Y que otros sectores -que al principio se habían opuesto a la creación del Instituto- comienzan a adoptar discursos afines, elogiando la institucionalidad y el buen funcionamiento.

Entonces comienza a presentarse la pregunta de qué función cumple esta institución que supuestamente es reguladora del mercado de la yerba mate. Y quéla diferencia con la antigua institución que cumplía este mismo papel: la Comisión Reguladora de la Yerba Mate que funcionó prácticamente durante todo el siglo XX y que fue disuelta por el decreto de desregulación. El artículo, de alguna manera, pretende reconstruir esa discusión a partir también de las opiniones de los diferentes actores involucrados en el conflicto, que están o no sentados en la mesa de ese directorio. Quiénes están presentes, como por ejemplo el mismo presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate, a quien entrevisté; pero también representantes de los obreros rurales que no están incluidos en la mesa. Me refiero a gremios que no están sentados en esa mesa, sí hay un representante de la UATRE.

APU: Lo que sí marca en el texto es una participación muy importante del Estado en distintos momentos de la producción...

DR: Sí, en la investigación tenemos bastante trabajado esta cuestión de la caracterización de la lógica del agronegocio, de los diferentes territorios y los actores que participan en esta cuestión y estamos muy interesados también por saber cuál es el papel que cumple el Estado. A mí en particular es una pregunta que me inquieta, por un lado, el Estado como promotor de políticas públicas. Y el Estado también como una mesa, como escenario donde se disputan decisiones importantes que tienen también sus consecuencias: las lógicas económicas, políticas y culturales.

APU: Quizás nos pueda explicar un poco el conflicto entre la concentración y expansión de los agronegocios y la agricultura familiar.

DR: Cuando empecé a investigar este tema hace muchos años, es como que no veía las relaciones, estaba mucho más preocupada por la caracterización de los conflictos y procesos yerbateros en el marco de ése mercado y de la concentración en la actividad yerbatera. Luego de muchos años de investigación -gracias a las orientaciones de Carla Gras que es mi directora y de todo el equipo que entró a discutir toda esta cuestión- comencé a ver que una cosa estaba sumamente relacionada con la otra. La concentración dentro de la actividad yerbatera o dentro del mercado está estrechamente relacionada con el desplazamiento de una economía regional, en este caso, la yerbatera por el avance de los agronegocios, que en la provincia de Misiones tienen la forma de monocultivo forestal.

Lo cual también nos interesa rescatar en el libro porque muchas veces los agronegocios se relacionan en el sentido común con soja y no es sólo soja. Creo que la potencialidad y la investigación del libro -en particular- es que no se reproducen unilateralmente ni discursos empresarios ni discursos vinculados al gobierno o al Estado, ni discursos militantes o del sentido común. Esas narrativas y esas miradas se tienen en cuenta, pero lo que se trata es de reconstituir el proceso desde una narrativa científica.

APU: En ese marco se ve que la agricultura familiar es la más perjudicada.

DR: Misiones es una de las provincias más importantes en relación con el peso que tiene la agricultura familiar. Durante los ´90 aparecieron un montón de prácticas de subsistencias y de actividades vinculadas a las ferias francas y pequeñas organizaciones cooperativas que cumplen un lugar muy importante en determinados sectores de la agricultura en Misiones. Pero también hay un sector que ve comprometida sus posibilidades de reproducción y de existencia, que tienen que ver con esas capas medias de la agricultura que sería lo que nosotros llamamos la agricultura familiar capitalizada, un actor que se capitalizó con estos cultivos agroindustriales, tradicionales como la yerba mate y el té durante el siglo XX. Esa capitalización está estrechamente relacionada con las políticas públicas que había tomado en ese momento el Estado Nacional y el Estado Provincial. La yerba mate fue uno de los pilares para la colonización del territorio. Vemos también cómo eso está relacionado con las propuestas estratégicas que en este momento se realizan desde una agenda estatal.

APU: En ese caso, antes mencionaba a los colonos y la posibilidad de que desaparezcan ¿Cuál es su situación?

