Escrito por Agencia Paco Urondo
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Miércoles, 25 de Noviembre de 2020 00:00 |
El secretario General de SUTEBA, Roberto Baradel, dialogó con AGENCIA PACO URONDO RADIO (domingos de 10 a 12, FM La Patriada) sobre los dichos de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, que generaron repudio tanto en la comunidad educativa como en los organismos de derechos humanos.- Por Martín Massad
El secretario General de SUTEBA, Roberto Baradel, dialogó con AGENCIA PACO URONDO RADIO (domingos de 10 a 12, FM La Patriada) sobre los dichos de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña (dijo que los docentes son "viejos, fracasados y pobres") que generaron repudio tanto en la comunidad educativa como en los organismos de derechos humanos, pero también en un amplio sector de la sociedad. AGENCIA PACO URONDO: Tras los dichos de la ministra Soledad Acuña, hubo un fuerte repudio tanto desde la comunidad educativa como de los organismos de derechos humanos. ¿qué opinión tiene al respecto? Roberto Baradel: Cada vez que escucho sus dichos, me pregunto qué experiencias enriquecedoras puede aportar un personaje como Soledad Acuña, que tiene un pensamiento tan chato y tan lineal, en relación a lo que ha manifestado. Además de discriminar y ofender gratuitamente, intenta deslegitimar una tarea que es fundamental. Fueron muy pocos los que respaldaron sus dichos, mientras que ha sido enorme el repudio de la comunidad educativa y de la sociedad en general. Son expresiones que a esta altura no se pueden tolerar, y me hacen acordar a las expresiones de María Eugenia Vidal, que tienen la misma matriz de pensamiento cuando se preguntaba “si era justo que el Estado invirtiera en universidades para las personas pobres que nunca iban a asistir a ellas. Lo mismo respecto a los dichos del ex presidente Macri cuando expresó que “algunos tenían que caer en la educación pública”. Sin embargo, no “caímos” en la educación pública, sino por el contrario, estamos completamente orgullosos de eso. Ahora si es entre caer y no caer, escuchando a Mauricio Macri en sus discursos, con las reflexiones que hacía, menos mal que caímos en la educación pública y no tuvimos la formación que tuvo él porque sería un espanto. APU: ¿Considera que esta matriz de pensamiento intenta fomentar una cultura única? R. B.: Es así porque ellos tienen una mirada clasista en tanto consideran que determinado sector de la población está relegado a ocupar determinados puestos de trabajo y en la sociedad, mientras que otro sector que tiene capacidad contributiva, y por ello se cree con derecho a aspirar a otras profesiones, como ser docentes, médicos, ingenieros, arquitectos, etc. Es decir, creen que esto último no lo puede hacer un hijo o hija de trabajadores. APU: En este sentido, de alguna manera se pone en juego quién es el dueño del conocimiento, algo que muchas veces las clases más alta se han adjudicado en lo que refiere a la enseñanza. R. B.: Y esto no solamente para enseñar, sino también para dirigir un país. La verdad es que las clases dominantes en este país han demostrado una ignorancia supina en muchísimos aspectos y una chatura intelectual muy importante. Creo que las cosas que han hecho en este país han sido a fuerza de golpes militares para defender su privilegio. Por supuesto que esto no debe ser así. Nosotros entendemos que tiene que haber movilidad social, y por eso creo que el odio visceral que se les tiene a las clases populares es porque pudieron acceder a determinados lugares gracias a la lucha de los trabajadores y trabajadores, y esto a algunos se les hace insoportable. APU: ¿Cree que Soledad Acuña debería disculparse por sus dichos? R. B.: Creo que sus dichos expresan lo que piensa, entonces debería disculparse porque fue ofensiva, pero eso no cambia lo que piensa. Su matriz de pensamiento es esa e intenta reproducirla o aplicarla a través de las políticas públicas que llevan adelante cuando son gobierno. APU: Más allá de este aspecto coyuntural, y en un nivel más macro, ¿cómo analiza el desarrollo de la educación durante este año de pandemia? R. B.: Con dificultades, pero con mucho compromiso y trabajo por parte de los docentes y del acompañamiento de las familias. Ello no solamente en el marco virtual sino también a través de la entrega de cuadernillos y también de otros formatos, ya que en algunos casos el conocimiento llegó a los alumnos a través de la televisión o e la radio, sobre todo en los lugares a los que no llega la conectividad y está limitado el acceso a los cuadernillos. El esfuerzo fue muy importante. Por supuesto que la virtualidad no reemplaza la presencialidad por el vinculo del docente con el estudiante, pero en un marco extraordinario de pandemia, la presencialidad, después del receso escolar de invierno, se fue llevando adelante en varias zonas de nuestro país con las prevenciones del caso, y el cuidado de los protocolos. Ojalá que el año que viene estemos en mejores condiciones, y todo se pueda ir normalizando de una manera paulatina. APU: Para finalizar, ¿cuál considera que es el camino para engrandecer la educación pública? R. B.: Primero, reconociendo el esfuerzo y el trabajo enorme de los docentes, a lo que se le suma el esfuerzo de los padres. Asimismo, la educación pública se engrande invirtiendo más, reconociendo la tarea con un Estado presente, procurando una educación pública de calidad para todos y todas, que enseñe a pensar, no a obedecer como pretenden ellos, que formen sujetos de derecho, ciudadanos críticos que puedan interpelar la realidad, que tengan un análisis crítico y reflexivo de la realidad y que se revelen contra la injusticia. Este conocimiento que brinda la escuela se debe poder utilizar no solamente para el desarrollo individual, sino también para aportar a la transformación social, de la comunidad, haciendo sociedades más justas, tolerantes, diversas y democráticas. Esto es precisamente todo lo que ese sector no quiere, ya que a mi entender pretenden dos cosas: por un lado, utilizar la educación pública como una fuente de negocios, y por ende mercantilizarla, privatizarla. Por ejemplo, en el sistema educativo chileno, más del 60% está en manos privadas y asistir a la universidad es casi imposible o muy dificultoso para los sectores populares, no así para los sectores que tienen mayor capacidad contributiva. Por otro lado, pretenden que las aulas sean una especie de lugar donde se pueda disciplinar a los estudiantes, a la futura generación, enseñar a obedecer y no a pensar. En otras palabras, ellos pretenden que enseñemos en la escuela que pobres hubo siempre, como una suerte de resignación de lo que está dado, de lo que está instituido, mientras que nosotros queremos todo lo contrario. Como decía Paulo Freire, “la educación no va a cambiar el mundo, pero cambia a las personas que van a cambiar al mundo”
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