“PUEDE
SER JUSTA UNA GUERRA INJUSTA?”
Así,
con ese título una editorial del diario Tiempo de Bogota-Colombia, hace mas de
15 años, un domingo en plena convulsión por el narcotráfico, las fuerzas
llamadas de autodefensa, protegiendo al tráfico de drogas, financiadas por el
gobierno y enfrente las FARC como lucha armada con 15 mil efectivos. En ese
panorama, en una circunstancia dramática, se atrevieron a publicar una
editorial así, de la cual desarrollaré los puntos centrales.
Decía
el diario como puede ser justa una guerra que en diez años ha provocado el
desplazamiento poblaciones de casi un millón de colombianos, campesino,
agricultores y pastores, desvastados y corridos por la irrupción de aviones y
helicópteros, que fumigando con fosforados, han desertizado sólo en ese año
1999, el equivalente al Valle de Río Negro y Neuquén, es decir poco mas de 70
mil hectáreas, arrasadas bajo el manto de la lucha contra el narcotráfico.
En
ese mismo período de un año, se habían perdido cinco aviones derribados y 15
helicópteros. a lo que debemos sumar las muertes y heridas del ejército
colombiano en su acción punitiva, bajo supervisión norteamericana. A su vez las
poblaciones desplazadas fueron a zonas suburbanas, poco aptas para la recepción
de masas migratorias, impactando en las condiciones de vida de los pobladores
locales y el colapso de los servicios públicos en su totalidad, desde escuelas
a hospitales. Esas poblaciones, sin tierras para cultivo ni otros medios de
vida, no tienen otra oportunidad que trabajar para el narcotráfico, que las
utiliza en las tareas de traslado, recolección, carga y tráfico también. O sea
que se desmonta para que no planten y se los entrega a miles de colombianos al
narcotráfico para su utilización, ante la falta de políticas de seguridad
social y ausencia total del estado.
Con
ese escenario las fuerzas de seguridad se encuentran totalmente abocadas al
combate a la droga mientras los otros delitos crecen día a día, desde los
asaltos a mano armada a los crímenes de todo tipo, desde enfrentamientos de
bandas a peleas territoriales, que desbordan la capacidad policial. Como ha
pasado ahora en Brasil y México las fuerzas de seguridad en el trámite de esta
lucha, se ven involucradas por captación del narcotráfico, corrompiendo su
estructura vertical al aparecer los financiadores como verdaderos jefes de los
operativos, entregando perejiles periféricos a la estructura y protegiendo las
cúpulas mafiosas. Muchas de estas mafias empiezan a crecer en su territorio en
la solidaridad social de sus poblaciones, donde están asentados, distribuyendo
excedentes, colaborando con situaciones de emergencia familiar, en casos de
enfermedad, ante un estado ausente, llegando incluso a ocupar cargos públicos a
partir de su popularidad como en el caso de Escobar Gaviria, quien fue diputado
y titular del Cartel de Medellin.
A
esto debemos agregar la corrupción generada por el narcotráfico sobre la
dirigencia política de Colombia , pero también sobre todos los países del
mundo, en un proceso de lavado de dinero del orden de los 500 mil millones de
dólares al año, que no podrían entrar al circuito legal, sin la complicidad de
funcionarios, banqueros y políticos en general, mas los paraísos fiscales en
general colonias inglesas . Ese dinero generado encuentra a su paso, como un
huracán, pequeños obstáculos que no tarda en remover. Cuando cae un Cartel
inmediatamente es reemplazado por otro, cada pequeño avance se traduce en una
derrota a corto tiempo, reiniciando el circuito, amparado por organismos
financieros internacionales funcionales a la DEA protectora del mayor consumo
de drogas del mundo como es EEUU, que no ha detenido ningún capomafia propio en
su territorio, llenando las cárceles de consumidores adictos reclutados por los
carteles.
