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LAGO ESCONDIDO: Crónica de un viaje a Lewislandia (Primera parte) PDF Imprimir Correo
Escrito por Agencia Paco Urondo   
Miércoles, 15 de Febrero de 2023 00:00

Por Ramiro Comes

La 7ma Marcha al Lago escondido reunió a más de 400 manifestantes de todo el país que, durante 6 días, marcharon en la puerta del Tacuifí en Bariloche y El Bolsón, mientras la columna Juana Azurduy integrada por 63 compañeros, después de una larga travesía por la montaña, intentaría llegar al Lago Escondido y acampar frente a la casa de Joe Lewis. De Kennedy al Bolsón
Todo viaje militante comienza con la salida de un micro desde algún lugar del conurbano, y por esos conjuros del destino partimos de la plaza J.F. Kennedy en el partido de San Martin, aunque eso no cambió la mística militante que se respiraba. Diversas organizaciones confluyeron en el micro, desde compas de la izquierda nacional hasta agrupaciones del peronismo y gremiales como la CTA. Yo fui invitado por el grupo GPS (Grupo por Soberanía) integrado por ex combatientes de Malvinas.
El viaje fue ameno y con buen aire acondicionado. Después de 18 horas de camino, dejamos La Pampa y empezamos el recorrido por los lagos de Río Negro. Al comienzo, el paisaje era más desolado y desértico y luego se fue transformando en un vergel. Lagos rodeados de majestuosas montañas nos dejaban boquiabiertos. Era la primera vez que yo viajaba a la Patagonia, y mientras observaba todo maravillado, mi amigo Hernán Rial de GPS me decía “¿Viste lo que es esto? Todo es así de lindo y no termina más, por eso se quieren quedar con la tierra”. Llegamos el domingo por la tarde a un paraje cerca del Bolsón y nos acomodamos, como pudimos, en una pintoresca casa octogonal de madera a la vera de la mítica ruta 40.
El Pueblito
El lunes 30 de enero a las 11 de la mañana nos reunimos en “El Pueblito”, que es un pequeño pueblo a las afueras del Bolsón, donde FIPCA (Fundación Interactiva para promover la Cultura del Agua) tiene su centro de operaciones. La fundación es capitaneada por Julio César Urien, un ex marino preso durante la última dictadura por negarse a integrar los grupos de tareas.
A modo de intimidación, sobrevolaba continuamente y de manera rasante una avioneta amarilla. Todos sabían que era propiedad de Lewis. La multitudinaria Asamblea arrancaba bajo una patagónica arboleda, abrazada por banderas de diversas organizaciones de todo el país. Fue breve, pero allí se escucharon diversas voces como la de la compañera de ATE del Bolsón, Sandra Contreras, dando cierre a la reunión el mismo Urien. El objetivo fue preparar la primera acción de intervención para avanzar sobre el portón que impide el paso al camino del Tacuifí, que conduce al Lago Escondido. La consigna fue clara, no responder a provocaciones. Habría un grupo de avanzada, en el que yo estaba junto a GPS, uno de retaguardia, ubicado del otro lado de la ruta 40, prensa, difusión y un grupo médico que intervendría en caso de que hubiera compañeros heridos. Durante las 6 marchas anteriores sucedieron muchos episodios de violencia de parte de los matones de Lewis. En la quinta marcha Alejandra Portatadino- una compañera fueguina ingeniera en Tandanor- fue golpeada por una gran piedra arrojada por la patota que impactó en su cien, cayendo instantáneamente al suelo inconsciente y teniendo que ser hospitalizada.
¡¡Tomala vos, dámela a mí, abrí el camino e’ Tacuifí!!!
Al llegar al epicentro del conflicto, pudimos observar la puesta en escena de la patota, disfrazados de gauchos detrás del portón de hierro que Lewis mando construir, el que fuera estrenado en la sexta marcha. Si hacemos memoria, los que peinamos canas, allá por fines de los 90 cuando los CQC entraron y llegaron hasta el Lago Escondido, solo existía una simple tranquera de madera en la entrada.
Volviendo a la escena de la acción, seguidamente al portón una gran bandera argentina franqueaba el camino, por las dudas aclarando que a pesar de su “cipayismo”, algo de argentinidad quedaba en pie. Detrás del humillado pabellón nacional caminaban, nerviosamente, una veintena de tipos a pie y una decena de jinetes armados con rebenques y facones, también se comentaba que algunos estaban “enfierrados”.  Otra curiosidad para destacar era la música emitida a todo volumen, a modo de tortura auditiva, con folclore del más variado. Sonaba irónico escuchar a Hernán Figueroa Reyes en la Zamba “Disculpe” que comienza con “Disculpe si no entiende lo que canto, tal vez hablamos lenguas diferentes…”. Le quedaba pintado a Lewis. En un fragmento donde la canción remarca “Usted habla por la boca de otra gente…” interveníamos gritando: ¡De Lewis!
