Por Mariano NievaLa cantante, compositora, artista multifacética de rock y folclore argentino Mavi Díaz conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre su trayectoria, de su etapa como directora de Radio Nacional Folklórica, el rol de las mujeres en la música y las problemáticas que se avecinan con los nuevos vientos políticos.
Agencia Paco Urondo: Tu mamá, Victoria, es cantante; Domingo Cura, tu tío, un folclorista maravilloso; tu padre, Hugo Díaz, un gran armonicista ¿Se podía escapar de ese clima para no hacer música? Mavi Díaz: Claramente no, aunque yo hubiera intentado, no me fue posible escapar del designio. Estaba tatuado en mi destino, estudié un montón de carreras, no quería dedicarme a la música. No porque no me gustara sino porque veía que era una carrera muy sacrificada, por todo lo que habían pasado mis padres, mi familia. Yo solo quería ser normal, pero no lo pude conseguir, así que el destino ganó y aquí me ves. APU: Empezamos a conocerte en la escena musical con la aparición de Viudas e hijas de Roque Enroll, pero Rouge era una banda que fue como su germen y la historia de cómo las conociste es muy linda. M.D.: Conozco a las chicas porque ellas tocaban en un pub a la vuelta de mi casa y me daba mucha curiosidad porque me gustaban las canciones. Tocaban algunos temas propios, de María Gabriela y de Claudia Sinesi, algunos covers. Bajé un día a verlas y ya me sorprendió que fueran todas chicas, nunca había visto una chica tocar la batería salvo a Karen Carpenter. Fui a hablarles, nos hicimos amigas, las invité a tomar el té a mi casa. Ya tenía la canción “Estoy tocando fondo” compuesta y ahí fue como me enteré que había un productor que estaba buscando unas chicas para hacer una banda que claramente no tenía nada que ver con nuestro perfil y comenzó, de una manera bastante simpática y bastante poco ortodoxa, nuestra vida como Viudas. Fuimos a la agencia, no teníamos ni demo ni nada. Por supuesto, nunca nos atendieron y volvimos a la carga con una guitarra criolla y tocamos en el pasillo de la oficina. Nos tuvieron que abrir la puerta para no pasar más vergüenza delante de los vecinos y salió Bernardo Bergeret. Ese mismo día nos fuimos a Interdisc donde Pelo Aprile nos preguntó si podíamos tener un disco grabado en un mes. “Obvio”. Creo que le dije que teníamos tres canciones y no las teníamos, pero en un mes estuvimos grabando en Panda nuestro primer disco. Así como suena, que parece una fábula, fue nuestro comienzo con Viudas. APU: Después de ese primer disco llega Ciudad Catrúnica, que tiene que ver con nuestra ciudad de los errores. M.D.: Sí, porque Jota Moreli, nuestro segundo baterista después de Andrea Álvarez, cada vez que había algún error en el ensayo o que alguna cosa salía mal cuando preparábamos una canción, decía ¡catrún!, como un ruido de batería. Nos reíamos constantemente, un poco de las letras de las Viudas. Las canciones que fueron tan exitosas, eran chistes internos que nos hacíamos. Además, nosotras pasamos de una estética muy de los años 60, muy del Club del Clan, a otra medio futurista del pasado, como supersónica. Estábamos con Iara Santa Marina, nuestra diseñadora, muy en ese rollo y nos pareció interesante generar un planeta que fuera esa ciudad catrúnica, una ciudad llena de errores como la vida misma. Por eso tiene esa estética, el disco, y esa impronta de volver a dibujar un lugar idílico y, a la vez, caótico. APU: Disco que las llevó a recorrer Latinoamérica y a la portada de la revista Billiken, inaugurando una sección de rock para los niños. M.D.: Eso fue muy particular. El primer síntoma que tuvimos con los niños fue que cuando salió Ciudad Catrúnica (creo que fue en diciembre) el 5 de enero que es el día de Reyes se vendieron, en ese solo día, 120.000 copias del disco. Ya no nos parecía raro que nuestras canciones les gustaran a los niños y a las niñas, nos lo decían mucho las maestras jardineras. No eran, claramente, canciones para chicos, pero algo pasaba que les hacía gracia, tal vez las cuatro payasas, ahí. El segundo síntoma heavy fue para la gira de verano de Ciudad Catrúnica. Hasta ese momento las bandas tocábamos en las discotecas, no era un público que te iba a ver a vos. Por ahí, en la misma noche tocaba Virus, Las viudas, Los Twist, o con Zas, vos no sabías cuál era tu público. Cuando empezamos a hacer la gira, el empresario contrató teatros por toda la costa. La primera fue San Bernardo, no me olvidó más. Cuando llegamos a la prueba de sonido había una cola larguísima que daba la vuelta manzana y pensamos que había un espectáculo infantil antes que nosotros y no, fueron a vernos a las Viudas. Los nenitos y las nenitas cantando “la silicona no perdona”... entonces nos dijimos "acá pasa algo muy extraño". Luego, esos mismos niñitos y niñitas