Generando cambio

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"El 17 de octubre es la fecha más modernizante de toda nuestra historia política" PDF Imprimir Correo
Escrito por Agencia Paco Urondo   
Jueves, 20 de Octubre de 2022 00:00

Por Juan Borges

Este 17 de octubre se cumplen 77 años de la gesta fundacional del movimiento nacional y popular que significa el peronismo. Su raigambre histórica y doctrinaria fue cimentada en aquella notable jornada del calendario del movimiento obrero y popular argentino. En esa epopeya histórica se selló la Lealtad del pueblo con el general Juan Domingo Perón. Posteriormente, vendrían los años de bonanza y conquistas sociales extraordinarias; sin embargo, la negra noche se cerniría sobre la Patria y vendrían las proscripciones, los fusilamientos, las torturas durante 18 años, pero lejos de quebrarse se solidifico mucho más entre el líder y su pueblo esa Lealtad indestructible e inclaudicable.
Julio Fernández Baraibar es periodista, escritor, guionista cinematográfico y político. Es autor de “Un solo impulso Americano”, “El Mercosur de Peron”y”Cronicas de la integración Continental”. Fue discípulo de Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos y Jorge Enea Spillinbergo. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, reflexionó sobre un nuevo aniversario de la Lealtad Peronista y sobre las implicancias históricas y actuales de dicha fecha.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué significó el 17 de octubre de 1945 para la historia argentina?
Julio Fernández Baraibar: El 17 de octubre es para la historia argentina la irrupción de las masas modernas en nuestra historia política. Podemos decir que en esa fecha la Argentina entró en el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Es la fecha más modernizante de toda nuestra historia política. Hasta ese momento, el siglo XX argentino era el de una semicolonia en algún momento próspera, que lentamente había entrado en decadencia como resultado, por un lado, del crecimiento demográfico y, por otro, de la incapacidad y despreocupación de los sectores hegemónicos en aumentar la capacidad productiva de nuestra principal producción, entonces, la agrícola-ganadera.
La guerra, como sabemos, había hecho crecer un nuevo sector social, o mejor dicho, dos nuevos sectores sociales, ambos vinculados a la actividad industrial: una nueva burguesía industrial, que produce para el mercado interno aquellas mercancías que la guerra impedía llegar como antes: indumentaria, textil, alimentación, utensilios domésticos y, en general, de industria liviana; y los obreros asalariados y sindicalizados que trabajaban en esas actividades. De una manera confusa, la Revolución militar de 1943 expresaba estas nuevas realidades y el agotamiento del viejo sistema oligárquico restaurado políticamente en 1930.
Ese nuevo proletariado, integrado en su mayoría por los sectores profundos del pueblo criollo, apareció como un rayo en una noche serena, en esa histórica jornada. El 17 de octubre de 1945 fue una de los momentos más democráticos de nuestra historia, pero además más modernizante. La Argentina del fraude electoral, la del Pacto Roca Runciman, que nos hacía parte virtual del imperio británico, como lo expresara el vicepresidente de entonces, Julito Roca, irrumpía en la era industrial de la democracia de masas, en la Nueva Sociedad, como define el historiador Edward Hallett Carr al mundo del siglo XX.
Por eso, siempre he tendido a pensar que el 17 de octubre no es una fecha del peronismo, sino que es una fecha nacional, del conjunto del pueblo argentino, como el 25 de mayo o el 9 de julio.
APU: ¿Qué vigencia mantienen las banderas históricas del peronismo?
JFB: La vigencia de las banderas históricas está en función del incumplimiento o el grado de incumplimiento que esas banderas han tenido. Ni la Independencia Económica, ni la Soberanía Política están aun plenamente realizadas. Y ni hablar de la Justicia Social.
Alguna vez, no recuerdo si Jorge Abelardo Ramos o Jorge Enea Spilimbergo, me explicó que la Justicia Social, en el peronismo y en la Argentina, no era tan solo una cuestión moral, un deber ser en nombre de la equidad, sino una necesidad económica que garantiza el cumplimiento de las otras dos, ya que impide que el excedente no quede tan solo en manos del establishment económico, caracterizado por sacarlo del país y actuar rentísticamente, y permite que se reparta en un amplio sector que lo convierte en casa propia, en auto propio, en buena alimentación, en vacaciones, en ahorro bancario, es decir, lo reintroduce en el circuito productivo. Si uno analiza los cuatro años del gobierno de Macri esta hipótesis de los teóricos de la Izquierda Nacional queda iluminada con luz radiante. La pérdida de la Justicia Social no hizo otra cosa que vaciar al país de la riqueza en él generada.
