Distintas notas y entrevistas, producidas por Agencia Paco Urondo para Nuevo Paìs La reciente publicación del libro "El agro como negocio.
Producción, sociedad y territorios en la globalización" (Editorial
Biblos) propone una oportunidad para reflexionar sobre el actual sistema
de producción agropecuario. La discusión sobre la incidencia de la
multinacional Monsanto. Opinan dos investigadoras que trabajaron en el
libro: Carla Gras y Delia Ramírez, y Enrique Martínez (expresidente del
INTI).
Carla Gras: “El agronegocio es una lógica, un modelo de producción”
Delia Ramírez: “Una alternativa desde la política debe ser pensada con los actores en territorio”
Enrique Martínez: "La hipótesis del Gobierno es que Monsanto asegura la mayor producción"
Carla Poth “Con la nueva Ley de semillas los productores van a tener que comprarlas siembra a siembra"
Córdoba: acampe contra Monsanto y represión
El actual sistema de producción agropecuario le permite al país
millonarios ingresos de dólares. Una parte de la robustez del Estado
actual (con sus políticas sociales de inclusión) se explica a partir de
esos recursos.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Ese modelo de ¿desarrollo?
incluye múltiples conflictos sociales y ambientales. Por lo general,
esos conflictos se hacen visibles a partir de las protestas contra la
utilización de agrotóxicos. La multinacional Monsanto
se ha convertido en una de las empresas más conocidas en nuestro país,
justamente por sus productos tóxicos y por su avasallante presencia en
el campo argentino. Roundup es su marca
insignia en el país, y puede verse en las propagandas de varios canales y
radios; donde se cuidan de pronunciar la palabra "glifosato", sin
avergonzarse.
La reciente publicación del libro "El agro como negocio.
Producción, sociedad y territorios en la globalización" permite
complejizar el debate sobre el modelo agropecuario. Como sostiene Delia
Ramírez al explicar el objetivo del libro: “La potencialidad de la
investigación y del libro en particular es que no se reproducen
unilateralmente ni discursos empresarios ni discursos vinculados al
gobierno o al Estado, ni discursos militantes o del sentido común. Esas
narrativas y esas miradas se tienen en cuenta pero lo que se trata es de
reconstituir el proceso desde una narrativa científica”.
Esa potencia permite entender las relaciones que establece este
modelo de producción con la tierra, el trabajo, el sistema financiero,
la producción, el marco social. Comprender cómo se van modificando cada
uno de esos elementos, a la vez que se hacen visibles en el territorio
nuevos actores sociales, mientras otros sufren el exilio o la extinción.
El libro es producto del Programa de Estudios Rurales y Globalización
de la Universidad de San Martín. Y puede entenderse como un complemento
del que editaron anteriormente: "La Argentina rural: de la agricultura
familiar a los agronegocios".
En este dossier se entrevista a Carla Gras (coordinadora del programa
junto con Valeria Hernández), quien explica qué son los agronegocios y
qué alternativas se pueden construir. Delia Ramírez describe el accionar
del Estado en las economías regionales, tomando el caso de la yerba
mate en Misiones.
Además, opina el expresidente del Instituto Nacional de Tecnología
Industrial, Enrique Martínez, sobre las complejas relaciones que
Argentina lleva adelante con Monsanto. ¿Es un vínculo
imprescindible? Por último, una crónica sobre el acampe que
organizaciones ambientalistas llevan adelante contra una planta de la
empresa en Malvinas Argentinas, Córdoba, que terminó con represión. Entrevista con la investigadora Delia Ramírez, quien analiza el
accionar del Estado en las economías regionales, tomando el caso de la
yerba mate en la provincia de Misiones. "En general no hay nadie que
tenga esperanzas a que la yerba vuelva a valer lo que en algún momento
les permitió ascender económicamente".
Por Juan Ciucci
APU: En principio una pequeña introducción a su trabajo La acción del Estado en una economía regional desplazada. Acerca de procesos y conflictos en el complejo de la yerba mate.
Delia Ramírez: Para el libro El agro como negocio, donde
aparece el artículo, específicamente me interesé en el funcionamiento
del Instituto Nacional de la Yerba Mate. Que surge a partir del año 2002
a raíz de grandes presiones de tractorazos por parte de los productores
yerbateros, conocidos en la zona como colonos. Eso generó el
surgimiento de esta institución que al principio parecía aliviar la
situación de crisis extrema que se estaba viviendo con los bajos precios
de la materia prima, que se manifestaron durante la época menemista.
Esta institución surge un poco como aliciente, pero lo que vemos
exteriormente es que los problemas continúan respecto a los bajos
precios y que el sector que había motorizado la gestación de este
instituto comienza a ser marginado dentro de la mesa de las decisiones. Y
que otros sectores -que al principio se habían opuesto a la creación
del Instituto- comienzan a adoptar discursos afines, elogiando la
institucionalidad y el buen funcionamiento.
