En una entrevista con AGENCIA PACO URONDO RADIO (domingos de 10 a 12, FM La Patriada), el CEO de la multinacional Syngenta debatió sobre diferentes temas de actualdiad. "Hay que pensar algún plan de estabilización donde los principales actores económicos nos pongamos de acuerdo en una reducción significativa de la nominalidad", aseguró.-Por Martín Massad y Manuela Bares Peralta
En una entrevista con AGENCIA PACO URONDO RADIO (domingos de 10 a 12, FM La Patriada), el CEO de la multinacional Syngenta, Antonio Aracre, debatió sobre diferentes temas de actualdiad. "Hay que pensar algún plan de estabilización donde los principales actores económicos nos pongamos de acuerdo en una reducción significativa de la nominalidad", aseguró. Agencia Paco Urondo: Lo he escuchado en algunos reportajes y no está de acuerdo con el aumento de las retenciones. ¿Cómo cree que puede llegar a impactar esta suba del 2% para los derivados de la soja y si ese dinero se va a usar para hacer un fideicomiso para sostener los precios del trigo en nuestro país? ¿Cómo le cae esa noticia? Antonio Aracre: Lo escuché al ministro (de Agricultura) Julián Domínguez y me parece que de todos los escenarios posibles y de los que se hablaba, es un escenario razonable, tratándose de poner en el medio de distintos intereses y puntos de vista. Por un lado, el ministro recalcó muy bien que el poroto de soja, que es el que comercializan los productores, hoy está en el 33% y nadie está tocando ese número. Simplemente, se está dejando de incentivar esos dos puntos a la industrialización del aceite y la harina de soja. Entonces les dijo a los exportadores, tengan en cuenta que los productores ya están pagando 33, este paso del 31 al 33 para ustedes no debiera repercutirle para nada en el precio de los productores. Fue un mensaje fuerte para los exportadores. Esperemos que lo tomen, porque normalmente no pasa esto. En general, cuando se toca el eslabón de la industria, que está bastante concentrada, se dan vuelta y lo traspasan a los productores. Ojalá que en este caso eso no pase. Por otro lado, me parece que también hubo una medida de contrapreso que fue un mensaje muy constructivo para el sector agropecuario, en las vísperas de la siembra del nuevo trigo, de permitirle adelantar la comercialización de ocho millones de toneladas y que se pueda captar ese precio internacional alto con las retenciones actuales. Lo cual es un mensaje muy positivo porque le permite al productor comercializar su producción en un momento donde el precio es muy conveniente. Pero además, le está mandando un mensaje diciéndole ‘no voy a estar tocando la retención de este cereal’. Creo que entre las dos medidas hubo un contrapeso estratégico de considerar al campo como un aliado importante en estos momentos donde el gobierno necesita más exportaciones y más divisas. Y por otro lado, la necesidad de hacer algo para el mercado interno quitándole ese subsidio o ese incentivo a la industria, temporariamente -dijo ayer el ministro Domínguez-, y con eso poder fondear ese fideicomiso que podría bajar el precio de la harina en la góndola. APU: A través de ese fideicomiso el gobierno lo que haría es subsidiar el precio interno, para que no se dispare el precio de la harina. ¿Sería así? AA: Exactamente, subsidiaría la producción de la harina. Ahí tengo algunas diferencias en la implementación, me parece que hubiera sido más interesante segmentar ese subsidio y apuntar no solamente a la harina sino a tres o cuatro productos: la harina, los fideos, el pollo. Y hacerlo únicamente dirigido a los sectores más vulnerables, vinculándolo con la tarjeta AUH o la Tarjeta Alimentar. De manera tal, que usted y yo no tengamos ese subsidio, porque no lo necesitamos, y además porque los recursos son limitados. Entonces, que apunten a la gente que lo necesita de verdad. APU: Hace unos días, en una entrevista usted hablaba de la necesidad de avanzar en una concertación nacional de precios y salarios en los distintos sectores. Lo veía como el complemento ideal del acuerdo con el FMI. En este sentido: ¿qué opina de los anuncios a los que se refirió el Presidente la semana pasada y si siente que vamos caminando hacia esa idea con esta mesa de diálogo con empresarios, gremialistas y organizaciones sociales? AA: En la intención sí, porque se anunció efectivamente que se iba a convocar esta semana. Todavía no sabemos exactamente mucho de la convocatoria ni qué decisiones concretas se van a intentar tomar. Si