Escrito por Jorge Rachid
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Martes, 11 de Mayo de 2021 00:00 |
El mundo ha vivido una Guerra Mundial que no ha terminado, aunque se vislumbra su fin a través de las vacunas. Un enemigo invisible, pero letal, invadió todos los territorios del planeta, produciendo daños materiales, víctimas fatales, dejando secuelas y esencialmente dolor social inmenso. Nadie quedó afuera de ese escenario, la Pandemia no sólo creó una crisis sanitaria, planteó la necesidad de una nuevo mundo, dando comienzo a una nueva era. Es que la crisis civilizatoria que dejó al descubierto la Pandemia, hizo evidente una situación límite en la Humanidad, en donde el calentamiento global, el choque de intereses financieros y productivos, los avances tecnológicos, las áreas de influencias, todo lo viven en tensión, para lograr hegemonías en un mundo cada día más multipolar.
Las guerras localizadas, las caídas financieras, las crisis sucesivas, las polarizaciones políticas, no resolvieron la ecuación necesaria al equilibrio de poderes del mundo. Estamos en una situación similar a mayo de 1945, con la victoria aliada en Europa, el avance del ejército ruso hasta ocupar Alemania y el este europeo y las tropas del resto de los países avanzando desde el sur. Pero Japón seguía en guerra, aunque todos sabían que era cuestión de tiempo su caída, ya no habría resistencia posible, sólo más víctimas y la derrota definitiva. Hoy sabemos que la Pandemia podemos llegar a manejarla, aunque será una victoria parcial, ya que sólo la vacunación efectiva, con inmunidad comunitaria en las poblaciones, controlará su voracidad. Pero el virus estará presente, el COVID 19 será una nueva realidad en el escenario sanitario mundial, y como todo tema infeccioso serán los pueblos más humildes y pobres del planeta, los que más tarden en llegar a su resolución. Los ricos serán más ricos y los pobres más pobres, así fue en la posguerra mundial y será en ésta, cuando se reacomoden los poderes fácticos. Entonces en mayo de 1945, ya los vencedores se reubicaban en sus nuevos papeles: Postdam y Yalta lo atestiguan con dramática vigencia, se abría un nuevo colonialismo, de nuevas áreas de influencia en el nuevo mundo. Había que darle a esa situación una imagen de futuro de paz, de solidaridad internacional, aunque sin perder el control del ejercicio del poder por parte de los vencedores, entonces se crean las Naciones Unidas, un concierto de países que pueden opinar, pero pocas veces decidir: el Consejo de Seguridad, con derecho a veto, decide los márgenes de los caminos de la humanidad. El quiénes son los integrados a ese nuevo mundo y quienes operan en sus orillas, lo deciden los vencedores, en su mesa chica, cuál será la moneda de cambio internacional cambiando el patrón oro por el dólar también, China con 1100 millones de habitantes recién será reconocida a mediados de la década del 60 por Nixon-Kissinger, Francia libera Argelia en el 62, EEUU arrasa cualquier rebelión en América latina e impone dictaduras en aquellos países con liderazgos díscolos a su estrategia continental. Naciones Unidas calla y cuando habla no se la escucha: Malvinas y Palestina son ejemplos de esos reclamos históricos. En nuestro país, con un pueblo emergido de las sombras del colonialismo económico agrícola- ganadero probritánico y un liderazgo fuerte que enfrenta con estrategia geopolítica esa situación mundial, con un proyecto de liberación, como fue el de Perón y el peronismo doctrinario, tiene encima al conjunto de los países integrados y sometidos y a sus fuerzas políticas, de conducción anglosajona liberal y las fuerzas marxistas, tanto comunistas como socialistas, en su contra al intentar mover el tablero internacional, en una posición de soberanía política nacional y de Patria Grande. En Europa, los vencedores alineados con EEUU se plantean un Plan de reconstrucción económica, de nuevas reglas de juego y políticas sociales que contengan el drama de millones de seres humanos, que han perdido todo y siguen llorando sus muertos, dando lugar al Plan Marshal en lo económico y constituyendo el Estado de Bienestar en lo social, con el modelo Berberige en Inglaterra, continuidad del de Bismarck en la primera gran guerra del 1917. Los mismos mecanismos de contención de situaciones sociales límite, sin perder