DR: En general no hay nadie que tenga esperanzas a que la yerba vuelva a valer lo que en algún momento les permitió ascender económicamente, tener su casa, comprar una explotación para cultivarla. Los sectores que están mejor posicionados dentro de esa franja apuestan a otras alternativas, como por ejemplo, construir en la ciudad para alquilar, es una alternativa para los sectores que puedan llegar a tomar esa decisión. Y después hay un sector que simplemente se destina a la desaparición, cuando pregunté qué van a hacer, me dijeron “no sabemos qué vamos a hacer”. Eso es lo que yo te puedo contar a vos también, o sea, el que tiene la posibilidad de reconvertirse, así sea a otra actividad no vinculada al agro, lo va a hacer y el que no, tenderá a su desaparición.

APU: ¿En ese marco se le ocurre que hay una solución? ¿Cómo enmarcaría la posibilidad de que eso pase?

DR: No puedo pensar una alternativa, una salida a ese problema sin que desde la política pública se integre una acción con los mismos actores, que sea viable en esos términos. Es decir, debe ser pensada con los actores en territorio. Muchas veces las alternativas desde el Estado Provincial o desde el Estado Nacional han venido como recetas impuestas. Por ejemplo: "en este momento lo que te va a salvar es la frutilla" o "en este momento el plan ganadero es la solución", "lo que tenés que hacer es esto o  aquello”. En general todas las personas que he entrevistado me han comentado que ya en el pasado han tomado alternativas productivas desde el Estado que han fracasado. Hay también una historia de castigo hacia determinados sectores que en este momento levantan mucho escepticismo respecto a alternativas de reconversión fomentadas por el Estado.

Un discurso muy fuerte en estos sectores es “nosotros estamos preparados para ser productores de alimentos y queremos ser pensados e incluidos dentro del modelo de desarrollo de esta provincia”. Pienso que por ahí podría ir una alternativa.

Delia Ramírez: Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM); Magíster en Ciencias Sociales del Instituto de Desarrollo Económico y Social y la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Es estudiante del Doctorado en Antropología Social del Programa de Posgrado en Antropología Social (PPAS) de la UNaM, becada por el CONICET. Sus estudios están destinados a la comprensión de las dinámicas socioproductivas, culturales y políticas de la provincia de Misiones en vinculación con el complejo yerbatero y forestal.

Entrevista con Carla Gras, quien junto con Valeria Hernández es la coordinadora del Programa de Estudios Rurales y Globalización (UNSAM), que han editado El agro como negocio. Producción, sociedad y territorios en la globalización (Editorial Biblos).

Por Juan Ciucci

APU: En principio una definición general de cómo pensar los agronegocios.

Carla Gras: Nosotros al agronegocio lo pensamos como una lógica de producción o como un modelo productivo que, como desarrollamos en el libro, tiene una serie de pilares, elementos sobre los que se apoya. Uno son las biotecnologías. El otro elemento es la importancia que cobra el capital financiero en la producción agropecuaria, que obviamente no es nuevo. La cuestión del uso de insumos industriales tampoco es nuevo en el agro, pero se potencian y se articulan de una manera particular en el agronegocio. Nuevas modalidades de organización de la producción que son extremadamente flexibles, la asociación de este modelo productivo a gran escala y la centralidad que tienen en esa lógica productiva un número reducido de cultivos. Que son aquellos en que las empresas transnacionales desarrollaron las biotecnologías y que algunos autores llaman cultivos flexibles. En el sentido que pueden satisfacer una serie de demandas de distintos actores: crisis alimentaria (aunque el hambre sigue creciendo en el mundo por más que haya enormes producciones), crisis energética (a partir de muchos de ellos se desarrollan los biocombustibles, los agrocombustibles), crisis financiera (porque se convierten en una opción de inversión para un montón de actores que no tienen nada que ver con la producción agropecuaria).

Nosotros definimos al agronegocio como una lógica y no como un actor, hay veces que la gente habla del agronegocio y está pensando en un actor. Nosotros lo pensamos como una lógica para poder entender cómo distintos actores se apropiaron de ésa lógica y qué dinámicas resultaron de ésa apropiación. Por otra parte, implica la incorporación de tierras anteriormente no cultivables, expansión de fronteras agropecuarias. Es eso, sintetizarlo como una lógica, como un modelo de producción.

