Escrito por Agencia Paco Urondo
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Jueves, 07 de Diciembre de 2023 00:00 |
Los orcos xeneizes marcharon a favor de Riquelme y en contra de MacriPor Darío Martelotti, Ezequiel Murmis El domingo 3 de diciembre la República de La Boca fue testigo de un acontecimiento sin precedentes. El club con mayor capacidad de movilización del país (del continente y del mundo) reunió esta vez a decenas de miles de hinchas autoconvocados por razones bien distintas a las que nos tiene acostumbrados.
No se trató de un evento deportivo o de la conquista de un nuevo título, sino de una marcha política en defensa de la vida democrática en el club e ideológica en defensa de las sociedades civiles ante el avance internacional de las sociedades anónimas. Está claro, lo partidario en el club asume un carácter bien distinto en comparación con la política nacional y, aunque esas esferas se mezclen y retroalimenten, estamos hablando de un proceso particular y específico en la lucha de los bosteros y las bosteras. El fin de semana, miles de personas marchamos a La Bombonera para bancar a Román frente a los aprietes de una mafia política, judicial y mediática que viene por todo y puso, desde hace tiempo, la mira en el Club Atlético Boca Juniors. Este año iba a ser "divertido" y así fue: nos allanaron la cancha y el polideportivo; nos suspendieron las previas, una tribuna y todo el estadio; nos operaron una y mil veces, todos los días, desde la radio y la televisión y, cuando nada les fue suficiente, anularon las elecciones unos días antes con un fallo a medida del poder. Así son, se saben impunes y juegan sucio, pero en esta se les fue la mano. En las cercanías del acto electoral, primero manosearon sin tapujos la integridad de socias y socios judíos, quienes se enteraron por los medios que fueron utilizados por un sujeto para posponer las elecciones a través de una denuncia anónima por teléfono. Rápidamente, la jueza de todos los fallos contra Boca acató la postergación, aun cuando salió a la luz que esa denuncia era ilegítima por no contar con el aval de los socios nombrados y su resolución fue ilegal por no cumplir con los procedimientos correspondientes. Después de esa maniobra, apareció otra denuncia acerca de la incorporación de 13 mil socios al padrón electoral, que luego resultaron ser menos de 4 mil. A través del apoderado del Club, Walter Krieger, se difundieron públicamente los documentos que acreditan las características que asumió dicha inclusión con una transparencia inédita, cuyo fundamento es inherentemente democrático: otorgarle ciudadanía a la mayor cantidad posible de socios para ampliar el universo del proceso electoral. Sin embargo, la oposición macrista utilizó ese hecho para esbozar una interpretación maniquea de los hechos. Según ellos, la ampliación de derechos de las y los socios es una maniobra fraudulenta. Acá es donde se pusieron en suspenso las elecciones y el control del devenir de Boca pasó a manos de la Justicia, que aceleró los tiempos para frenar los comicios y los ralentiza ahora para desgastar a la gente y llegar con aire al cambio de gobierno nacional que se avecina. Vivimos así, estas horas, con la amenaza latente de una intervención. Sin embargo, la jueza que esta mañana debió apartarse de la causa por la sucesión de arbitrariedades y manejos parciales que salieron a la luz (la larga historia de medidas contra boca en momentos importantes, su vínculo con el macrismo, los beneficios ilegales que recibió su propio hermano de la mano de la gestión anterior de Angelici, etc.), no contó con la astucia y el amor de los miles de bosteros y bosteras movilizados; no contó la fuerza de esa masa que habita el mundo en función de su identidad azul y oro. Boca es el movimiento popular más grande del mundo y los hinchas tenemos memoria y conciencia de lo que se está jugando. En la tarde del domingo 3/12, nos reunimos para marchar dando un salto cualitativo en nuestra capacidad de movilización: poniendo en juego los mismos elementos identitarios que se expresan en cada partido y en cada campeonato, esta vez la audacia fue política e ideológica, en la defensa de la democracia y de la “propiedad” colectiva del Club y, como en todo movimiento, en la construcción de un liderazgo directamente vinculado con las bases, como hace rato no sucede en la Argentina y como hoy solo es capaz de expresar Juan Román Riquelme. Somos la última resistencia. Y al revés también: somos la punta de lanza de una resistencia que se estructura en estos días ante la ofensiva Macri-Milei. Se juega el Club Atlético pero también mucho más: la privatización del fútbol argentino y el fin de la cultura popular, plebeya y contestaria con la que fantasean los de arriba. No es joda y, como se cantó toda la tarde, con Boca no se jode. ¿Qué partido político, qué movimiento tiene hoy la convocatoria y capacidad de movilización del Club Atlético Boca Juniors? ¿Quién sino Román puede plantarse así a Mauricio Macri y a todos los poderes juntos, sin miedo a carpetazos ni a quitas de favores, privilegios o prebendas? Ausente Maradona (pero todavía en su hermosa era), ¿qué otro ídolo popular representa la cultura del potrero, del barro y no del lodo, el amor por el barrio, por el escudo y los colores? Román tiene muchos puntos fuertes que explican la adhesión que se manifestó este tiempo: demostró con hechos, toda su carrera, que ama profundamente al Club y que, como jugador y dirigente, comparte los mismos sentimientos que los que circulan en las tribunas; demostró tener una conducta desde que lo conocemos que lo llevó a pelearse con el macrismo y los distintos poderosos con un discurso que puede rastrearse hasta 20 años atrás. Pero lo más importante: Román subió la vara del fútbol, nos hizo valorar y aprender de este deporte como una escuela te enseña a leer y escribir; y Román nos hizo felices. Jaque mate. Porque en un país castigado y sufrido, en una era del capitalismo descarnado, Román nos hizo felices para siempre. Y esta es la devolución del pueblo: nadie se olvida de quien te hizo feliz; de quien te devolvió el domingo la alegría que perdiste de lunes a sábado; de quien te hizo lagrimear de amor cuando los despidos y los salarios por el piso y cada vez más abajo te voltean la existencia. Ayer marchamos los "orcos", los indeseables, las y los negros de mierda -a mucha honra- que el poder desprecia y hasta fantasea con borrar del mapa de la historia (Maradona era disruptivo y transgresor, Maradona ya fue), ahora también negándonos el derecho al voto. ¿Por qué? Porque pueden y porque van por todo. Con el triunfo de Milei y el retorno al poder político de la primera plana macrista, se creen sin límites. "Este señor va camino a la intervención de nuestro Club y no se lo podemos permitir", alertó Román y con ese nosotros avisó que por más operaciones y amenazas que hasta incluyen meterle preso al hermano no se baja ni se va a bajar del ring. La María no es solo la mamá de Román, también es el faro ético y moral de millones de bosteros para quienes la defensa de nuestra identidad y de nuestra dignidad no se negocian. Porque si nos agachásemos obedientes frente a los poderosos (que ahora quieren que nos muramos de hambre por elección o simple orden natural) siempre habrá una María que, mate en mano, nos pedirá seguir, seguir y no aflojar. Ahí, frente a los chetos y con Román en el ring, las y los bosteros somos invencibles. La frase fue dicha y hoy es bandera y es remera: porque amamos al fútbol argentino y latinoamericano en general y a Boca en particular; porque defendemos lo que significa el fútbol en cada canto y lágrima popular, nunca fuimos ni seremos empleados de ellos. Amor con amor se paga.
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