Entonces comienza a presentarse la pregunta de qué función cumple
esta institución que supuestamente es reguladora del mercado de la yerba
mate. Y quéla diferencia con la antigua institución que cumplía este
mismo papel: la Comisión Reguladora de la Yerba Mate que funcionó
prácticamente durante todo el siglo XX y que fue disuelta por el decreto
de desregulación. El artículo, de alguna manera, pretende reconstruir
esa discusión a partir también de las opiniones de los diferentes
actores involucrados en el conflicto, que están o no sentados en la mesa
de ese directorio. Quiénes están presentes, como por ejemplo el mismo
presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate, a quien entrevisté;
pero también representantes de los obreros rurales que no están
incluidos en la mesa. Me refiero a gremios que no están sentados en esa
mesa, sí hay un representante de la UATRE.
APU: Lo que sí marca en el texto es una participación muy importante del Estado en distintos momentos de la producción...
DR: Sí, en la investigación tenemos bastante trabajado esta cuestión
de la caracterización de la lógica del agronegocio, de los diferentes
territorios y los actores que participan en esta cuestión y estamos muy
interesados también por saber cuál es el papel que cumple el Estado. A
mí en particular es una pregunta que me inquieta, por un lado, el Estado
como promotor de políticas públicas. Y el Estado también como una mesa,
como escenario donde se disputan decisiones importantes que tienen
también sus consecuencias: las lógicas económicas, políticas y
culturales.
APU: Quizás nos pueda explicar un poco el conflicto entre la
concentración y expansión de los agronegocios y la agricultura familiar.
DR: Cuando empecé a investigar este tema hace muchos años, es como
que no veía las relaciones, estaba mucho más preocupada por la
caracterización de los conflictos y procesos yerbateros en el marco de
ése mercado y de la concentración en la actividad yerbatera. Luego de
muchos años de investigación -gracias a las orientaciones de Carla Gras
que es mi directora y de todo el equipo que entró a discutir toda esta
cuestión- comencé a ver que una cosa estaba sumamente relacionada con la
otra. La concentración dentro de la actividad yerbatera o dentro del
mercado está estrechamente relacionada con el desplazamiento de una
economía regional, en este caso, la yerbatera por el avance de los
agronegocios, que en la provincia de Misiones tienen la forma de
monocultivo forestal.
Lo cual también nos interesa rescatar en el libro porque muchas veces
los agronegocios se relacionan en el sentido común con soja y no es
sólo soja. Creo que la potencialidad y la investigación del libro -en
particular- es que no se reproducen unilateralmente ni discursos
empresarios ni discursos vinculados al gobierno o al Estado, ni
discursos militantes o del sentido común. Esas narrativas y esas miradas
se tienen en cuenta, pero lo que se trata es de reconstituir el proceso
desde una narrativa científica.
APU: En ese marco se ve que la agricultura familiar es la más perjudicada.
DR: Misiones es una de las provincias más importantes en relación con
el peso que tiene la agricultura familiar. Durante los ´90 aparecieron
un montón de prácticas de subsistencias y de actividades vinculadas a
las ferias francas y pequeñas organizaciones cooperativas que cumplen un
lugar muy importante en determinados sectores de la agricultura en
Misiones. Pero también hay un sector que ve comprometida sus
posibilidades de reproducción y de existencia, que tienen que ver con
esas capas medias de la agricultura que sería lo que nosotros llamamos
la agricultura familiar capitalizada, un actor que se capitalizó con
estos cultivos agroindustriales, tradicionales como la yerba mate y el
té durante el siglo XX. Esa capitalización está estrechamente
relacionada con las políticas públicas que había tomado en ese momento
el Estado Nacional y el Estado Provincial. La yerba mate fue uno de los
pilares para la colonización del territorio. Vemos también cómo eso está
relacionado con las propuestas estratégicas que en este momento se
realizan desde una agenda estatal.
APU: En ese caso, antes mencionaba a los colonos y la posibilidad de que desaparezcan ¿Cuál es su situación?
DR: En general no hay nadie que tenga esperanzas a que la yerba
vuelva a valer lo que en algún momento les permitió ascender
económicamente, tener su casa, comprar una explotación para cultivarla.
Los sectores que están mejor posicionados dentro de esa franja apuestan a
otras alternativas, como por ejemplo, construir en la ciudad para
alquilar, es una alternativa para los sectores que puedan llegar a tomar
esa decisión. Y después hay un sector que simplemente se destina a la
desaparición, cuando pregunté qué van a hacer, me dijeron “no sabemos
qué vamos a hacer”. Eso es lo que yo te puedo contar a vos también, o
sea, el que tiene la posibilidad de reconvertirse, así sea a otra
actividad no vinculada al agro, lo va a hacer y el que no, tenderá a su
desaparición.