APU: En ese marco marca una diferencia con la agroindustria.

CG: No con la agroindustria, porque obviamente la producción agropecuaria está integrada a procesos posteriores, hacia atrás y hacia adelante. Hacia atrás con todo lo que son los procesos de insumo y hacia adelante con todo lo que son los procesamientos posteriores, por ejemplo, en el caso de la producción de aceite. Nosotros lo diferenciamos de un momento previo históricamente, que muchos actores hablan de la expansión agroindustrial en décadas anteriores a la del ´80. Que comparte muchas características con esa etapa previa de expansión agroindustrial y también ciertas diferencias que nos interesaron marcar para entender por qué hay un quiebre y por qué hablamos del agronegocio como un modelo de producción.

Entre las diferencias más significativas me parece importante subrayar que durante la etapa de la expansión agroindustrial no sólo crecían actividades vinculadas a la exportación, sino también actividades vinculadas al mercado interno, lo que llamamos las economías regionales. El té, la yerba mate, el algodón, los cítricos, producciones que siguen estando obviamente presentes. Pero en todas esas actividades lo que veíamos era una forma de inclusión de otros actores y no sólo los sectores empresariales y los productores de mayor escala. Por supuesto que participaban también en forma subordinada y eso formaba parte de los debates de la época, pero participaba la agricultura familiar en sus distintas escalas.

Productores de tipo campesinos, productores familiares capitalizados, había una cierta coexistencia de la gran explotación con la pequeña y mediana explotación. Por supuesto que en un proceso que tenía tensiones, porque la cuestión de la liquidación de unidades productivas es secular en el agro argentino, uno lo puede seguir mirando los censos de principio del siglo pasado. Y políticas públicas que enmarcaban y brindaban cierta posibilidad a esos actores de capas medias de insertarse y obviamente la expansión agroindustrial producía alimentos. Mucha de esa producción de alimentos implicaba también la influencia de las empresas, sobre todo en aquellas agroindustrias donde hay una fuerte presencia de capitales transnacionales, una intervención en patrones de consumo. No es un alimento, pero en el caso del tabaco eso se puede ver perfectamente. Durante la expansión agroindustrial, el sector agropecuario tenía mayores grados de articulación social que el agronegocio, hay ciertas continuidades pero también hay diferencias importantes que son interesantes marcar.

APU: ¿Cuál es el papel de la innovación tecnológica en lo que tiene que ver con los agronegocios?

CG: Es central. Nosotros lo pensamos como un pilar a la biotecnología. No sólo tecnologías de insumo o de ciertos tipos de maquinarias, sino ciertas tecnologías de gestión. Por eso la idea de “paquete”: porque tenés que adoptar todo en conjunto, es la capacidad que tienen esos productos de orientar y de determinar funciones de producción y orientar estrategias de acumulación. Porque ese paquete es más eficiente a medida que se va asociando con otros elementos. Si ves los suplementos de los diarios, ahora se publicita lo que se llama “agricultura por ambiente”, eso implica un determinado perfil de formación de los trabajadores o de los que tienen a cargo la gestión de la producción. Tiene un impacto que se extiende mucho más allá de un mero uso y por otra parte son tecnologías que demandan niveles de capital cada vez más altos para persistir en la producción. Eso configura pisos que ponen barreras de entrada cada vez más altas.

APU: En ese marco ¿cuál es la relación con el capital financiero?

CG: El agronegocio se apoya en ciertos cultivos que tienen la capacidad de responder a distintas necesidades del sistema, entre esas, la crisis financiera. Por un lado, es histórica la relación entre el sector agroexportador y el sistema financiero: bancos, cooperativas que daban créditos, el productor siempre necesitó financiarse. Pero lo que ves como la figura paradigmática de eso es cómo con los precios internacionales -por las nuevas modalidades de la producción que trae el agronegocio- entran a participar un montón de capitales que no tienen ninguna relación con la producción, sino que simplemente buscan una inversión más rentable que otra.

