Escrito por Jorge Rachid
|
Martes, 22 de Febrero de 2022 01:46 |
“Siempre hubo pobres” es una expresión habitual de quienes alivian sus conciencias al calor de las realidades sociales que les toca vivir, para evitar comprometerse con ellas. Son aquellos que repiten a modo de mantra los conceptos hoy llamados neoliberales, pero que devienen de las conformaciones históricas de los relatos de los vencedores, tanto del colonialismo iniciático de cinco siglos, como de los colonizadores posteriores y sus socios de las aristocracias locales: “son vagos y mal entretenidos”, “civilización o barbarie” identificando la primera a los colonizadores y la segunda al pueblo.
Esa consolidación en el tiempo lleva a los conceptos actuales “choriplaneros”, “aluvión zoológico” y otras denominaciones de quienes justamente fueron excluidos socialmente por el colonialismo dominante desde hace cinco décadas en nuestro país, desde lo cultural, lo económico, lo financiero y lo que derrumba la democracia que es el colonialismo institucional, con su expresión más brutal, que es la Corte Suprema de Justicia, uno de los pilares del Estado republicano cooptado por políticas no sólo neoliberales, sino asociados a estrategias coloniales como el Lawfare. En el transcurso del tiempo, que talla la conciencia de nuevas generaciones, la penetración cultural hace su trabajo intentando destruir la identidad y la memoria del pueblo, que comienza a percibir la realidad de un relato único, apuntalado por una carga mediática cotidiana que lejos de ser de comunicación, es la verdadera arma de destrucción masiva del coloniaje, ya descripta por Ramón Carrillo en los años 50, cuando describió con lujos de detalle la Guerra Psicológica, ante las FFAA. Pero a la par se desarrolla otro frente de combate con la ocupación colonial del sistema financiero y económico, culminando con la apropiación del Estado consolidado por una Constitución Nacional de 1994, que fragmenta al país, a cambio de aceptar los tratados internacionales como leyes constitutivas de la Nación. Esa situación permite no sólo la penetración en lo económico sino en los servicios, destruyendo las fuentes que consolidaron en su momento el ser nacional, desde una concepción solidaria construida por décadas de los sistemas de salud, educación y previsionales echados hoy al fuego del mercantilismo, que produce una segmentación social necesaria a los fines de lograr la fragmentación política, que construye la nueva realidad conceptual neoliberal. Es cuando se comienza a naturalizar la pobreza como tema estructural, pétreo, inamovible que sólo recibe respuestas de índole económica, sin llegar a reconocer las complejidades de sus particularidades que son más profundas que una simple descripción del comer o no comer. Al cual el Estado benefactor siempre puede llegar, pero con un paliativo sin cuestionar la profundidad del problema a enfrentar, que es la eliminación definitiva de la pobreza como objetivo estratégico. Sin esa determinación política, asociada a los cambios estructurales necesarios, la pobreza se transforma, como en el tema de la droga, en un negocio político económico, necesario y funcional a los grupos de poder hegemónicos, que no sólo aparecen como damas de beneficencia del siglo XlX con sus dádivas, sino que acumulan ganancias en su despliegue táctico, manipulando las decisiones políticas de compras y aplicando los parches necesarios para evitar el estallido social, única preocupación del poder. Es que el colonialismo tiene en sus actores locales, tanto empresariales como políticos, una planificación estudiada y programada de poder con avance hacia la destrucción de las políticas de distribución del ingreso y la determinación de la exclusión de las mayorías populares del conocimiento y del trabajo registrado, como herramientas de control social que les permita el manejo del poder. Ese poder concentrado es la expresión de un colonialismo que evita exponerse, planteando situaciones coyunturales que nunca afectan la estructura de la dependencia, entre las cuales se encuentra la necesidad de la exclusión social de grandes masas de población, para instalar políticas que derrumben derechos adquiridos desde laborales a sociales, determinando nuevos rumbos internacionales que den la espalda a la Patria Grande, siendo súbditos de diseños estratégico imperiales, en su mirada de mundo Unipolar, atado a intereses ajenos a los del pueblo argentino. La pobreza entonces no constituye una clase social, sino que es una consecuencia de un accionar represivo que disciplina y somete al pueblo, desde hace décadas en una maniobra que fue destruyendo construcciones sociales colectivas y solidarias desde un peronismo iniciático, que también fue cooptado e intrusado, por esa concepción resignada neoliberal sobre la situación social de la pobreza que derrama de los organismos internacionales como el Banco Mundial. Porque los pobres no son una categoría, ni una unidad, tampoco son un objeto de estudio como expresión del escenario de un nuevo tiempo, al cual se le van dando recetas novedosas de paliativos aliviadores, sino que constituyen un conjunto de compatriotas para los cuales el Estado Nacional ha desertado de sus garantías constitucionales, como educación, salud, vivienda y trabajo, además del sustento previsional de la seguridad social, como herramienta central que evita la diáspora social, desde el modelo de la solidaridad intergeneracional como proyecto de vida social. Ese mercantilización de la vida a la cual