venían a las reuniones que hicimos posteriormente, ya tenían 15, 16 y nos decían “ahora entiendo lo que cantaban” APU: Haciendo docencia, sin quererlo, teniendo en cuenta lo que vino después con el advenimiento del feminismo, la ESI, tantas cosas que uno puede sacar de las letras, de su ironía, porque había un mensaje político muy fuerte en las Viudas. M.D.: No había una intención de develarle a nadie ningún secreto de la vida ni darle la fórmula de lo que hay que hacer, era simplemente hablar de nuestra experiencia y riéndonos de la situación. Nosotras lo hacíamos de manera muy natural, pero me parece que el humor es una forma bastante elevada del lenguaje. Junto con Los Twist (que eran como lo mismo, pero más político, más urticante, con un lenguaje mucho más socarrón) inauguramos eso de poder decir cosas sin que fueran aparentemente ofensivas. Lo que sí iniciamos con Las Viudas fue decirlo desde el punto de vista de las mujeres y de las diversidades, porque también hablábamos de la transexualidad y de cosas que hasta ese momento nadie había hablado en una canción pop. APU: Ustedes son un emergente de ese rock postdictadura, porque Roque Enroll es ese rock que se murió, más solemne, que se había dejado atrás en la etapa musical. M.D.: Le contaba mi hijo, Danilo, y no me lo podía creer. Si bien se crió en mi panza hasta último momento en el escenario y después iba a todas las giras con nosotras de bebé, le contaba que nos decían cosas inconcebibles, hoy. Parecía que si vos tenías una vestuarista era porque no sabías tocar; si estabas buena era que eras mala música o que alguien tocaba por vos. Nuestra propuesta eran los chistes que nosotras nos hacíamos y nuestra realidad se convertía en máxima, eso fue a ocupar un lugar que hasta ese momento nadie había ocupado. Y creo que un montón de niños, sobre todo chicas, se identificaron con la imagen de cuatro tipas tocando instrumentos que no eran comunes de tocar en esa época, teniendo una carrera profesional bien cuidada. Me gusta pensar que eso inspiró a las generaciones postreras que recogieron el guante. APU: Tenés un costado muy militante, de poner el cuerpo a las causas como en el matrimonio igualitario, en su momento, más acá con la ley de cupo femenino ¿Cómo es la realidad de las músicas mujeres argentinas después de su sanción? M.D.: Se va cumpliendo, todavía depende del lugar. Nosotras nunca dejamos de militarle cupo. Desde mi lugar de directora de Radio Nacional Folklórica acudí a muchos festivales, vi con beneplácito y alegría cómo cada vez más nuevas artistas o mujeres de toda la vida que no eran convocadas, diversidades, empiezan a ocuparnos escenarios que otrora eran muy conservadores. Por supuesto, no sucede en todos lados. Hilándolo con lo que decís, todo lo conseguido puede tambalear en cualquier momento. Milito por el derecho de autor, de intérprete, del cupo femenino en los escenarios, en todo lo que tiene que ver con la música y no, porque también lo hago en derechos civiles conquistados. Eso no quiere decir que no se vayan a perder, hay que poner la lupa en lo que está en juego. APU: ¿Qué te llevó a aceptar ese cargo directivo? M.D.: Yo tenía un espacio de 15 minutos en la Rock, por día, para presentar una artista nueva, estábamos militando la ley de cupo de forma práctica, mostrando cuántas artistas buenas hay en todo el país, mi única aspiración era no perderlo y ampliarlo a la folclórica y por que no, a la clásica. Al poco tiempo me llamaron para ofrecerme la dirección, así que ojo con lo que se desea. Un lugar donde pude utilizar toda la experiencia que tengo de 45 años como productora aunque nunca había dirigido una radio, pero se me dio. Lo que he hice fue rodearme de las personas más idóneas y generar una programación diversa, moderna. Ampliamos la franja etárea a generaciones más jóvenes que producen muchísima música en todo el país y sintieron a la radio como su casa. Transformamos una radio que estaba un poco abandonada en una radio activa, reflejando que el folclore y el tango que están supervivos en todo el país. APU: ¿Qué te pasó cuando Marilina Bertoldi ganó el Gardel de Oro? Una mujer después de tantos años, creo que la última que había sido Mercedes Sosa. M.D.: Antes de ganara el Gardel, creo que María Gabriela salió una vez en la portada de la Rolling Stone y después Fabi Cantilo, sólo eso en 60 años. Que una artista ganara un galardón tan merecido tenía que caer en algún momento. No es casual, no es que las cosas pasan mágicamente. Una de las cosas que hicimos con Celsa (Mel Gowland) fue ampliar los jurados. Nos dijimos “cuántos jurados mujeres hay en los Gardel”. Eran muy pocos, ampliamos a 300 mujeres más, votando. Eso cambia el panorama. Después dijimos “quién escucha todas las propuestas que se votan”. Quienes eligen