Hay distintos capitales que entran en un “pool de siembra” que pueden ser de distintos tamaños, más o menos formales. Ahora están en retroceso, pero en su auge, los que tenían unos ahorros ponían plata con otra gente, obviamente hay un ingeniero agrónomo que funciona como gerenciador de ese proyecto y hay una rentabilidad esperada. Muchos de esos capitales se invirtieron por una campaña nada más, entran y salen, eso le va generando una dinámica financiera a la producción, porque tenés que producir resultados que puedan responder a ese capital que recibiste. Los “mercados de futuros” también tienen que ver con los cambios de la dinámica del mercado internacional. El mercado de futuros de Chicago no es nuevo, pero hay una serie de cambios en la década de los ´90 que flexibiliza la posibilidad de que entraran inversores no institucionales y baja las posiciones que uno podía acaparar en el mercado.

Eso lo que hace es que un mercado a los que recurrían los productores normalmente para cubrirse de riesgos, para tener una determinada proporción de tu producción garantizando, un precio para cubrirte de posibles bajas para cuando fueras vendiendo tu producción; se convirtió no sólo en mercados privados, sino que iban capitales de cualquier otro tipo. Entonces, cuando tenés precios en alza y empezás a comprar posiciones o “posicionarse en soja”, comprás contratos y los vendés sin necesidad de entregar el producto; así no necesitás ni producir soja ni comprar ni vender maíz, sino que sólo es el título. Eso fue llevando en distintos momentos a que los precios de los commodities, incluyendo también los del tipo del petróleo, crecieran más allá de la demanda real que había.

Eso por un lado hace que mucha gente quiera meterse a producir eso o invertir en eso porque aparecen ganancias muy interesantes y eso le va imprimiendo un dinámica diferente que, no sólo los resultados que se van a buscar para los productores son resultados productivos, sino también resultados financieros. Estos mecanismos hacen que el sector agropecuario se convierta en espacio de disputa de distintos tipos de capitales y no sólo entre el sector agropecuario y los actores vinculados a la producción. Sino que se convierte en un espacio de formación y de disputa de rentas para capitales de diferentes tipos.

TIERRA / TRABAJO

APU: ¿Cómo impacta el agronegocio en el tema de la tierra?

CG: Por un lado hay que decir que uno puede brindar ahí datos parciales por problemas con los datos del censo del 2008. Que no llegó o que se hizo en distintos momentos y no son comparables de una región a otra; y no cubrió toda la superficie agropecuaria. Datos buenos, confiables, tenemos al 2002. Pero si uno mira el estudio que hicimos de grandes empresas, lo que se ve es que efectivamente se constituyeron en los últimos 20 años empresas de un tamaño inimaginable, por lo menos desde principios del siglo pasado. Aunque no necesariamente la concentración en el uso de la tierra fue acompañada de la concentración de la propiedad de la tierra.

Sobre eso hay menos estudios, hay algunos datos que muestran que sí hubo muchas transacciones de tierras en los últimos años pero todavía el modelo argentino, el agronegocio hecho en Argentina, se apoya en el tema de la arrienda de la tierra. Esto no quiere decir que el agronegocio funcione así, porque de hecho en Brasil, por ejemplo, el agronegocio funciona con empresas mucho más integradas, con un grado de centralización del capital mucho más grande que acá. En Argentina tenés, por ejemplo, en la región pampeana propietario de la tierra que da en arriendo, el contratista de maquinarias… Aparecen como varios actores articulados donde el núcleo de esa articulación obviamente es la gran empresa.

Si una mira toda la disposición que hay respecto a lo alto que está el precio de la tierra, ciertos actores importantes como El Tejar, hay zonas donde se fueron, en San Cayetano (provincia de Buenos Aires) tenían una presencia importante como tomadores de tierras y dejaron. La empresa, además, tuvo que rever esta lógica de crecimiento basada en el arriendo y en pagar arriendos altos, justamente para garantizarse las tierras. Y el punto fundamental es sumar su posibilidad de ganancia por el peso de la renta de la tierra. Esto es interesante para ver cómo cambia el enlace con la tierra por parte de los actores más dinámicos locales del agronegocio.