Para completar la escena bizarra, digna de una película de Fellini, sonaba “Coplas del payador perseguido” de Atahualpa Yupanqui, en su mejor interpretación, la de Jorge Cafrune. No podría imaginar a Don Ata y Cafrune detrás del portón, más bien los veía con cascos en el grupo de avanzada pidiendo por la soberanía.
A modo de intervención, varias veces nos pusimos a bailar chacarera o chamamé con su música, pero enseguida la bajaban. El fuerte de la acción estaba en nuestro grupo de avanzada que se acercaba a la entrada en una misma línea, envuelto en una larga bandera argentina, con banderas y pancartas y al grito de “¡Patria sí colonia no!”. Al llegar, como contrapropuesta performática, tomábamos una piedra del piso y comenzábamos a golpear las campanas tubulares de Mike Oldfield, que es como bautizó mi amigo Marcel Bertolessi a los anchos tubos de hierro del portón. La intención con la maniobra era generar un ejercicio colectivo y observar los movimientos de los pseudogauchos y pensar la mejor táctica de como cortar las planchuelas que sujetaban el pesado portón a la estructura.
Fue imposible, ya que fue respondido varias veces con piedras y gas pimienta de parte de la patota gauchesca. También se acercaban amenazantes los jinetes con palos en la mano y a los rebencazos. A pesar de los cascos y los chalecos, varios compañeros resultaron heridos. Uno de los proyectiles impactó sobre la cabeza de un militante de la juventud del MST, Gonzalo Villagra. Nuestro equipo de prensa, muy activo, filmó en todo momento, inclusive contábamos con un dron que infructuosamente intentaron bajar con gomeras.
Nos vamoo a Barilooo
Lejos de ser un viaje de egresados como insinuaron varios medios hegemónicos y sus ecos en las redes, la marcha en Bariloche tuvo un motivo concreto y eficaz. El martes 31 de enero por la mañana, las agrupaciones presentes fueron a presentar al Juzgado civil Numero 3 de Bariloche la extensión de una medida cautelar ya presentada, a modo de presión para obligar a la Provincia, aliada de Lewis, a abrir el camino que es público como lo revelan varios fallos anteriores. El amparo también descarga la responsabilidad en la Gobernadora, pidiendo que garantice la seguridad de los manifestantes. Era feria judicial y se hallaba el Juez suplente Mariano Castro, que en un principio se negó a recibir a las organizaciones. Luego de un rato y gracias a la presión ejercida en ambos lados del tribunal con cantitos, bombos y redoblantes, impidiendo escapes repentinos, el juez cedió y recibió al contingente.
7ma marcha a Lago Escondido - Ramiro Comes
Después de varias discusiones técnicas y jurídicas sobre la cuestión, el juez mostró algún signo de consenso. Gustavo Pirich, presidente de GPS, lo miró de frente y le dijo “Doctor, soy veterano de guerra, usted va a tener que definir algo muy difícil, mis compañeros y yo…, algunos murieron en Malvinas, enfrentaron a un enemigo muy poderoso, quiero que piense en ellos cuando tome la decisión, usted sabe que se jugaron, quiero que usted haga lo mismo”. El juez lo miro muy seriamente y asintió. Al salir, le dio la mano fuertemente y al ver los diplomas de abogado de la UBA con medallas y altas calificaciones le dijo “Lo último que le pido es que cuando tenga que decidir recuerde aquel primer día que entró con muchísimas ilusiones, seguramente pleno de convicciones, para hacer justicia, ahora quiero que recuerde esas convicciones”. El juez lo miro serio y le dijo: “no me hagas un alegato”, sonrió y le guiño un ojo. “Sí bien el fallo no resultó como esperábamos, para ser un juez de feria que terminaba la actuación al día siguiente, fue bastante jugado” agregó Pirich.
El fallo instaba a la gobernadora de la provincia a garantizar la seguridad de los manifestantes hasta el momento de entregarle la causa al juez natural. En Río Negro el poder provincial, judicial y policial está en connivencia con los intereses de Lewis y con todo aquel extranjero millonario y terrateniente que quiera habitar el suelo argentino. Lewis como buen vasallo de la corona inglesa tiene un trato especial. (Continuará…)

 
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