fuera solamente simbólica, posiblemente el impacto sería muy bajo. Ahora, si se pudiera utilizar como un fenómeno para repensar algún plan de estabilización donde los principales actores económicos nos pongamos de acuerdo en una reducción significativa de la nominalidad, dejando de mirar atrás para ajustar los precios, los salarios, los servicios... ‘¿Cuál fue la inflación pasada? ¿El cinco? Bueno entonces voy a remarcar con el seis por las dudas para cubrirme’. Tenemos que empezar a mirar hacia adelante, queremos que sea el 2%, bueno nada puede subir por encima de ese número. Ni los salarios, ni los precios, ni las tarifas. Podemos ir gradualmente modificando esa extrema nominalidad que tenemos hoy, bajar las expectativas y anclar esas expectativas, que es una de las causas de la inflación. No la única porque tenemos el tema de la emisión, el tema del tipo de cambio, pero sin dudas que la de las expectativas es una de las importantes. Y esa inercialidad a la que asistimos en la indexación de la economía hay que frenarla de alguna manera. Esta podría ser una forma razonable, si todos nos ponemos de acuerdo, y lo cumplimos. APU: ¿A a qué se dedica Syngenta? AA: Somos una empresa de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías para el agro pero nuestro negocio principal está en las moléculas químicas, genéticas y biotecnológicas o sea agroquímicos, semillas y eventos biotecnológicos. No estamos en el terreno de los fertilizantes, por ejemplo. APU: Con respecto a los agroquímicos, que hay tantas organizaciones y parte de la sociedad civil que está en contra de su uso, porque puede dañar la salud de la población. ¿Qué posición tiene al respecto? AA: Cada molécula que se registra en el sistema regulatorio europeo, americano o argentino lleva muchos años de testeos, de ensayos, de pruebas desde el punto de vista de la eficacia agronómica, de la inocuidad para la salud, de su amigabilidad con el medioambiente. Hay muchas moléculas que nunca salen a la luz porque precisamente no cumplen con algunos de estos tres requisitos. Es una industria sumamente regulada desde el punto de vista de los lanzamientos de los nuevos productos. Hay otra cosa, tiene que buscarse mayor capacitación y mayor control que es el de las buenas prácticas. El producto bien aplicado es un producto inocuo, que cuida a las plantas, que después nosotros comemos, para que si son atacadas por insectos, por hongos o cuando reciben presiones de malezas, podamos curarlas y puedan crecer con mayor salubridad. Eso no significa que si alguien te tira un bidón de agroquímicos en la cabeza te vaya a hacer bien, porque es imposible que haga bien pero eso es una mala práctica. Si una avioneta fumiga arriba de una escuela es un acto criminal y quien lo haga tiene que ir preso. Pero yo también si te tiro una lata de pintura seguramente te haga daño y no por eso vamos a prohibir la pintura. Me parece que hay que diferenciar el mal uso, del mal producto. APU: Lo escuché con expectativas positivas de acuerdo de la situación de la guerra en Ucrania y Rusia, de la posibilidad de que se le abre a Argentina para los commodities, que sería una oportunidad para aprovechar. ¿Puede ampliar un poco esa reflexión? AA: Siento que en los últimos meses con esta melancolía tanguera que tenemos los argentinos, hemos puesto mucho énfasis en los dramas que tenemos, como son la inflación, la discusión del impacto del precio de los alimentos, el acuerdo con el Fondo Monetario. Y hemos puesto muy poco foco en tratar de inspirarnos y entusiasmarnos con la oportunidad que se nos abre en este momento. Rusia y Ucrania, más allá de la desgracia por la que atraviesan, son los principales productores de granos que nosotros también producimos como el trigo, el maíz y el girasol. Y que un 30% de esa producción sea muy difícil de salir de esos países nos convierte automáticamente a nosotros, que tenemos un excedente exportable muy importante, no solamente en los principales proveedores de estos alimentos, sino también de manera sustentable, confiable y creíble. De manera tal, que el tamaño y la oportunidad que nos presenta los próximos años es gigantesca. Y no por eso quiero subestimar el desafío de cómo trabajar con el impacto de los precios en el mercado interno. Lo que simplemente me gustaría recalcar es que la oportunidad es mucho más grande que el desafío y no entiendo por qué solamente nos concentramos en el desafío y no valoramos la oportunidad que tenemos por delante.
|