Por otra parte, también registramos compra de tierra por parte de grandes empresas, posibilitada por las conexiones de esas empresas con capitales financieros, muchos de ellos fondos de inversión europeos, inversores institucionales. Hay dos o tres empresas grandes que parte de su paquete accionario es comprado por algunos de estos grupos inversores y eso ha permitido que se capitalicen en tierras. Muchas veces esa capitalización en tierras no se dio tanto en Argentina como en los otros países, en Bolivia, Paraguay, Brasil y en Uruguay.

Hasta ahora el acaparamiento de tierras no es por la propiedad, sino vía control de ese recurso bajo otras formas. Lo que permitió que muchos voceros del agronegocio planteen que este es un modelo que permite la participación de muchos, el pequeño rentista recibía un ingreso nada despreciable por poner ese capital a que lo gestione otro de un modo más eficiente. A medida que la competencia y las disputas por los excedentes sea mayor, habría que ir viendo qué forma toma ese acaparamiento de tierra.

APU: En relación con el trabajo, marcan que el agronegocio potencia por un lado la tercerización y por otro la especialización.

CG: Sí, la tercerización no es nueva pero en los últimos años aparecen un montón de servicios que no sólo están asociados al proceso productivo, como puede ser la fumigación, la siembra, la cosecha, sino muchos servicios que tienen que ver con la gestión. Los servicios de software que te arman programas para poder trabajar esto de la “agricultura por ambiente”, viendo qué productividad tiene la tierra, cómo recibe, cuánto fósforo necesita. Por ese espacio la máquina tiene que poner tanto insumo, en cambio por el lote de al lado menos. Eso fue generando un compromiso cada vez menor en la agricultura familiar, en la región pampeana eso se veía, en el caso de la familia con el trabajo, eso se ha profundizado y se ha extendido hacia otras etapas de la producción y se ha incorporado a nuevos servicios financieros.

Eso fundamentalmente modifica la organización de las empresas e introduce también cambios en el tipo de trabajo del empresario, compartiendo muchas veces niveles de decisión con contratistas, en cuanto a lo productivo. Porque a veces el contratista necesariamente interviene en la toma de decisiones.

APU: ¿Cómo pensar lógicas posibles para salir de este modelo o la posibilidad de pensar en otro modo de producción?

CG: Lo primero que hay que decir es que la consolidación del modelo implicó y se apoyó también en un aparato ideológico muy potente. Que incluye desde medios de comunicación hasta la pregnancia a que este modo de pensar la producción agropecuaria que adquieren en su formación los ingenieros agrónomos. Uno puede mirar en la FAUBA (Facultad de Agronomía, UBA) los programas de agronegocios, y un montón de postgrados de agronegocios.

Sin embargo es cierto que la salida de la crisis del 2001 aparece asociada al aporte del sector agroexportador y más comúnmente al sojero, porque a diferencia de los ´90, la restauración de las retenciones permitió al Estado participar de esas ganancias.

Por otro lado, ¿quién renunciaría al oro verde y a favor de qué? Con esto lo que quiero marcar es que incluso hasta desde lo productivo muchas veces (por eso insistía con lo de la formación de los ingenieros agrónomos que no es menor), la hegemonía del modelo tiene que ver justamente con la debilidad de otros espacios para pensar modelos alternativos. En ese sentido, un elemento a tener en cuenta es que tampoco la política pública está pensándolo, lo cual no es un dato menor frente a ciertas posiciones discursivas.

Hay un sujeto que fue importante en algunos otros momentos históricos, que dinamizó o que participó del crecimiento agropecuario y que hoy está como más arrinconado: esa agricultura familiar capitalizada. Ese sector medio que vive en los pueblos, que ha tenido capacidad de innovación tecnológica, que ha podido producir para el mercado interno o externo, que trabaja con la mano de obra familiar pero que no es un sector de subsistencia. Difícilmente uno pueda pensar que sectores de subsistencia puedan integrarse a un proceso de desarrollo en un modelo que tenga la agricultura más empresarial y ese sector de subsistencia en el otro lado, porque ese sector va a seguir siendo de subsistencia.