APU: ¿En ese marco se le ocurre que hay una solución? ¿Cómo enmarcaría la posibilidad de que eso pase?
DR: No puedo pensar una alternativa, una salida a ese problema sin
que desde la política pública se integre una acción con los mismos
actores, que sea viable en esos términos. Es decir, debe ser pensada con
los actores en territorio. Muchas veces las alternativas desde el
Estado Provincial o desde el Estado Nacional han venido como recetas
impuestas. Por ejemplo: "en este momento lo que te va a salvar es la
frutilla" o "en este momento el plan ganadero es la solución", "lo que
tenés que hacer es esto o aquello”. En general todas las personas que
he entrevistado me han comentado que ya en el pasado han tomado
alternativas productivas desde el Estado que han fracasado. Hay también
una historia de castigo hacia determinados sectores que en este momento
levantan mucho escepticismo respecto a alternativas de reconversión
fomentadas por el Estado.
Un discurso muy fuerte en estos sectores es “nosotros estamos
preparados para ser productores de alimentos y queremos ser pensados e
incluidos dentro del modelo de desarrollo de esta provincia”. Pienso que
por ahí podría ir una alternativa.
Delia Ramírez: Licenciada en Comunicación Social de
la Universidad Nacional de Misiones (UNaM); Magíster en Ciencias
Sociales del Instituto de Desarrollo Económico y Social y la Universidad
Nacional de General Sarmiento (UNGS). Es estudiante del Doctorado en
Antropología Social del Programa de Posgrado en Antropología Social
(PPAS) de la UNaM, becada por el CONICET. Sus estudios están destinados a
la comprensión de las dinámicas socioproductivas, culturales y
políticas de la provincia de Misiones en vinculación con el complejo
yerbatero y forestal.
Entrevista con Carla Gras, quien junto con Valeria Hernández es
la coordinadora del Programa de Estudios Rurales y Globalización
(UNSAM), que han editado El agro como negocio. Producción, sociedad y territorios en la globalización (Editorial Biblos).
Por Juan Ciucci
APU: En principio una definición general de cómo pensar los agronegocios.
Carla Gras: Nosotros al agronegocio lo pensamos como una lógica de
producción o como un modelo productivo que, como desarrollamos en el
libro, tiene una serie de pilares, elementos sobre los que se apoya. Uno
son las biotecnologías. El otro elemento es la importancia que cobra el
capital financiero en la producción agropecuaria, que obviamente no es
nuevo. La cuestión del uso de insumos industriales tampoco es nuevo en
el agro, pero se potencian y se articulan de una manera particular en el
agronegocio. Nuevas modalidades de organización de la producción que
son extremadamente flexibles, la asociación de este modelo productivo a
gran escala y la centralidad que tienen en esa lógica productiva un
número reducido de cultivos. Que son aquellos en que las empresas
transnacionales desarrollaron las biotecnologías y que algunos autores
llaman cultivos flexibles. En el sentido que pueden satisfacer una serie
de demandas de distintos actores: crisis alimentaria (aunque el hambre
sigue creciendo en el mundo por más que haya enormes producciones),
crisis energética (a partir de muchos de ellos se desarrollan los
biocombustibles, los agrocombustibles), crisis financiera (porque se
convierten en una opción de inversión para un montón de actores que no
tienen nada que ver con la producción agropecuaria).
Nosotros definimos al agronegocio como una lógica y no como un actor,
hay veces que la gente habla del agronegocio y está pensando en un
actor. Nosotros lo pensamos como una lógica para poder entender cómo
distintos actores se apropiaron de ésa lógica y qué dinámicas resultaron
de ésa apropiación. Por otra parte, implica la incorporación de tierras
anteriormente no cultivables, expansión de fronteras agropecuarias. Es
eso, sintetizarlo como una lógica, como un modelo de producción.
APU: En ese marco marca una diferencia con la agroindustria.
CG: No con la agroindustria, porque obviamente la producción
agropecuaria está integrada a procesos posteriores, hacia atrás y hacia
adelante. Hacia atrás con todo lo que son los procesos de insumo y hacia
adelante con todo lo que son los procesamientos posteriores, por
ejemplo, en el caso de la producción de aceite. Nosotros lo
diferenciamos de un momento previo históricamente, que muchos actores
hablan de la expansión agroindustrial en décadas anteriores a la del
´80. Que comparte muchas características con esa etapa previa de
expansión agroindustrial y también ciertas diferencias que nos
interesaron marcar para entender por qué hay un quiebre y por qué
hablamos del agronegocio como un modelo de producción.
