Escrito por Agencia Paco Urondo
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Domingo, 05 de Febrero de 2023 00:00 |
Por Daniel DussexPatricia Isasa, víctima de la última dictadura cívico militar, denunció que el actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, cuando era intendente de Santa Fe mantuvo en su plantel de empleados a un represor que hoy está condenado a más de 23 años de prisión.
Agencia Paco Urondo entrevistó a la Subsecretaria de Derechos Humanos de la Provincia de Santa Fe, Anatilde Bugna, quien también fue una detenida política en aquellos tiempos y además querellante en el juicio al represor denunciado. "Yo individualizo a Eduardo Ramos cuando entra a la casa donde residía con mis padres para detenerme, porque lo hizo a cara descubierta en un operativo de las fuerzas conjuntas. Sucede que él había ido conmigo a la escuela primaria y lo reconocí, por eso les dije a mi papá y a mi mamá: 'Cualquier cosa que a mí me pase, acuérdense que quien me viene a secuestrar es Eduardo Ramos'. Por supuesto él lo niega, pero desde el primer momento que fui secuestrada yo identifiqué a esta persona", contó Bugna. AGENCIA PACO URONDO: ¿Por qué hablás de secuestro y no sólo de detención? A.B.: Digo que fui secuestrada porque no presentaron una orden de detención, rodearon la casa con un fuerte operativo militar y antes de salir de mi casa me pusieron una capucha. Además me introdujeron directamente en el baúl del auto, delante de mis familiares con total impunidad. De ahí me lleva a la Comisaría 4ta. que funcionaba como centro clandestino de detención y luego a un lugar secreto conocido como “La Casita”, un campo de concentración del que todavía no se logró determinar su ubicación exacta y por donde pasaron cientos de personas detenidas ilegalmente, un lugar de torturas y muertes. APU: Luego de un tiempo te pasan a una situación de “detención legal”, si se la puede llamar así porque era en el marco de la dictadura cívico militar. A.B.: Sí, con el transcurso de los días me “blanquean” como presa y me llevan a la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), quien nos buscó para hacer el traslado fue el comisario Juan Calixto Perizotti, él en su juicio declaró que en una ruta, en la cortada Richieri de Santo Tomé, nos entregan fuerzas conjuntas a mí y a otras detenidas, y ellos nos llevan a la GIR. Un derrotero que hicieron muchas víctimas de la represión. "Sucede que él había ido conmigo a la escuela primaria y lo reconocí, por eso les dije a mi papá y a mi mamá: 'Cualquier cosa que a mí me pase, acuérdense que quien me viene a secuestrar es Eduardo Ramos" APU: ¿A Ramos no lo volviste a ver? A.B.: Aunque te parezca increíble lo vuelvo a ver en la GIR, pero esposado. Había un patio cerrado donde nos permitían estar media hora por día, ese lugar tenía un baño que usaban todos y allí lo habían llevado detenido con otra persona. Cuando lo volví a ver les dije a las compañeras, “Mírenlo, recuerden esa cara porque es quien me secuestró a mí a todas ustedes” APU: ¿Te sorprendió verlo en esa situación? A.B.: Sí, fue toda una sorpresa porque ellos pertenecían a "la patota", pero después cuando tengo visitas, mi mamá y mi papá lo primero que me cuentan es que en el diario habían informado sobre la detención de policías que estaban cometiendo robos, también había una denuncia de violación, y fundamentalmente destacaban que lo hacían con los móviles policiales de la repartición. O sea, que utilizaban todo lo que habían aprendido, para hacer un "negocio" paralelo. Ese saqueo de casas ya lo hacían en los procedimientos, tenían carta blanca para hacerlo. A mi hermano que lo habían detenido un año antes y tenía un estudio de arquitectura le sacaron hasta la última birome, el tablero, el equipo de música, todo. Y después todas esas cosas estaban en “La Casita” donde nosotras éramos torturadas. Eso lo puedo decir porque en el momento de la tortura ponían música fuerte y siempre se ufanaban en decirme que ése era el equipo de mi hermano. APU: ¿Supiste que con la vuelta de la democracia estaba trabajando en la Municipalidad? A.B.: A él lo vi con su uniforme de municipal en la peatonal, me acuerdo de un día que iba con mis hijos chiquitos y me paré delante de todo el mundo para decirles “miren chicos este tipo es el que secuestró a tu mamá, a tu papá y a un montón de compañeros”. Era inmutable, porque gozaba de cierta impunidad. Con el tiempo, juntamos elementos para cuando se lo pudiera juzgar porque aún estaban vigentes las leyes de impunidad. Él dijo en el juicio que era miembro del D2 de Inteligencia, que estaba infiltrado en la Facultad de Derecho como miembro de los servicios. Cuando lo buscaron para detenerlo, se refugió en la sede del arzobispado por sus contactos con los sectores más reaccionarios de la curia santafesina. APU: ¿En el Juicio por Delitos de Lesa Humanidad, mostró algún tipo de arrepentimiento? A.B.: De ninguna manera, durante el juicio nos ninguneó con un trato de machismo espeluznante, dijo que todas nosotras estábamos calientes con él y otras estupideces más. Jamás se arrepintió, es más, llegó a escribir un libro donde se retrata como un perseguido y niega todos los crímenes de la dictadura, las desapariciones y los secuestros de bebes. Sus hijas nos amenazaron dentro del tribunal, la ningunearon a Otilia, nuestra madre de Plaza de Mayo, te das cuenta que siguen sin ningún tipo de arrepentimiento y sin ninguna valorización del daño que hizo. APU: ¿Cuál es su situación actual? A.B.: Tuvo muchas condenas por diversos delitos, pero siempre prima la más larga que es de 23 años y 6 meses, por los contactos que aún debe conservar pudo conseguir que lo alojen en Campo de Mayo. Es el único preso en ese lugar que no fue militar, todo un privilegio.
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