No veo que desde la política pública o desde otros ámbitos esa figura de la agricultura familiar capitalizada sea tenida en cuenta, porque muchas veces también adopta posiciones antipáticas y en los últimos años no ha concitado apoyo popular. Creo que ahí hay un actor sin el cual es difícil pensar alternativas.

Carla Gras: Licenciada en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Doctora por la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Filosofía y Letras). Investigadora Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con sede en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Gral. San Martín. Sus temas actuales de investigación se centran en la expansión del agronegocio, las transformaciones en la agricultura familiar, la concentración empresarial, las identidades sociales y políticas del empresariado agrario, y los procesos de acaparamiento de tierras. Actualmente es docente en la Universidad Nacional de Gral. San Martín.

Entrevista con el expresidente del INTI, Enrique Martínez. "Monsanto es el arquetipo de una organización que convierte una necesidad popular como el alimento en una mercancía", aseguró.

Por Enrique de la Calle

AGENCIA PACO URONDO: Uno de los temas que está pendiente en el Congreso Nacional tiene que ver con la ley de patentamiento de semillas. Frente al Congreso hay un acampe de distintas organizaciones que la rechazan ¿De qué se trata y cuáles son las discusiones en torno a ella?

Enrique Martínez: Hay una iniciativa de las empresas que trabajan con semillas genéticamente modificadas, es un pequeño grupo de empresas que lidera por lejos Monsanto que tienen el objetivo de cambiar el status de propiedad de las semillas. Las semillas se han seleccionado históricamente de muchísimas maneras, hay campos experimentales desde hace más de 100 años y Monsanto pretende que además del campo experimental se trabaje en el laboratorio incorporando genes a sumar a una semilla, eso tiene la posibilidad de ser patentado, tiene que tener propiedad intelectual y en función de eso pagarse regalías por su uso. Lo cual lleva a tal límite que el chacarero que siembra soja debería pagar por usar la propia semilla año tras año si es que guarda parte de la producción para sembrarla como semilla.

Eso ya ha tenido doloroso éxito en otros países, el país bandera para una ley de este tipo es Colombia. Se tomó totalmente de sorpresa a los agricultores aprobando la ley de un día para el otro, sin ningún tipo de debate previo y desde entonces están en un escándalo que realmente no tiene solución y que ha llevado a parar buena parte de la producción agropecuaria colombiana. En Argentina por suerte ha intervenido mucha gente informada y dentro del oficialismo hay muchísima gente que no está de acuerdo en aprobar esa ley, que aparentemente tiene pocas probabilidades de ser aprobada.

APU: ¿Los efectos serían para los pequeños y medianos productores principalmente?

EM: El efecto sería para cualquier agricultor que sembrara semillas que se conocen como autógamas, es decir que se puede utilizar parte del grano como semilla en el próximo ciclo. Vale decir que sirve para la soja o para el trigo y no para el maíz, ya que es una producción híbrida, mezcla de dos viñas, nadie guarda semillas para sembrar la etapa siguiente.

APU: Argentina había tenido algunos litigios internacionales en ese sentido, en relación a las semillas que usa ¿Es verdad?

EM: Monsanto viene tratando, además del precio que cobra por la semilla (es el productor de la semilla y cobra un precio altísimo que aumenta año a año, más que la paridad del dólar y más que la inflación), de cobrar regalías por el grano que se vende y ha intentado hacer embargos en Europa y acuerdos de todo tipo con países que reciben el grano argentino para cobrarles regalías a los productores y los grandes productores, dolorosamente están de acuerdo con eso. Están de acuerdo porque consideran que el vínculo con una gran corporación siempre puede ser trasladado al Estado. Eso es cultural, desde hace muchísimos años. A los grandes productores que el exportador se quede con un pedazo de la torta inadecuada o que ahora Monsanto se quede con un pedazo de la torta inadecuada le preocupa muchísimo menos a que el Estado le cobre un impuesto. En realidad, pretenden trasladar el efecto de un monopolio a una reducción impositiva.