Entre las diferencias más significativas me parece importante
subrayar que durante la etapa de la expansión agroindustrial no sólo
crecían actividades vinculadas a la exportación, sino también
actividades vinculadas al mercado interno, lo que llamamos las economías
regionales. El té, la yerba mate, el algodón, los cítricos,
producciones que siguen estando obviamente presentes. Pero en todas esas
actividades lo que veíamos era una forma de inclusión de otros actores y
no sólo los sectores empresariales y los productores de mayor escala.
Por supuesto que participaban también en forma subordinada y eso formaba
parte de los debates de la época, pero participaba la agricultura
familiar en sus distintas escalas.
Productores de tipo campesinos, productores familiares capitalizados,
había una cierta coexistencia de la gran explotación con la pequeña y
mediana explotación. Por supuesto que en un proceso que tenía tensiones,
porque la cuestión de la liquidación de unidades productivas es secular
en el agro argentino, uno lo puede seguir mirando los censos de
principio del siglo pasado. Y políticas públicas que enmarcaban y
brindaban cierta posibilidad a esos actores de capas medias de
insertarse y obviamente la expansión agroindustrial producía alimentos.
Mucha de esa producción de alimentos implicaba también la influencia de
las empresas, sobre todo en aquellas agroindustrias donde hay una fuerte
presencia de capitales transnacionales, una intervención en patrones de
consumo. No es un alimento, pero en el caso del tabaco eso se puede ver
perfectamente. Durante la expansión agroindustrial, el sector
agropecuario tenía mayores grados de articulación social que el
agronegocio, hay ciertas continuidades pero también hay diferencias
importantes que son interesantes marcar.
APU: ¿Cuál es el papel de la innovación tecnológica en lo que tiene que ver con los agronegocios?
CG: Es central. Nosotros lo pensamos como un pilar a la
biotecnología. No sólo tecnologías de insumo o de ciertos tipos de
maquinarias, sino ciertas tecnologías de gestión. Por eso la idea de
“paquete”: porque tenés que adoptar todo en conjunto, es la capacidad
que tienen esos productos de orientar y de determinar funciones de
producción y orientar estrategias de acumulación. Porque ese paquete es
más eficiente a medida que se va asociando con otros elementos. Si ves
los suplementos de los diarios, ahora se publicita lo que se llama
“agricultura por ambiente”, eso implica un determinado perfil de
formación de los trabajadores o de los que tienen a cargo la gestión de
la producción. Tiene un impacto que se extiende mucho más allá de un
mero uso y por otra parte son tecnologías que demandan niveles de
capital cada vez más altos para persistir en la producción. Eso
configura pisos que ponen barreras de entrada cada vez más altas.
APU: En ese marco ¿cuál es la relación con el capital financiero?
CG: El agronegocio se apoya en ciertos cultivos que tienen la
capacidad de responder a distintas necesidades del sistema, entre esas,
la crisis financiera. Por un lado, es histórica la relación entre el
sector agroexportador y el sistema financiero: bancos, cooperativas que
daban créditos, el productor siempre necesitó financiarse. Pero lo que
ves como la figura paradigmática de eso es cómo con los precios
internacionales -por las nuevas modalidades de la producción que trae el
agronegocio- entran a participar un montón de capitales que no tienen
ninguna relación con la producción, sino que simplemente buscan una
inversión más rentable que otra.
Hay distintos capitales que entran en un “pool de siembra” que pueden
ser de distintos tamaños, más o menos formales. Ahora están en
retroceso, pero en su auge, los que tenían unos ahorros ponían plata con
otra gente, obviamente hay un ingeniero agrónomo que funciona como
gerenciador de ese proyecto y hay una rentabilidad esperada. Muchos de
esos capitales se invirtieron por una campaña nada más, entran y salen,
eso le va generando una dinámica financiera a la producción, porque
tenés que producir resultados que puedan responder a ese capital que
recibiste. Los “mercados de futuros” también tienen que ver con los
cambios de la dinámica del mercado internacional. El mercado de futuros
de Chicago no es nuevo, pero hay una serie de cambios en la década de
los ´90 que flexibiliza la posibilidad de que entraran inversores no
institucionales y baja las posiciones que uno podía acaparar en el
mercado.
Eso lo que hace es que un mercado a los que recurrían los productores
normalmente para cubrirse de riesgos, para tener una determinada
proporción de tu producción garantizando, un precio para cubrirte de
posibles bajas para cuando fueras vendiendo tu producción; se convirtió
no sólo en mercados privados, sino que iban capitales de cualquier otro
tipo. Entonces, cuando tenés precios en alza y empezás a comprar
posiciones o “posicionarse en soja”, comprás contratos y los vendés sin
necesidad de entregar el producto; así no necesitás ni producir soja ni
comprar ni vender maíz, sino que sólo es el título. Eso fue llevando en
distintos momentos a que los precios de los commodities, incluyendo
también los del tipo del petróleo, crecieran más allá de la demanda real
que había.
