Generando cambio

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Braindead: cualquier parodia de la política estadounidense no está muy lejos de la realidad PDF Imprimir Correo
Escrito por Agencia Paco Urondo   
Sábado, 31 de Octubre de 2020 23:03

En tiempos donde la polarización política vuelve a ganar el centro de la discusión por las inminentes elecciones, Braindead se adelantó al nivel de debate político que iba a generar la campaña y el mandato de Donald Trump. Una especie de terror cómico con crítica social.- Por Diego Moneta En uno de los tantos capítulos recordados de Los Simpson, los extraterrestres Kang y Kodos se hacían pasar por dos de los representantes más importantes de los partidos políticos de Estados Unidos, el demócrata “Bill” Clinton y el republicano “Bob” Dole. La serie Braindead, emitida por la cadena CBS, propone un paralelo entre el drama y la comedia política a partir de la misma premisa inicial.
Si bien luego da un salto a 2016, su punto de partida es la caída del Meteorito de Cheliábinsk, nombrado de esa manera por la ciudad rusa donde sucedió dicho evento a principios de 2013. Esa es la carta de entrada al planeta de unos insectos, que comienzan su invasión a partir del Capitolio estadounidense.
Escrita por Robert y Michelle King, Braindead sigue la historia de Laurel Healy (Mary Elizabeth Winstead), una documentalista amateur que se queda sin fondos para su última producción. Por ello, acepta la oferta de su hermano Luke (Danny Pino), senador demócrata en ascenso, para ser la trabajadora social que sirva de enlace con sus electores.
Allí, en conjunto con Gustav Triplett (Johnny Ray Gill), más conocido como Dr. Bob, y la Dra. Rochelle Daudier, irán descubriendo la existencia, forma de actuar y comunicarse de estos extraterrestres. Las hormigas se meten en la cabeza de la persona, a través de sus oídos, y reemplazan parcialmente su cerebro para tomar el control, volviéndola más extremista. El chiste interno que recorre toda la trama es que nadie toma como fuera de lo común la radicalización de los representantes políticos.
Las principales figuras afectadas son el republicano Raymond "Red" Wheatus (Tony Shalhoub) y la demócrata Ella Pollack (Jan Maxwell), representantes del Senado, justo cuando Washington se enfrenta a un cierre de la administración por temas presupuestarios. En la negociación entre los bandos será clave el rol de Gareth Ritter (Aaron Tveit), que integra el equipo de Wheatus. La trama se irá complicando a medida que más miembros del Congreso y autoridades del gobierno caigan bajo control extraterrestre. De esa manera, la lucha contra los insectos es envuelta por la disputa por el poder político.
Los síntomas de una persona afectada, más allá de la radicalización, son la pérdida de audición de un oído, la falta de equilibrio y una extraña afición por la canción You might think, de la banda The Cars. La otra pata musical de la serie son los segmentos de recapitulación de los episodios anteriores durante cada apertura, llevados a cabo por el cantante y compositor Jonathan Coulton.
Si bien el sello característico de los King, creadores de The good wife, puede notarse, está claro que se inscribe en una línea completamente distinta. Podemos ver desde como explotan cabezas de forma muy gráfica, hasta relaciones sexuales con Michael Moore. En las dos tiras actúa Zach Grenier, quien en Braindead hace de padre de los Healey y cuenta con una carrera dentro del Partido Demócrata. La impronta pasa por la sátira política con diálogos ingeniosos y por ser una comedia del mismo vuelo.
El humor es el gran recurso de Braindead. Más de una vez se rompe la cuarta pared y los personajes, pese a comportamientos ridículos, actúan de forma seria, y más de uno tiene un gran papel gracias a su carisma. En ese choque entre la seriedad y un accionar burdo funciona el humor. Es cierto que por momentos puede desconcertar el tono y el poco impacto o profundidad de algunos integrantes del elenco, pero la apuesta pasa por otro lado. Es una especie de terror cómico con crítica social.
Al fin y al cabo, es una lectura anticipatoria de la polarización actual. El nivel de debate en programas de televisión, ni hablar en redes sociales, y la contribución de ciertos políticos al circo mediático son muestra suficiente. Más allá de eso, la lógica de un sector que resiste y salva a la humanidad también está presente, especialmente en el trío encabezado por Laurel.
Los paralelos entre la serie y la realidad son varios. Desde las referencias al sistema de votación, pasando por los arreglos para conseguir la mayoría parlamentaria, hasta el cierre de la administración, como ocurrió con Donald Trump a fines de 2018. También hay lugar para rozar el bizarro, al estilo Trump alegando ser “la persona menos racista en la sala”, en presencia de la moderadora afroamericana durante el último debate presidencial.
Si bien la idea inicial era realizar cuatro temporadas, en las cuales se habría llevado a cabo una invasión en Wall Street, Silicon Valley y Hollywood, CBS canceló la serie después de la primera entrega. El problema principal fue que la premisa no encajaba en una cadena tan generalista y la baja audiencia fue su golpe de gracia.
Es una producción sólida y llevadera, con un buen elenco y guión, que retrata la dificultad cada vez más grande de hallar puntos de diálogo entre republicanos y demócratas. En tiempos donde la polarización política vuelve a ganar el centro del debate por las elecciones, Braindead se adelantó a lo que iba a ser el gobierno de Trump, que salió victorioso poco tiempo después y ahora busca su reelección.

 
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