APU: Ya nombramos varias veces a Monsanto en la charla. ¿Qué nos puede contar sobre esa multinacional tan cuestionada, por lo pronto, por muchas organizaciones populares?

EM: Monsanto es el arquetipo de una organización que convierte una necesidad popular como el alimento en una mercancía. En el capitalismo eso no es una novedad pero Monsanto lo ha llevado al límite absoluto: que el lucro puede más que cualquier otra alternativa. Es más, Monsanto tiene desarrollada una semilla que se conoce como muerte súbita, que para evitar este tipo de situaciones que hemos discutido en estos minutos, esa semilla sería estéril, o sea, no se podría volver a sembrar.

Tanta fue la protesta a nivel científico, político y de todo tipo en el conjunto del mundo que se desactivó la línea pero hay quienes dicen que hizo mal porque hubiera ganado mucho dinero con eso. El negocio por encima de todo lleva a este tipo de situaciones absurdas y Monsanto es la bandera. Monsanto empezó siendo el exponente máximo del salvajismo produciendo napalm utilizado en la guerra de Vietnam. Se introduce en la asociación con laboratorios en el desarrollo de semillas genéticamente modificadas y en una metodología que utiliza un paquete combinado de herbicida total con esta semilla para ganar una cantidad de dinero que no tiene antecedentes en la historia de la agricultura moderna.

APU: ¿Cuál es el vínculo que los Estados, por lo menos los sudamericanos, han establecido con la empresa? ¿Cómo es la relación hoy de Argentina con Monsanto?

EM: Es fuerte. En ese contexto, donde el negocio es lo fundamental, el ganador -en este caso Monsanto- tiene normalmente la puerta más abierta para negociar con cualquier Estado, el argentino, el colombiano o el que fuera. La hipótesis, aún de un gobierno con sensibilidad popular como el nuestro, es que el esquema de negocio que Monsanto ha determinado asegura la mayor producción y la mayor colocación de mercadería al exterior, centrado en la lógica del mercader y esa lógica es dura de resolver de otro modo. Si no se tiene alternativas muy a la mano, es inexorable negociar con Monsanto, con Barrick o con Chevron.

APU: Esa es la posición de Argentina ¿Usted cree que es necesario sí o sí negociar con la globalización?

EM: Creo que si consideramos que el único plan posible para el desarrollo es negociar con los ganadores de la globalización, es evidente que hay que hacer eso pero no es el único plan posible. En cada caso que se negocia con grandes líderes, sobre todo en este tipo de industria, lo que se hace es desalentar la investigación nacional y la posibilidad de contar con tecnología propia. Argentina se incorpora a la biotecnología casi 15 años después que Monsanto había instalado su modelo, Argentina no tiene desarrollo propio de minería a escala pequeña y mediana. Argentina tiene dificultades para tecnología petrolera y ahora YPF está haciendo un enorme esfuerzo para tener tecnología propia, pero en realidad antes de la toma del paquete accionario de YPF se había abandonado por completo la investigación petrolera. Así realmente pasan los años y uno como país queda a la cola del desarrollo.

Manifestantes bloquean desde hace dos meses la entrada a una planta de semillas de la multinacional en Malvinas Argentinas, Córdoba. Fueron reprimidos y se contabilizan más de 20 heridos.

Por Nicolás Adet Larcher

La empresa que maneja el 27% del mercado mundial de semillas, lo cual se resume en el 90% de lo que comemos, es la gran multinacional Monsanto. Su facturación anual es de 7.297 millones de dólares, y su incidencia en cada campo del país es igual de masivo. Estudios científicos -desde Argentina, hasta Estados Unidos y Europa demostraron que existe un vínculo directo entre la alimentación transgénica propuesta por Monsanto, el glifosato con el que se rocían las cosechas -también proporcionado por la empresa con el nombre de “Round Up”- y la alta proporción de aumento de cáncer en la población, niños con veneno en sangre, deformaciones congénitas.