Eso por un lado hace que mucha gente quiera meterse a producir eso o
invertir en eso porque aparecen ganancias muy interesantes y eso le va
imprimiendo un dinámica diferente que, no sólo los resultados que se van
a buscar para los productores son resultados productivos, sino también
resultados financieros. Estos mecanismos hacen que el sector
agropecuario se convierta en espacio de disputa de distintos tipos de
capitales y no sólo entre el sector agropecuario y los actores
vinculados a la producción. Sino que se convierte en un espacio de
formación y de disputa de rentas para capitales de diferentes tipos.
TIERRA / TRABAJO
APU: ¿Cómo impacta el agronegocio en el tema de la tierra?
CG: Por un lado hay que decir que uno puede brindar ahí datos
parciales por problemas con los datos del censo del 2008. Que no llegó o
que se hizo en distintos momentos y no son comparables de una región a
otra; y no cubrió toda la superficie agropecuaria. Datos buenos,
confiables, tenemos al 2002. Pero si uno mira el estudio que hicimos de
grandes empresas, lo que se ve es que efectivamente se constituyeron en
los últimos 20 años empresas de un tamaño inimaginable, por lo menos
desde principios del siglo pasado. Aunque no necesariamente la
concentración en el uso de la tierra fue acompañada de la concentración
de la propiedad de la tierra.
Sobre eso hay menos estudios, hay algunos datos que muestran que sí
hubo muchas transacciones de tierras en los últimos años pero todavía el
modelo argentino, el agronegocio hecho en Argentina, se apoya en el
tema de la arrienda de la tierra. Esto no quiere decir que el
agronegocio funcione así, porque de hecho en Brasil, por ejemplo, el
agronegocio funciona con empresas mucho más integradas, con un grado de
centralización del capital mucho más grande que acá. En Argentina tenés,
por ejemplo, en la región pampeana propietario de la tierra que da en
arriendo, el contratista de maquinarias… Aparecen como varios actores
articulados donde el núcleo de esa articulación obviamente es la gran
empresa.
Si una mira toda la disposición que hay respecto a lo alto que está
el precio de la tierra, ciertos actores importantes como El Tejar, hay
zonas donde se fueron, en San Cayetano (provincia de Buenos Aires)
tenían una presencia importante como tomadores de tierras y dejaron. La
empresa, además, tuvo que rever esta lógica de crecimiento basada en el
arriendo y en pagar arriendos altos, justamente para garantizarse las
tierras. Y el punto fundamental es sumar su posibilidad de ganancia por
el peso de la renta de la tierra. Esto es interesante para ver cómo
cambia el enlace con la tierra por parte de los actores más dinámicos
locales del agronegocio.
Por otra parte, también registramos compra de tierra por parte de
grandes empresas, posibilitada por las conexiones de esas empresas con
capitales financieros, muchos de ellos fondos de inversión europeos,
inversores institucionales. Hay dos o tres empresas grandes que parte de
su paquete accionario es comprado por algunos de estos grupos
inversores y eso ha permitido que se capitalicen en tierras. Muchas
veces esa capitalización en tierras no se dio tanto en Argentina como en
los otros países, en Bolivia, Paraguay, Brasil y en Uruguay.
Hasta ahora el acaparamiento de tierras no es por la propiedad, sino
vía control de ese recurso bajo otras formas. Lo que permitió que muchos
voceros del agronegocio planteen que este es un modelo que permite la
participación de muchos, el pequeño rentista recibía un ingreso nada
despreciable por poner ese capital a que lo gestione otro de un modo más
eficiente. A medida que la competencia y las disputas por los
excedentes sea mayor, habría que ir viendo qué forma toma ese
acaparamiento de tierra.
APU: En relación con el trabajo, marcan que el agronegocio potencia por un lado la tercerización y por otro la especialización.
CG: Sí, la tercerización no es nueva pero en los últimos años
aparecen un montón de servicios que no sólo están asociados al proceso
productivo, como puede ser la fumigación, la siembra, la cosecha, sino
muchos servicios que tienen que ver con la gestión. Los servicios de
software que te arman programas para poder trabajar esto de la
“agricultura por ambiente”, viendo qué productividad tiene la tierra,
cómo recibe, cuánto fósforo necesita. Por ese espacio la máquina tiene
que poner tanto insumo, en cambio por el lote de al lado menos. Eso fue
generando un compromiso cada vez menor en la agricultura familiar, en la
región pampeana eso se veía, en el caso de la familia con el trabajo,
eso se ha profundizado y se ha extendido hacia otras etapas de la
producción y se ha incorporado a nuevos servicios financieros.
Eso fundamentalmente modifica la organización de las empresas e
introduce también cambios en el tipo de trabajo del empresario,
compartiendo muchas veces niveles de decisión con contratistas, en
cuanto a lo productivo. Porque a veces el contratista necesariamente
interviene en la toma de decisiones.