refiere Francisco y por la cual es combatido por los poderes mundiales financieros, políticos y militares, es justamente la expresión que define la pobreza por acumulación obscena de ganancias que se lleva adelante en el mundo globalizado de los bienes y servicios que transponen fronteras, pero no de los seres humanos que migran por millones en el desamparo y el hambre producto de esas políticas. Todo transcurre en las fronteras, incluso no hay fronteras para los negocios financieros on line, pero vallas y represión, campamentos y tráfico de personas en los seres humanos desesperados, por un mundo invivible, que la Pandemia puso en evidencia como es la naturalización de la civilización humana en fase terminal, en crisis moral y climática por el calentamiento global, producto del accionar de un capitalismo salvaje, brutal e inhumano, que no respeta ni el ambiente ni las personas. No son lo mismo los pobres empobrecidos que los pobres precarios, sin embargo la tendencia es englobarlos en políticas comunes de diseño benefactor, lo cual solidifica su situación. Los primeros son aquellos caídos de la inclusión social por despojo de derechos laborales y sociales que tenían antes de las reiteradas crisis económicas, producida por una ingeniería social predeterminada que necesitaba la exclusión como herramienta de control político y económico. No fueron “malos manejos”, ni tampoco “problemas del frente externo”, ni “el cierre fiscal”, ni “la emisión monetaria”, ni el “gasto social”, todos latiguillos de una consolidación colonial no sólo estructural, sino del discurso con apropiación de la palabra por parte del poder. Es la concentración hegemónica de medios que lo permite desde sus plataformas asociado a un sistema financiero buitre, que desde la dictadura cívico militar perdura haciendo tambalear los mercados y una estructura jurídica al servicio del enemigo, en su expresión máxima la Corte Suprema. La pobreza como discusión de políticas de Estado sin un Plan estratégico de eliminación, es aceptar el coloniaje, ya que el planteo que el enemigo no quiere aceptar es y debe ser la discusión de la riqueza, no de aquella producida por el trabajo genuino, sino la acumulada por años de saqueos financieros sobre las espaldas del pueblo argentino, que permitió consolidar a quienes hoy detentan el poder del Círculo Rojo cooptando las instituciones, manipulando la política, creando sentido antinacional desde los medios hegemónicos y operando los mercados financieros. Nacionalización de deudas privadas a públicas en 1980 Cavallo, apropiación de los depósitos, hiperinflación 1989, apropiación de los depósitos bancarios 1990 Menem/Erman González, corralito y corralón 2001, endeudamiento FMI desde la salida de Grinspum del Gabinete de Alfonsín por presión del poder económico, pago al FMI por Néstor y endeudamiento actual FMI por Macri/Embajada de EEUU. Pero el problema es que los argentinos somos vagos… Si la maniobrabilidad política del Gobierno se mueve en los márgenes del sistema colonial, la superación puede ser parcial y coyuntural en el tiempo, sin cambiar su raíz estructural dependiente, desde lo cual sólo repite la historia, profundiza los descensos de calidad de vida, concentra monopólicamente las cadenas de suministro, impide el ejercicio soberano de la decisión gubernamental y genera condiciones políticas para el caos, repetido en estos años como fórmula de desestabilización de procesos populares, debilitando la democracia tal cual la conocimos, ante actores que la manipulan y determinan. Pero el problema según el enemigo es el déficit fiscal por lo cual hay que ajustar salarios, jubilaciones, salud y educación pública y y pensiones graciables a discapacitados… La Argentina es el 4° país del mundo cuyos residentes tienen fortunas en el exterior estimadas en 400 mil millones de dólares, producto del trabajo argentino fugado, de créditos internacionales robados, de acciones de corrupción comprobadas, de traficantes de drogas y especuladores financieros, más los consabidos depredadores de riquezas por aduanas porosas y regímenes lábiles de control de evasión en las exportaciones, todo por miles de millones. Pero el problema son los comedores sociales y los alojamientos de los sin techo… Si este es el mundo en el cual debemos convivir, será corta la paz ya que “los pueblos agotan su paciencia y hacen tronar el escarmiento” nos dijo el Líder y acertó cuando las condiciones sociales se tornaron insoportables, el pueblo salió a las calles con la firmeza de cambiar el régimen, no sólo por la lucha sectorial reivindicativa siempre presente, ya que será poco el margen de maniobra para mejorar la calidad de vida del pueblo en el estrecho abismo del coloniaje. El problema de la pobreza sólo se resuelve derrotándola con trabajo y producción, pero removiendo las estructuras que la originan, combatiendo la prevalencia neoliberal cultural, la dependencia económico financiera y desarmando el coloniaje institucional, construyendo un Estado al servicio de las mayorías populares, con herramientas propias que le otorguen Soberanía en la decisión sin depender de terceros, en un proceso de Liberación Nacional y Popular que solo será posible en el marco de la Patria Matria Grande Latinoamericana. PRIMERO LA PATRIA - www.lapatriaestaprimero.org BIBLIOTECA Osvaldo Vergara Bertiche/A. Braile: La Guerra Psicológica Ramón Carrillo Ed. Vuelta a casa AdrianScribano/Eugenia Boito: El purgatorio que no fue Ed. CICCUS Zygmunt Bauman: Tiempos líquidos Ed. Ensayos
|
|