a un artista también tienen que tener la predisposición de escuchar, las ganas de abrir sus cabezas y sus corazones, no solamente se debe a la gran calidad de un artista como Marilina que absolutamente se merecía ganar ese galardón de oro sino también a que hubo, quizás, otras artistas a las que en algún momento nadie le prestó atención. Son dos factores que juegan paralelos y balancean el resultado de una premiación tan importante. APU: Volviendo un poquito atrás ¿Siendo mujer te costó abrirte paso en el mundo machista del Rock? Vos y las chicas, volviendo un poco a Las Viudas. M.D.: Con las Viudas no nos costó porque ocupamos un lugar que nadie había ocupado hasta ese momento. Y evidentemente, cortábamos tickets y vendíamos discos. Con lo cual, a nadie le resultaba incómodo. Los únicos que protestaban un poco era la prensa psicobolche de esa época, que te decían cómo se pintan, porque se ponen eso, de qué hablan, son superficiales. No a todo el mundo le gustaba Las Viudas. El negocio de la música, en ese momento, era muy incipiente. Lo normal era que laburaras como una perra y no te llevaras, nunca, un mango. No nos costó abrirnos camino, de hecho, fuimos con una guitarra a la puerta de una agencia y al mes, grabamos el disco. Aparte, vivíamos en una burbuja, solo ensayábamos, salíamos a tocar y poco más. Estábamos todo el día en la tele, que también era algo que hacíamos mucho. Nos costó que nos dijeran cosas en la cara, tipo “bueno, por ser mujeres estaba bastante bien”, ese tipo de machirulismos que era moneda corriente y estaba totalmente naturalizado. APU: Y ahora con Las Folkies llevás 13 años, cinco discos y estás con este nuevo, Malamba, recorriendo gran parte del mundo ¿Igual de rápido y vertiginoso que con Las Viudas? M.D.: No fue tan rápido ni tan vertiginoso porque, para empezar, llevamos ya 13 años juntas y toda la música y los hijos que vamos sacando representan las épocas que vamos viviendo, bien distintas, por decisiones que una toma en la vida. Porque siempre nos acompañamos en los proyectos individuales de cada una. Cuando Martina empezó a tocar con Peteco, fue cuando Martina podía. Cuando empecé con la radio, me tuvieron que hacer el aguante a mí, o cuando Pampi (Torres) dijo quiero irme tres meses a viajar por el mundo, “venga”. Creo que esa es la fórmula de la felicidad para nosotras: acompañarnos en lo que cada una decide y tener paciencia. Este disco lo fuimos haciendo medio de a poco y sacando de a una canción por eso. Lo que nos va sucediendo se refleja en nuestros discos, en la forma de componer y grabar. Volver a presentar un disco, hacer una gira juntas para afiatar un poco las canciones, toda esa gimnasia de tocar juntas que antes teníamos de taquito ahora implica una inversión de un tiempo para dedicarnos a la banda, que antes era mucho más fácil y más factible. APU: ¿Cómo transitaste y transitaron Las Folkies la pandemia, ese periodo de encierro? M.D.: No tuve mucho encierro porque al ser personal esencial, fuimos rápidamente a trabajar en la radio. Estuve los primeros 40 o 60 días. Era muy loco, era una película de ciencia ficción venir por la calle Corrientes, absolutamente vacía. Canalicé bastante mi libido a través de la radio. Fue algo salvador, en un punto. Pero por otro lado, me costó después volver a componer. Por eso como que este disco, ya habiendo pasado dos años de la pandemia, recoge canciones de las que después pude hablar, pude animarme a escribir y componer, que también es una gimnasia, eso de que la inspiración te cae como una luz, es mentira. Se ve que, por un lado, activó la imaginación de cómo seguir saliendo al aire, cómo seguir transmitiendo de las maneras más locas que te puedas imaginar, pero acabó con mi libido y mi creatividad por bastante tiempo. APU: ¿Este disco nuevo es un grupo de canciones que pertenecen a diferentes períodos, también anteriores a la pandemia, o son todas canciones medianamente nuevas? M.D.: Son todas nuevas, salvo una que se llama “Solita”, que es una canción que mi mamá compuso y me cantaba cuando yo era pequeña. La tenía en la memoria y la quise traer al disco porque me pareció un homenaje hacia ella. APU: Sos de volver a escuchar el disco una vez que salió o te desprendés y no lo escuchás más? M.D.: Ahora lo estoy escuchando porque estoy estudiando las canciones. Somos de juntarnos en nuestro bunker donde componemos y grabamos maquetas, ensayar muchísimo antes de una seguidilla de conciertos, nos gusta ir bien preparadas porque no hay tiempo de ir a sacar una armonía, hay que estudiar en la casa. Una vez que lo empezamos a tocar, no creo que haya músico que haga eso de poner el disco para decir qué bien todo, pero hay canciones que sí que me gusta escucharlas otra vez.
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