APU: ¿Cómo pensar lógicas posibles para salir de este modelo o la posibilidad de pensar en otro modo de producción?
CG: Lo primero que hay que decir es que la consolidación del modelo
implicó y se apoyó también en un aparato ideológico muy potente. Que
incluye desde medios de comunicación hasta la pregnancia a que este modo
de pensar la producción agropecuaria que adquieren en su formación los
ingenieros agrónomos. Uno puede mirar en la FAUBA (Facultad de Agronomía, UBA) los programas de agronegocios, y un montón de postgrados de agronegocios.
Sin embargo es cierto que la salida de la crisis del 2001 aparece
asociada al aporte del sector agroexportador y más comúnmente al sojero,
porque a diferencia de los ´90, la restauración de las retenciones
permitió al Estado participar de esas ganancias.
Por otro lado, ¿quién renunciaría al oro verde y a favor de qué? Con
esto lo que quiero marcar es que incluso hasta desde lo productivo
muchas veces (por eso insistía con lo de la formación de los ingenieros
agrónomos que no es menor), la hegemonía del modelo tiene que ver
justamente con la debilidad de otros espacios para pensar modelos
alternativos. En ese sentido, un elemento a tener en cuenta es que
tampoco la política pública está pensándolo, lo cual no es un dato menor
frente a ciertas posiciones discursivas.
Hay un sujeto que fue importante en algunos otros momentos
históricos, que dinamizó o que participó del crecimiento agropecuario y
que hoy está como más arrinconado: esa agricultura familiar
capitalizada. Ese sector medio que vive en los pueblos, que ha tenido
capacidad de innovación tecnológica, que ha podido producir para el
mercado interno o externo, que trabaja con la mano de obra familiar pero
que no es un sector de subsistencia. Difícilmente uno pueda pensar que
sectores de subsistencia puedan integrarse a un proceso de desarrollo en
un modelo que tenga la agricultura más empresarial y ese sector de
subsistencia en el otro lado, porque ese sector va a seguir siendo de
subsistencia.
No veo que desde la política pública o desde otros ámbitos esa figura
de la agricultura familiar capitalizada sea tenida en cuenta, porque
muchas veces también adopta posiciones antipáticas y en los últimos años
no ha concitado apoyo popular. Creo que ahí hay un actor sin el cual es
difícil pensar alternativas.
Carla Gras: Licenciada en Sociología (Universidad de
Buenos Aires). Doctora por la Universidad de Buenos Aires (Facultad de
Filosofía y Letras). Investigadora Independiente del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con sede en el
Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Gral.
San Martín. Sus temas actuales de investigación se centran en la
expansión del agronegocio, las transformaciones en la agricultura
familiar, la concentración empresarial, las identidades sociales y
políticas del empresariado agrario, y los procesos de acaparamiento de
tierras. Actualmente es docente en la Universidad Nacional de Gral. San
Martín. Entrevista con el expresidente del INTI, Enrique Martínez.
"Monsanto es el arquetipo de una organización que convierte una
necesidad popular como el alimento en una mercancía", aseguró.
Por Enrique de la Calle
AGENCIA PACO URONDO: Uno de los temas que está pendiente en
el Congreso Nacional tiene que ver con la ley de patentamiento de
semillas. Frente al Congreso hay un acampe de distintas organizaciones
que la rechazan ¿De qué se trata y cuáles son las discusiones en torno a
ella?
Enrique Martínez: Hay una iniciativa de las empresas que trabajan con
semillas genéticamente modificadas, es un pequeño grupo de empresas que
lidera por lejos Monsanto que tienen el objetivo de cambiar el status
de propiedad de las semillas. Las semillas se han seleccionado
históricamente de muchísimas maneras, hay campos experimentales desde
hace más de 100 años y Monsanto pretende que además del campo
experimental se trabaje en el laboratorio incorporando genes a sumar a
una semilla, eso tiene la posibilidad de ser patentado, tiene que tener
propiedad intelectual y en función de eso pagarse regalías por su uso.
Lo cual lleva a tal límite que el chacarero que siembra soja debería
pagar por usar la propia semilla año tras año si es que guarda parte de
la producción para sembrarla como semilla.
Eso ya ha tenido doloroso éxito en otros países, el país bandera para
una ley de este tipo es Colombia. Se tomó totalmente de sorpresa a los
agricultores aprobando la ley de un día para el otro, sin ningún tipo de
debate previo y desde entonces están en un escándalo que realmente no
tiene solución y que ha llevado a parar buena parte de la producción
agropecuaria colombiana. En Argentina por suerte ha intervenido mucha
gente informada y dentro del oficialismo hay muchísima gente que no está
de acuerdo en aprobar esa ley, que aparentemente tiene pocas
probabilidades de ser aprobada.