El
colapso de los servicios periféricos de salud, provocado por los efectos
producido por el estiramiento de la droga, con sustancias tóxicas y
físicas como el vidrio molido, y además las mismas propiedades del fármaco, que
como el alcohol o el tabaco, produce severos daños en el organismo,
deteriorando paulatinamente en el tiempo su salud. Es como la droga estirada
que desde el agregado de vidrio molido a determinados excipientes
fármaco-tóxicos, puede producir en forma inmediata daños a la salud e incluso
la muerte, que generalmente llamamos sobredosis, pero que muchas veces son
verdaderos cuadros de toxemia provocada por excipientes agregados. Pese al
desarrollo alcanzado por las comunidades en la llamada lucha contra el
narcotráfico, en la mayoría de los países del mundo sigue siendo mas importante
el impacto sobre los servicios médicos de los sistemas de seguridad social, el
producido por el alcohol y el tabaco, que el impacto de la droga en el segundo
nivel de internación y en el óbito.
Veamos
ahora adonde va tanta droga. En especial y como máximo consumidor están los
EEUU y luego la Unión Europea, con mecanismos de financiación de combate al
narcotráfico, pero siempre en terceros países. Existe la DEA, la dirección
antidrogas de EEUU que dice combatir los cárteles, pero que en definitiva no
consigue o no quiere disminuir la entrada de droga a su territorio. Eso si, se
ocupan muy severamente de estigmatizar los países periféricos, no dudan en
desertizar, ni militarizar, ni reprimir, ni dejan de vender armas para el
combate al narcotráfico, brindan información reservada de inteligencia,
direccionando los organismos de represión, una verdadera colonización y cabeza
de playa militar del imperio.
En
nuestro país el SEDRONAR, la secretaría que se ocupa del tema, totalmente
colonizada por la DEA, que da instrucciones, financia, direcciona programas y
somete a acuerdos internacionales a todos los países del mundo, acuerdos que
los propios EEUU no cumplen, como el paraíso fiscal de un Estado completo de la
Unión como es Delaware y otros, o como las islas coloniales británicas Caimán,
Santa Helena, el peñón de Gibraltar, de su socio en la hipocresía Gran Bretaña.
O
sea que EEUU siendo el principal consumidor de drogas del mundo, es además el
que propagandiza el consumo a través del cine y miniseries yanquis en todo el
mundo, además de quien vende las armas al mundo, para combatir el narcotráfico.
Muy pocas películas norteamericanas no tienen algún consumidor en sus pantallas
y mucho mas en las películas bélicas, donde los soldados, solo pelean si están
estimulados. Sin embargo son capaces de dictar moral y buenas costumbres a los
“negritos del sur” sobre el deber ser en el combate al narcotráfico.
Cuando
fue la época de la ley seca a inicios del siglo XX en EEUU, surgieron las mas
grandes organizaciones mafiosas que al no poder ser controladas con los años,
fue abierto nuevamente el consumo, pero ya estaban consolidadas las mafias,
diversificadas en sus menú de inversiones, siendo hoy importantes empresarios,
aportantes de las campañas electorales. Hoy son los hoteles, los salones de
juego, los transportes, donde el narcotráfico lava su dinero, en aquellos
lugares difíciles de controlar en cuanto a movimiento y ocupación, como la
construcción con sobre costos entre otros emprendimientos.
Es
sin dudas un tema difícil, en especial para los trabajadores de la salud
abordar este tema por el lado de las complicaciones o como dicen los analistas,
“los efectos no deseados” de la lucha contra el narcotráfico, que incluyen
desde tierra arrasada a ingentes recursos económicos que se podrían utilizar en
la salud pública para la prevención.
Los
miles de millones de dólares destinados a la lucha enarbolada, provienen de los
estados, de recursos tributarios que en vez de crear infraestructura,
condiciones dignas de vida , mejor educación, salud y viviendas se van por las
alcantarillas nunca bien controladas de la lucha frontal al narcotráfico.
