En su discurso, la Primera Mandataria advirtió que hoy no sólo debe
hablarse de peligro de “holocausto nuclear” sino también del riesgo del
“holocausto social”, a la luz de gravísimas crisis que se registran en
el mundo y que los organismos multinacionales “no logran obturar”, como
la situación en Egipto, que calificó de “atroz”.
Cristina Fernández de Kirchner afirmó ante los miembros de la OPANAL
que para la Argentina “preservar el Atlántico Sur como región de paz y
libre de armas nucleares es un tema central”.
Mencionó entonces “la controversia en materia de soberanía sobre las
Islas Malvinas, en la cual ni siquiera hemos podido lograr” que el Reino
Unido cumpla con la resolución de la ONU que exigió a las partes
negociar sobre la cuestión.
“Más aún –agregó- se insiste en seguir armando a las Islas frente a un
país que demostró vocación pacífica, y es público y notorio que no
cuenta con poder ofensivo para hacer frente, ni intención de agresión
para con nadie”.
“Sin embargo –alertó- se envían submarinos nucleares, de lo que dan
cuenta los propios organismos periodísticos del Reino Unido, y se vuelve
a tratar de colocar en el Atlántico Sur el tema de las armas nucleares,
en un lugar completamente desnuclearizado que ha demostrado
permanentemente su voluntad pacífica”.
“Debemos seguir insistiendo -reiteró- firmemente y sin pausa, en que queremos un Atlántico Sur libre de armas nucleares”.
Demandó además a “todos los países que integran la ONU que tengan el
mismo respeto por cada una de las resoluciones que emanan de sus
plenos”.
La Presidenta hizo un “llamamiento a quienes tienen liderazgo global a
que tengan una mayor comprensión y una mejor lectura” de los problemas
mundiales para que se logre “establecer reglas, patrones de conducta que
puedan ser aplicados uniformemente anticipando las crisis para evitar
mayores sufrimientos”.
Advirtió además que existe “un grado de obsolescencia funcional muy
grande” en los organismos multinacionales “que se demuestra frente a
este grado de conflictividad insoluble y creciente en el mundo”.
Destacó la Presidenta que países de América del Sur como Argentina y
Brasil, firmantes del Tratado de Tlatelolco, han “demostrado su vocación
de no proliferación nuclear” teniendo como tienen capacidad de
generación nuclear, que se utiliza exclusivamente con fines pacíficos.
Recordó antiguos pronósticos sobre supuestos riesgos de que las dos
naciones generaran armas nucleares y sobre la presunta rivalidad entre
ambos, y destacó que “afortunadamente como siempre pasa con los
analistas, no acertaron y fue exactamente lo contrario: ambos países
tenemos desarrollo nuclear y fuimos de los primeros en convertirnos en
abanderados de a no proliferación nuclear y del uso pacífico” de esa
energía.
Volvió a cuestionar el derecho a veto de que gozan las principales
potencias del mundo en la ONU y señaló que por el contrario, debería en
ese ámbito “gestionarse” los conflictos y buscar soluciones “por
consenso”.
Destacó la “impotencia, valga la paradoja, de las potencias” del mundo
frente a crisis como las que se viven en Medio Oriente que “no logran
obturar ni solucionar y son conflictos que están desangrando a la
humanidad”.
“Es importante –apuntó- demandar un ejercicio responsable de esos
liderazgos y la reforma de organismos multilaterales como la ONU para
que respondan a un mundo absolutamente diferente del que le dio origen”.
Al reclamar la necesidad de mantener al Atlántico sur como región “de
paz, libre de armas nucleares” recordó que en la Región “no tenemos
conflictos religiosos, no tenemos conflictos raciales, y no queremos que
extrapolen problemas o instrumentos que no nos son propios, que
desconocemos, porque somos países profundamente respetuosos del derecho
internacional y del derecho social”.
Afirmó que la Humanidad que “merece una mejor gobernanza, una mejor
gestión política por parte de quienes han luchado tanto tiempo para
convertirse en líderes globales, no sólo para imponer conductas sino
para garantizar a todos países del mundo y ciudadanos que podemos vivir
con peno ejercicio de los derechos humanos y los derechos sociales, la
educación, la salud, la vivienda y la seguridad”.
En ese sentido destacó que “el peligro del holocausto social es el que
sucede a las crisis económicas” y que “puede llevar a un grado de
conflictividad global tal vez inmanejable”.
Concluyó afirmando que “la preservación del Atlántico Sur libre de
armas nucleares; el reconocimiento de las grandes potencias de las
resoluciones de la ONU, sin duda van a contribuir no sólo en el
Atlántico Surr sino en mundo a un mundo mejor, más seguro, más
humanitario, más vivible para todos los seres humanos”.