el control político de sus áreas de influencia, siendo el caso de la división de Berlín el caso más emblemático de la guerra fría que comenzaba. La guerra de corea es otro ejemplo de esa situación. Dividir el mundo entre los buenos y los malos, podrá servir para la tribuna política, pero en el análisis más acabado, siempre se trata de relaciones y luchas de poder referidos a intereses concretos, tanto de recursos naturales, como de control económico de terceros países, en tanto acumulación de conocimientos en ciencia y tecnología, que les permite a los imperios, el ejercicio del poder discriminatorio, que somete y disciplina. Ante ésta situación entonces, el peronismo convoca al Consejo Nacional de Posguerra, herramienta de reconstrucción nacional, para planificación estratégica, políticas públicas y elaboración de las pautas de un Plan Quinquenal, que diese certezas de los caminos a emprender. Desde el Consejo comienzan a plantearse el esquema de sustitución de las importaciones, las herramientas necesaria para el control de los tres espacios soberanos: tierra, aire y mar, surgiendo la Flota Mercante, AA y la nacionalización de los trenes. También el diseño del perfil del modelo social solidario, que abarca desde los previsional a la salud, la educación pública y la vivienda, mostrando caminos a recorrer de construcción de Justicia social. Hubo un segundo Plan Quinquenal peronista, que la revolución fusiladora del 55 clausuró, con impulso del terror y la muerte. China hoy comienza ahora su 15° Plan quinquenal consecutivo. Una continuidad política estratégica de aquella visión compartida por los grandes líderes de la Humanidad, que lejos de asimilarse a la polarización, fueron encontrando caminos de fortalecimiento a través de los países del Tercer Mundo, conjunción de la Tercera Posición en un marco creciente de guerra fría. Mao, Nasser, Nerhu, Sukarno y hasta De Gaulle se asoció en algún momento, junto a los países africanos, árabes y algunos latinoamericanos como Cuba y por momentos Chile, Perú y Bolivia, todos procesos populares, derrotados por nuevas dictaduras. Es cuando el análisis nos lleva a ésta guerra pandémica y su salida en el tiempo, que debería encontrarnos armados en un proyecto de país, con caminos previsibles a recorrer que afiancen nuestra soberanía política, integrada a la patria Grande, construya los grandes desafíos del siglo XXl: Eliminar la pobreza estructural definitivamente en un modelo de Justicia Social respaldado por la Comunidad Organizada como ejercicio de poder popular permante, con amparo constitucional. Avanzar en Ciencia y Tecnología aplicada a un perfil de país que irrumpa en el escenario internacional del conocimiento, con sus beneficios económicos. Lograr masa crítica de poder Latinoamericano en la mesa de las negociaciones internacionales a través del UNASUR y la CELAC. Volver al control y regulación del comercio exterior con mecanismos que emplean todos los países del mundo. Afianzar los recursos naturales con patrimonio y tecnología nacional, en especial el agua dulce; recuperar soberanía sanitaria plena en la producción de materias primas de medicamentos y producción pública, como bien social de los mismos hoy denigrados a mercancías. Sellar las bases de la Argentina Bicontinental y sus espacios soberanos, incluyendo Antártida Argentina e Islas del Atlántico Sur. Discutir una Nueva Constitución y la nacionalización de los servicios públicos, por ser DDHH básicos. Fortalecer la industrialización avanzada en el país y la soberanía alimentaria de nuestro pueblo. Son sólo algunos de los ejes a debatir profundamente, con visón de políticas estratégicas, que nos ubiquen en el mundo globalizado, integrados desde nuestra identidad nacional latinoamericana, con la memoria plena de nuestra historia, mestiza, criolla, morena profunda que emana de nuestros pueblos, hermanados en un desafío de cuidar la Pachamama, la Madre Tierra, enfriando el calentamiento global, plantando y levantando bosques que nos hagan respirar como planeta, recuperando la dignidad como seres humanos, frente a tanta ignominia mercantilista, voraz e inhumana de un capitalismo que plantea el crecimiento patrimonial infinito, sacrificando a los pueblos del mundo. PRIMERO LA PATRIA - www.lapatriaestaprimero.org
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