Sin
embargo los resultados son cada vez mas desoladores, en especial en nuestros
jóvenes, porque la droga se ha transformado en su distribución, en un trabajo
para los desposeídos y necesitados, o aquellos coaptados por la droga que son
puestos a distribuir a cambio de proveerles las dosis necesarias. Un verdadero
círculo del infierno, de la clandestinidad, del manejo espúreo del poder,
transformando en esclavos a contingentes de jóvenes que deberían estudiar y
trabajar, pero que son empujados al negocio fácil, al hoy sin mañana posible,
donde cada acto se transforma en el todo o nada, sin medir riesgos, en vidas
dilapidadas desde temprano, con políticas punitivas que lo afirman en el
delito, los forman y perfeccionan en los institutos de detención.
En
nuestro país, como en otros lugares, los medicamentos ansiolíticos, calmantes,
hinópticos que se venden, algunos bajo receta, son ingeridos en forma habitual,
casi ritual por gran parte de la población, inducidos por una publicidad
sintomatológica, que pretende transformar hasta los estados de ánimo, en
patologías, bajo la batuta de los laboratorios de especialidades medicinales,
que en su afán de vender y obtener ganancias, que ninguna industria del mundo
equipara en cuanto a su cadena de valor, entre el precio de costo y el de
venta. Desde la tristeza hasta la alegría deben ser medicada, el luto
merece medicación, la nutrición debe ser medicalizada con principios activos
que prolonguen la vida, hagan adelgazar, prevengan el colesterol, aumenten la
capacidad física, colaboren en la concentración, aumenten la capacidad del
trabajo, todo debe ser medicado y es legal, es parte del sistema, aporta al
mantenimiento del capitalismo salvaje, con sobre precios de hasta el 10 mil por
ciento, sobre el costo de producción. En definitiva las adicciones no son sólo
de drogas prohibidas, sino estimuladas por múltiples mecanismos publicitarios y
de normalidad cotidiana que crea cultura.
Nuestros
chicos ven y conviven con esa irrupción del medicamento en la casa, como algo
natural, como algo necesario que debe ingerirse para mejorar en todo, la
mama para los neervios, el papa para el strees, la abuela para dormir, el nono
para no dormirse, porque esa es la publicidad, porque para los jóvenes hay que
estar mas despierto y aguantar una noche en el boliche, para eso tomamos
bebidas con estimulantes, pero es legal.
Entonces
cual es la distancia que separa al dealer del productor de esos medicamentos o
alimentos potenciados, solo la legalidad establecida por la regulación. A
uno, los medicamentos, lo controlan los organismos de regulación, al otro
nadie, al otro sólo se lo combate frontalmente, hasta con el ejército en
algunos países, por eso cuando vende vidrio molido no es punible por quien lo
ingiere, a quien le va a reclamar, es ilegal, se mueve en el circuito del
delito, porque las pautas sociales así lo han establecido.
Ahora
como le explicamos a los pibes que pueden emborracharse en la previa y la
familia lo festeja, se fuma su primer faso y se hizo hombre o mujercita, pero
si fuma un porro es un drogadicto perdido que debemos internar para su
tratamiento de adicción. Si internamos todas las personas borrachas de una
noche de fin de semana, no alcanzarían las camas hospitalarias y de los hoteles
todos, para albergar a los miles de “enfermos”.
Poner
en debate el tema no es una discusión sobre preconceptos, sino que debe
encararse desde la Salud Pública, para avanzar sobre bases de estudios
científicos que determinen tanto los impactos personales como en los sistemas
públicos y sociales, de la drogadicción. Desde ese lugar con el fin de limitar
la producción clandestina, ilegal, mafiosa y criminal del narco, deberíamos
plantearnos la producción con controles de la pasta base y su comercialización
por mecanismos farmacéuticos, con controles del ANMAT y su respectiva
trazabilidad.