APU: ¿Los efectos serían para los pequeños y medianos productores principalmente?
EM: El efecto sería para cualquier agricultor que sembrara semillas
que se conocen como autógamas, es decir que se puede utilizar parte del
grano como semilla en el próximo ciclo. Vale decir que sirve para la
soja o para el trigo y no para el maíz, ya que es una producción
híbrida, mezcla de dos viñas, nadie guarda semillas para sembrar la
etapa siguiente.
APU: Argentina había tenido algunos litigios internacionales en ese sentido, en relación a las semillas que usa ¿Es verdad?
EM: Monsanto viene tratando, además del precio que cobra por la
semilla (es el productor de la semilla y cobra un precio altísimo que
aumenta año a año, más que la paridad del dólar y más que la inflación),
de cobrar regalías por el grano que se vende y ha intentado hacer
embargos en Europa y acuerdos de todo tipo con países que reciben el
grano argentino para cobrarles regalías a los productores y los grandes
productores, dolorosamente están de acuerdo con eso. Están de acuerdo
porque consideran que el vínculo con una gran corporación siempre puede
ser trasladado al Estado. Eso es cultural, desde hace muchísimos años. A
los grandes productores que el exportador se quede con un pedazo de la
torta inadecuada o que ahora Monsanto se quede con un pedazo de la torta
inadecuada le preocupa muchísimo menos a que el Estado le cobre un
impuesto. En realidad, pretenden trasladar el efecto de un monopolio a
una reducción impositiva.
APU: Ya nombramos varias veces a Monsanto en la charla. ¿Qué
nos puede contar sobre esa multinacional tan cuestionada, por lo pronto,
por muchas organizaciones populares?
EM: Monsanto es el arquetipo de una organización que convierte una
necesidad popular como el alimento en una mercancía. En el capitalismo
eso no es una novedad pero Monsanto lo ha llevado al límite absoluto:
que el lucro puede más que cualquier otra alternativa. Es más, Monsanto
tiene desarrollada una semilla que se conoce como muerte súbita, que
para evitar este tipo de situaciones que hemos discutido en estos
minutos, esa semilla sería estéril, o sea, no se podría volver a
sembrar.
Tanta fue la protesta a nivel científico, político y de todo tipo en
el conjunto del mundo que se desactivó la línea pero hay quienes dicen
que hizo mal porque hubiera ganado mucho dinero con eso. El negocio por
encima de todo lleva a este tipo de situaciones absurdas y Monsanto es
la bandera. Monsanto empezó siendo el exponente máximo del salvajismo
produciendo napalm utilizado en la guerra de Vietnam. Se introduce en la
asociación con laboratorios en el desarrollo de semillas genéticamente
modificadas y en una metodología que utiliza un paquete combinado de
herbicida total con esta semilla para ganar una cantidad de dinero que
no tiene antecedentes en la historia de la agricultura moderna.
APU: ¿Cuál es el vínculo que los Estados, por lo menos los
sudamericanos, han establecido con la empresa? ¿Cómo es la relación hoy
de Argentina con Monsanto?
EM: Es fuerte. En ese contexto, donde el negocio es lo fundamental,
el ganador -en este caso Monsanto- tiene normalmente la puerta más
abierta para negociar con cualquier Estado, el argentino, el colombiano o
el que fuera. La hipótesis, aún de un gobierno con sensibilidad popular
como el nuestro, es que el esquema de negocio que Monsanto ha
determinado asegura la mayor producción y la mayor colocación de
mercadería al exterior, centrado en la lógica del mercader y esa lógica
es dura de resolver de otro modo. Si no se tiene alternativas muy a la
mano, es inexorable negociar con Monsanto, con Barrick o con Chevron.
APU: Esa es la posición de Argentina ¿Usted cree que es necesario sí o sí negociar con la globalización?
EM: Creo que si consideramos que el único plan posible para el
desarrollo es negociar con los ganadores de la globalización, es
evidente que hay que hacer eso pero no es el único plan posible. En cada
caso que se negocia con grandes líderes, sobre todo en este tipo de
industria, lo que se hace es desalentar la investigación nacional y la
posibilidad de contar con tecnología propia. Argentina se incorpora a la
biotecnología casi 15 años después que Monsanto había instalado su
modelo, Argentina no tiene desarrollo propio de minería a escala pequeña
y mediana. Argentina tiene dificultades para tecnología petrolera y
ahora YPF está haciendo un enorme esfuerzo para tener tecnología propia,
pero en realidad antes de la toma del paquete accionario de YPF se
había abandonado por completo la investigación petrolera. Así realmente
pasan los años y uno como país queda a la cola del desarrollo. Manifestantes bloquean desde hace dos meses la entrada a una
planta de semillas de la multinacional en Malvinas Argentinas, Córdoba.
Fueron reprimidos y se contabilizan más de 20 heridos.