En suma, las banderas históricas del peronismo, a la que agregaría la Unidad Latinoamericana, no han sido aún realizadas. Ellas se imponen como un deber a las nuevas generaciones.
APU: ¿Resulta un valor vigente la lealtad actualmente?
JFB: Alguna vez algún gracioso comentó que el peronismo celebraba el Día de la Lealtad por la escasez de esa virtud en el seno del movimiento. En realidad, personalmente creo que la única lealtad exigible es la lealtad con las aspiraciones históricas del pueblo argentino. Porque, en 1945, Perón expresaba mejor que nadie esas aspiraciones, los trabajadores y el pueblo salieron a exigir su libertad y lo llevaron al triunfo en las elecciones del año siguiente. No hay otra lealtad en la política concebida como un acto de servicio hacia el conjunto de la sociedad.
APU ¿Qué mirada tiene sobre la coyuntura actual?
JFB: En estos días tiendo a pensar que estamos viviendo tiempos de clivaje histórico, porque tanto las condiciones internas de la Argentina, como las del escenario internacional, están cambiando aceleradamente. Incluso he escrito un artículo sobre el tema al que he llamado “1942”, refiriéndome, justamente a las características de ese año crucial, que determinó los cambios formidables que se produjeron en el país a partir de 1943, con un gobierno militar que -para usar paralelismos actuales solo para entendernos-, se parecía más al bolsonarismo que a lo que fue finalmente el peronismo.
Estamos viviendo una etapa de transición que parece prolongarse más de lo que pensaba al iniciarse, en el 2019. El Estado nacional no ha podido recuperar la ya menguada fortaleza que tenía, digamos, antes del menemismo, y ni hablar con respecto a 1976. La constitución de 1994 minó aún más la capacidad decisoria del Estado, al provincializar los recursos naturales. Hoy el litio, para dar un ejemplo, queda en manos de las provincias y la propuesta del gobernador Morales de Jujuy da una idea de lo que son capaces de hacer. Por el otro lado, el gobernador Gildo Insfrán de Formosa dio un ejemplo claro e indiscutible de una política peronista en las actuales condiciones: creó una empresa provincial del litio y la asoció a YPF Litio.
Encima, el esperpento monstruoso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, creada en esa constitución, ha vuelto a convertir al gobierno nacional en un invitado, en un huésped de una ciudad que se concibe a sí misma como una especie de Singapur, aislada y en contra del conjunto del país y, sobre todo, del área metropolitana que la rodea.
El Poder Judicial se ha autonomizado y se ha convertido en un poder político que compite con los otros dos para determinar el rumbo económico y social del país. La Corte se ha puesto en un virtual estado de rebelión y el Poder Ejecutivo, sin mayoría parlamentaria, se ve sin instrumentos adecuados para completar de alguna manera el número de integrantes, que hoy se han reducido a cuatro. Toda una arquitectura constitucional del estado para que cuatro personas no elegidas por nadie determinen el rumbo final del país.
APU: ¿Cuál es el balance del gobierno nacional?
JFB: A los cuatro años de macrismo, hay que sumarle los de la pandemia. En ese contexto, debemos celebrar que nuestro gobierno y el presidente Alberto Fernández hayan logrado llevar adelante una política internacional ejemplar. Además, puso de nuevo de pie el aparato productivo y alcanzó los actuales niveles de ocupación. El problema de la pérdida de nivel adquisitivo como consecuencia de la inflación es el principal y casi único escollo que nos cuesta modificar. No soy de los que piensan que no se ha hecho lo suficiente en ese sentido. Se ha hecho y se hace. En el medio de una inflación universal, con graves problemas en los precios internacionales y con una guerra en el corazón de Europa, nuestra inflación que ha sido endémica no encuentra la mejor coyuntura para controlarla.
No obstante, el estado, en sus distintos niveles, ha hecho y hace ingentes esfuerzos para que esto repercuta de la manera más amortiguada posible en los sectores más desprotegidos.
Creo, sí, que los militantes del campo nacional y popular tenemos que encarar el tema con el convencimiento de que este es nuestro gobierno. Y que si perdemos las elecciones lo que viene va a ser el infierno.
Y lo digo con la seguridad y la convicción de quien defendió el gobierno de Isabel Perón hasta el último momento, sabiendo que no era el mejor gobierno que podíamos tener, que había muchos errores y algunos aciertos, pero que su caída no sería el prólogo de una revolución victoriosa sino de una terrible contrarrevolución.
"Estamos viviendo una etapa de transición que parece prolongarse más de lo que pensaba al iniciarse, en el 2019"

 
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