Se
también que el solo hecho de plantearlo provoca un escándalo, pero pensemos en
los efectos y las muertes que evitaríamos con una medida así, por llamarla de
alguna manera, revolucionaria. Dicen los detractores que aumentaría el consumo.
Acaso aumentó el porcentaje de cirróticos alcohólicos al levantarse la veda en
EEUU. Sabemos hoy cuantos y cuanto consumen, o estamos pegando a la piñata con
las campañas de prevención. No se consume acaso droga pura de buena calidad en
los lugares top del país, como droga social, aunque todo el mundo,
hipócritamente lo niegue? Provoca los mismos efectos en las clases altas, en el
espectáculo, en el deporte, en los grupos musicales, en los ambientes
artítiscos que sin embargo gozan de tolerancia social, pero estigmatizan a los
pobres drogadictos que consumen paco, que les arranca la vida?
Los
consumidores dejarían de concurrir a proveedores, delincuentes, mafiosos,
clandestinos, que trafican con la vida de los jóvenes, corrompiendo las
instituciones y los agentes públicos de todos los niveles.
La
calidad y pureza de la droga estaría garantizada, controlada por Salud Pública
y se vendería por mostrador, como hoy se hace con el alcohol, el tabaco, los
medicamentos, todos adictivos, los llamados energizantes, todos generadores de
dependencia, todos pasibles de tratamiento y de campañas de control preventivo,
en las cuales se invierten ingentes esfuerzos económicos.
La
marihuana y la cocaína solo serían dos mas dentro de este esquema, desarmando
las estructuras enormes burocráticas, corruptas, que generan dependencia que
dicen combatir la droga, pero que viven de ella.
Siempre
es un esfuerzo supremo la lucha por la salud, su preservación y su protección,
y el combate contra la droga debe inscribirse dentro de ella, en el marco de
los programas de salud de pública. Los efectos sociales de la droga y el
narcotráfico están devastando las sociedades, arrasando las economías,
fortaleciendo los sectores financieros verdaderos protagonistas del derrumbe
neoliberal del mundo, justamente por los recursos espúreos generados en la
ilegalidad, coaptando los gobiernos, destruyendo generaciones de jóvenes,
diezmando las familias, empujados a la marginación y al delito por los mismos
que dicen combatirlo.
No
es fácil proponer un debate como el que planteo, porque me imagino y lo he
vivido de cerca, como médico y militante social, el dolor de los familiares de
las personas que han caído en el abismo de la adicción a la droga, lo mismo que
los familiares de los que sufren el síndrome de Korsakoff, etapa final
dramática del alcoholismo o el cáncer y el enfisema terminal del pulmón
tabáquico. Todos dramas con la diferencia que a los últimos los sistemas de
salud están prestos, tanto en la prevención como en la desintoxicación,
mientras que en el mundo del narcotráfico, todo es amparado por la
clandestinidad, por la vergüenza original, por la venta ilegal, por los dealer
ofreciendo y hasta regalando droga para enganchar el cliente en la rueda
infernal del delito. Nadie lo ve, nadie lo controla, nadie lo cuida, nadie sabe
que ingiere, no tiene seguimiento ni verificaciones, se pagan fortunas que
alimentan el circuito mafioso, de donde salen los recursos para corromper y
comprar funcionarios, para manejar poder, para erigirse en dueños del mundo,
contra el cual no se puede luchar, cuando sus socios manejan poderes
internacionales en los circuitos financieros.
Me
niego a la resignación, sin buscar caminos audaces, avanzar en propuestas,
explorar con seriedad el tema, para que la injusticia social no sea la moneda
de cambio para terminar con la extorsión, que significa la presencia del
narcotráfico en la vida cotidiana de los argentinos, matando sueños de
generaciones y amputando vidas jóvenes, condicionando conductas políticas,
promoviendo nuevos millonarios llevados a íconos por la frivolidad mediática.
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