Por Nicolás Adet Larcher
La empresa que maneja el 27% del mercado mundial de semillas, lo cual
se resume en el 90% de lo que comemos, es la gran multinacional
Monsanto. Su facturación anual es de 7.297 millones de dólares, y su
incidencia en cada campo del país es igual de masivo. Estudios
científicos -desde Argentina, hasta Estados Unidos y Europa demostraron
que existe un vínculo directo entre la alimentación transgénica
propuesta por Monsanto, el glifosato con el que se rocían las cosechas
-también proporcionado por la empresa con el nombre de “Round Up”- y la
alta proporción de aumento de cáncer en la población, niños con veneno
en sangre, deformaciones congénitas.
El anuncio de la construcción de una planta de semillas de Monsanto
en la localidad de Malvinas Argentinas de la provincia de Córdoba,
generó el repudio inmediato de gran parte de la población. La planta en
cuestión se anunció como la más grande del mundo y tenía previsto
avanzar en semillas transgénicas y elaboración de biocombustibles. La
localidad elegida se encuentra a tan solo 10 km de Ituzaingó, lugar que
vio nacer a las Madres de Ituzaingó. Ellas encabezaron el primer juicio
penal que determinó que fumigar con agrotóxicos cerca de poblaciones
rurales constituye un delito.
El 18 de septiembre el acampe comenzó con Sofía Gatica de madres de
Ituzaingó a la cabeza, y se realizó un día antes del festival “primavera
sin Monsanto”. Durante los dos meses que transcurrieron recibieron
amenazas, presiones, represión y silenciamiento de parte de los medios
masivos de comunicación que reciben publicidad de Monsanto, como la gran
cantidad de medios del grupo Clarín. A la semana de haber comenzado el
bloqueo a la planta, una patota de la UOCRA se hizo presente en el lugar
para intentar desarmar el grupo de vecinos que se había congregado, no
hubo caso. El 22 de noviembre, el intendente Juan Jure de la localidad
de Río Cuarto emitió un decreto en el que se asegura que no permitirá la
instalación de la multinacional Monsanto y el mismo intendente tildó el
decreto de “inapelable”. Jure agregó que el motivo es que la
instalación de la planta "sería perjudicial, al menos, en lo que
respecta a la armonía, la paz social y la convivencia".
Durante la mañana del 28 de noviembre, “alrededor de las 8:15 de la
mañana” según relatan los propios vecinos, llegó al lugar de acampe un
colectivo del gobierno provincial de José Manuel de la Sota, del cual
descendieron alrededor de 70 personas que conformaban una patota con la
intención de agredir a quienes se encontraban bloqueando la planta. Los
individuos portaban palos, piedras, bombas molotov, e incluso armas
calibre 38, inmediatamente procedieron a golpear a militantes, mujeres,
niños y vecinos presentes. La Asamblea de Malvinas Argentinas detalló
que se trataba de una patota “de la UOCRA” y que la policía liberó la
zona, permitiendo que se quemara parte del campamento y se robaron
documentación, celulares, notebooks, comida, y demás elementos que
pertenecían a las personas ubicadas en el asentamiento.
La tensión se había mantenido hasta las diez de la mañana, cuando el
grupo violento volvió a atacar. El grupo de acampantes decidió entonces
armar un cordón con fuego y gomas quemadas, para evitar el paso de la
patota y de infantería que se había sumado a las agresiones, esta vez
reprimiendo con balas de goma a los vecinos. El delegado de la UOCRA en
Monsanto aseguró: "Somos trabajadores y queremos que nos garanticen la
fuente laboral", sin ahondar en más detalles sobre las agresiones. En
medio del conflicto, el canal de noticias TN se contactó con Adrián
Villaplana, gerente de asuntos corporativos de Monsanto, quien sentenció
que “los piqueteros destruyeron siete vehículos de los empleados de la
empresa”, victimizando a la empresa frente a la audiencia, con amplia
colaboración de los conductores del programa.
Días previos a la represión, Sofía Gatica, había recibido amenazas de
muerte además de agresiones en las que se le propinó un golpe y luego
la patearon en el piso dos chicos que venían en una moto. Además de la
agresión, la amenaza de muerte se produjo en el colectivo en el que se
movilizaba, a primera hora de la mañana, cuando un hombre se sentó a su
lado, saco un arma y le dijo: “Hay muchas formas de morir. Vamos a
desparramar tus sesos por Malvinas Argentinas”.
Fotos tomadas por los vecinos de la zona permiten apreciar el momento
de la represión, las caras de los agresores, el colectivo en el que se
movilizaban -con la patente que intentaron tapar- y el saldo de más de
20 heridos, que además provocó la descompensación de Sofía Gatica por lo
que tuvo que ser llevada de urgencia a un centro de salud para ser
atendida.
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