El anuncio de la construcción de una planta de semillas de Monsanto en la localidad de Malvinas Argentinas de la provincia de Córdoba, generó el repudio inmediato de gran parte de la población. La planta en cuestión se anunció como la más grande del mundo y tenía previsto avanzar en semillas transgénicas y elaboración de biocombustibles. La localidad elegida se encuentra a tan solo 10 km de Ituzaingó, lugar que vio nacer a las Madres de Ituzaingó. Ellas encabezaron el primer juicio penal que determinó que fumigar con agrotóxicos cerca de poblaciones rurales constituye un delito.

El 18 de septiembre el acampe comenzó con Sofía Gatica de madres de Ituzaingó a la cabeza, y se realizó un día antes del festival “primavera sin Monsanto”. Durante los dos meses que transcurrieron recibieron amenazas, presiones, represión y silenciamiento de parte de los medios masivos de comunicación que reciben publicidad de Monsanto, como la gran cantidad de medios del grupo Clarín. A la semana de haber comenzado el bloqueo a la planta, una patota de la UOCRA se hizo presente en el lugar para intentar desarmar el grupo de vecinos que se había congregado, no hubo caso. El 22 de noviembre, el intendente Juan Jure de la localidad de Río Cuarto emitió un decreto en el que se asegura que no permitirá la instalación de la multinacional Monsanto y el mismo intendente tildó el decreto de “inapelable”. Jure agregó que el motivo es que la instalación de la planta "sería perjudicial, al menos, en lo que respecta a la armonía, la paz social y la convivencia".

Durante la mañana del 28 de noviembre, “alrededor de las 8:15 de la mañana” según relatan los propios vecinos, llegó al lugar de acampe un colectivo del gobierno provincial de José Manuel de la Sota, del cual descendieron alrededor de 70 personas que conformaban una patota con la intención de agredir a quienes se encontraban bloqueando la planta. Los individuos portaban palos, piedras, bombas molotov, e incluso armas calibre 38, inmediatamente procedieron a golpear a militantes, mujeres, niños y vecinos presentes. La Asamblea de Malvinas Argentinas detalló que se trataba de una patota “de la UOCRA”  y que la policía liberó la zona, permitiendo que se quemara parte del campamento y se robaron documentación, celulares, notebooks, comida, y demás elementos que pertenecían a las personas ubicadas en el asentamiento.

La tensión se había mantenido hasta las diez de la mañana, cuando el grupo violento volvió a atacar. El grupo de acampantes decidió entonces armar un cordón con fuego y gomas quemadas, para evitar el paso de la patota y de infantería que se había sumado a las agresiones, esta vez reprimiendo con balas de goma a los vecinos. El delegado de la UOCRA en Monsanto aseguró: "Somos trabajadores y queremos que nos garanticen la fuente laboral", sin ahondar en más detalles sobre las agresiones. En medio del conflicto, el canal de noticias TN se contactó con Adrián Villaplana, gerente de asuntos corporativos de Monsanto, quien sentenció que “los piqueteros destruyeron siete vehículos de los empleados de la empresa”, victimizando a la empresa frente a la audiencia, con amplia colaboración de los conductores del programa.

Días previos a la represión, Sofía Gatica, había recibido amenazas de muerte además de agresiones en las que se le propinó un golpe y luego la patearon en el piso dos chicos que venían en una moto. Además de la agresión, la amenaza de muerte se produjo en el colectivo en el que se movilizaba, a primera hora de la mañana,  cuando un hombre se sentó a su lado, saco un arma y le dijo: “Hay muchas formas de morir. Vamos a desparramar tus sesos por Malvinas Argentinas”.

Fotos tomadas por los vecinos de la zona permiten apreciar el momento de la represión, las caras de los agresores, el colectivo en el que se movilizaban -con la patente que intentaron tapar- y el saldo de más de 20 heridos, que además provocó la descompensación de Sofía Gatica por lo que tuvo que ser llevada de urgencia a un centro de salud para ser atendida.


Última actualización en Sábado, 30 de Noviembre de 2013 10:41
 
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