Escrito por Agencia Paco Urondo
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Lunes, 02 de Noviembre de 2020 00:00 |
La poeta Liliana Ancalao de la comunidad mapuce-tehuelche Ñamkulawen, fue insultada y amenazada cuando participaba en un encuentro virtual del Centro Cultural Virla de la UNT. En solidaridad con ella compartimos el poema que intentaron silenciar.
Liliana Ancalao, gran poeta y docente nacida en Comodoro Rivadavia, Chubut, pertenece a la comunidad mapuce-tehuelche Ñamkulawen, es profesora en Letras e integró un grupo universitario de investigación del mapuzungun. El sábado pasado a las 19:00h era la invitada especial en una reunión del Café literario del Centro Cultural Virla de la Universidad Nacional de Tucumán que contaba con 54 participantes. Liliana leyó un poema en su lengua originaria y en castellano. Al empezar a leer el segundo poema aparecieron interferencias visuales y auditivas en Zoom, música con alto volumen, gritos, amenazas y también insultos por chat. La transmisión tuvo que ser suspendida. La Confederación Mapuche de Neuquén manifestó en sus redes: “Nos solidarizamos con nuestra lamgen Liliana Ancalao y repudiamos el acto de censura racista que vivió la tarde de ayer cuando intentaba leer en mapuzugun (idioma del Pueblo Nación Mapuce) un poema de su autoría”. Y agregaron: “No creemos que sea un hecho aislado, sino que se enmarca en el racismo que en estos momentos es fogoneado por los medios masivos de comunicación y los sectores de poder, quienes pretenden negar la fuerza histórica de nuestras reivindicaciones, estigmatizando nuestra causa y nuestra cultura. El mapuzugun es la vigencia de nuestro pueblo, el arte es una forma más de reivindicar y proyectar nuestra cultura. En este sentido la visibilización del trabajo de Liliana Ancalao y otras expresiones artísticas mapuce vienen creciendo y fortaleciendo a nuestro pueblo. Abrazamos desde acá a nuestra lamgen, repudiamos las acciones racistas invitamos a difundir su trabajo literario” Luego de los hechos Ancalao manifestó en su muro de Facebook: “¿Acallar al mapuzungun, el idioma de la tierra? no creo. ¿Silenciar a la poesía? tampoco. Tal vez, y por un rato, mi pequeña voz. Ayer, se me quedó este poema sin leer. Si pueden leerlo en voz alta, pongan: logrado, por la memoria” El violento accionar fue repudiado por numerosos escritores, artistas e instituciones. Nos sumamos al repudio y en solidaridad con Liliana compartimos el poema que intentó ser silenciado en el evento literario: La tarde del sábado para lavar la ropa Entre los peones, que cayeron fusilados en las huelgas rurales de 1920 y 1921, seguramente había hombres de los pueblos originarios que cuarenta años antes habían recorrido libres los territorios del sur. La tarde del sábado para lavar la ropa pedían los peones que ahora les llamaban así a los empobrecidos williches pikunches ahonikenk shelknam yagan kaweskar y kamollfunche Cuarenta años después un rato de ser wentru pedían aunque los alambrados No les dijeron no, a su pedido siempre fueron afables tampoco sí: a las ventanas de brisa en el galpón cerrado un suspiro limpio que ventile el pecho y se lleve el olor de los corrales lo desparrame como el agua enjabonada el sábado a la tarde en el patio de la estancia Un respiro de aire sin patrones que ahora debían llamarle así a los muy enriquecidos no les dijeron no, los muy prolijos hicieron venir a los milicos Y no les dieron: tiempo para lavar su cara y su cabello que el agua corra hasta sus pies el sábado a la tarde para lavar sus calzoncillos la camisa la roña de los puños la mugre del cuello los sudores de la espalda Salir del ciclo de la lana por un rato que la parición que cortarles los huevitos a las crías y la señal del patrón en las orejas. que la pelada del ojo que la esquila que los fardos de lana trepándose hasta el techo No tuvieron: los bancos que pedían para sentarse descansar el cuerpo armar el círculo de la conversa y el silencio y que en los puestos esa distancia alambrada en la inmensidad del latifundio el hombre no esté solo condenado a estar impar Eso pedían a cambio de volver a producirles las ganancias Y los ataron como hacía cuarenta años a sus parientes allá por el chubut en el corral de sacamata como a animales los milicos obedientes de los muy enriquecidos No les dijeron no, tampoco sí: al sábado a la tarde para volver a ser wentru por un rato para lavarse bancos velas aire no estar solos en los puestos no más pedían Balas les dieron los milicos obedientes primero los pusieron paraditos y en fila como los postes del alambre A los peones que se habían atrevido les apuntaron ahí a la memoria y fueron cayendo las camisas con sangre que ningún jabón refregará el sábado a la tarde y vuelve a gotear el dolor mierda vuelve.
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