Generando cambio

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RESCATE: La poesía para transformar el mundo: reeditan “Vamos”, de Raúl Carlevaro, militante desaparecido PDF Imprimir Correo
Escrito por Agencia Paco Urondo   
Lunes, 01 de Abril de 2024 21:07

Por Norman Petrich

La reedición de Vamos (La mariposa y la iguana, 2024) es un puente construido por el amor. De quien lo escribió a su destinataria, de quien lo rescató de una librería de usados al hijo que encontró no a su padre sino al poeta que éste había sido, y del hijo a la sobrina que se transformó en su editora. Raúl Carlevaro nació en Tucumán. Era militante montonero, razón por la cual fue secuestrado y asesinado por la última dictadura cívico-militar en el 76. Pero antes, en 1972, publica Vamos, libro de poemas que está dirigido al hombre, porque “La poesía hace al hombre y el hombre a ella”, como escribe en el prólogo a la primera edición.
Porque este libro habla de sus obsesiones. Al igual que para Carlos Drumond de Andrade, el hombre es su materia. El hombre presente, el tiempo presente, la vida presente. “Hoy, la poesía, es una forma que transmite, comunica, cómo es el mundo y, conociéndolo, uno lo transforma. Y es así como la poesía es un llamado elaborado hacia otras vidas para traerlas a transfor­mar el mundo”, dice, y uno no puede dejar de pensar en ese concepto acuñado por Mario Benedetti de los poetas comunicantes.
Pero no es la única obsesión. Este libro existe por el amor a Adriana. Adriana se apellida Mosso, quien además de ser su compañera, también era militante y será secuestrada mientras se alojaba en un domicilio en el barrio de Boedo. Juntos serán los padres de dos hijos. “¿Qué es hoy el amor? Sino el medio para integrar una vida en la otra y que juntas construyan el lugar donde siempre han de hacer y crecer los amores: el mundo. ¿Qué puede ser entonces hoy la poesía? Sino el trabajo sobre todas las cosas que traban ‘un corazón’ que se comunique con otro y jun­tos amen la vida”, escribe Carlevaro. Casi podríamos decir que Raúl es poeta gracias a Adriana.
Pero los puentes no se detienen. Corre el 2016 y una joven de 14 años revolvía “en un cajón de ‘todo por $10’ los infinitos libros viejos y arruinados de una librería de usados sobre Avenida de Mayo. Mirando uno por uno me crucé con el libro que marca esta historia. La portada decía VAMOS, como una invitación. El libro era cortito, estaba amarillo, se sentía débil. Esa debilidad se transformó por completo cuando al abrirlo encontré doblada sobre sí misma una hoja de cuaderno. Intrigadísima, la abrí y pasé rápido los ojos sobre las letras y los dibujos trazados con lápiz. Poemas, todos poemas, juegos de palabras, una cierta inocencia que contenía ese sentir que esta persona en algún momento había volcado en la hoja. Entonces el libro se sintió fuerte, poderoso, extrañamente cercano, y me intrigó tanto que no dudé ni un segundo en llevármelo”
Esa joven se llama Mayté Guerrero y esa hoja manuscrita, hoy, forma parte de esta edición. Conmovida por el hallazgo, empezó a averiguar más sobre su autor. Cada cosa que encontraba la comprometía con ese papel que había hallado junto con el ejemplar del libro, sentía que debían terminar en las manos correctas. Así fue cómo encontró a Federico en Facebook, uno de los hijos de Raúl y Adriana para, al fin, entregárselo.
Recordando que el autor es un joven veitenañero y sin olvidar lo imperativo del título, podemos decir que este libro arranca con el ímpetu de una persona de dicha edad. “Tenelo a mano,/ abrí bien los ojos y/ si/ me/ leés/ en/ voz/ alta,/ tapate los oídos/ porque sentirás/ campanas y cañones/ tañir y granear por millares”
Claramente, su obsesión por el hombre se presenta desde el comienzo, aunque sea su amada la destinataria de estos versos. Después de todo, ambos comparten la convicción del nacimiento del hombre nuevo que traería la revolución. Así lo podemos encontrar hablando con la lámpara de Aladino; esta le pregunta qué quiere, si le gustaría tener el mundo. Y Carlévaro le contesta:
—Yo lo que quiero,
son hombres.
Dámelos por millares
y tendré
el mundo.
El idealismo está presente en todo el libro, esa visión de que era el momento de cambiar el mundo, que las condiciones estaban dadas, por eso dice era “1971/ y en él dejaríamos/ las miradas y la poesía dulce/ implícita en/ nuestras/ manos/ e iríamos a buscar el año/ para revolearlo/ por la historia,/ como el año en que/ destruiríamos/ todo lo feo,/ para imponer con nuestro ejemplo/ todo lo bello”
Y si la situación era de lucha, qué cosa podía subvertir más que el amor: “todo era clandestino,/ el mundo no sabía/ que en ese bar/ se cambiaría la historia”. Porque ¿quién puede detener a una juventud que asegura “Mis versos lo podrán todo,/ te juro”? Este libro es testimonio fiel de esa posibilidad. Algo que se reafirma cuando Carlevaro escribe:
Tengo veinte años y
tendré tantos
como necesite para cumplir
hasta el último
de mis sueños.
Como no podía ser de otra manera para un poeta setentista, Lautremont y su pedido por “una poesía que esté hecha por todos” dice presente cuando Raúl afirma “¿Quién hace la/ mejor poesía?/ ¡Vamos/ todos,/ que todos seremos/ poetas!”
Hay un momento donde amor y militancia parecen entrar en conflicto. ¿O es a un tercero, tercera, que el poeta militante le habla cuando se muestra conflictuado, aseverando “Dices que he cambiado,/ que la política es mi ruina./ Pues sí, claro./ la política es mi ruina./ Ya no lloro por mí,/ lloro por todos./ Sostengo la/ política/ en una mano/ y la poesía en otra;/ como dos niños/ que deben crecer fuertes y sanos”
Hay unos versos que suenan premonitorios, terribles, como esa conversación ficticia que Roque Dalton tiene en su única novela, donde agentes de la CIA en un interrogatorio le prometen que si muere, antes de ser mártir ellos se asegurarán de que lo acusen de ser parte de dicha agencia. Raúl escribe “Acusadme de traidor si queréis,/ fusiladme por delatar/ el secreto del mundo si queréis,/ descuartizadme por ser espía”, anticipándose sin saberlo a los dedos que señalaron a varios montoneros detenidos sobrevivientes bajo argumentos muy similares.
¿Quién puede detener a una juventud que asegura “Mis versos lo podrán todo,/ te juro”?
Y el ímpetu que regresa en cada línea, la fuerza de esa juventud maravillosa que lo impulsa a decir:
¡Vamos,
a la zafra de fusiles!
¡A bien ganarse el pan!
El pan-amor.
El pan-libertad.
El pan-poesía.
—¡Eh! hombre
(me grita mi
amada)
Andá a traer el pan,
para estas
almas
hambrientas.
Pero como sospecharán por lo que escribí al comienzo, el puente no termina en esta intersección. Ese papel manuscrito, como dije antes, Mayté se lo pasa a Federico, su hijo. Un hijo que tenía recuerdos difusos de su padre, que cae en la cuenta de la faceta de escritor del mismo cuando un amigo suyo leyó uno de los poemas de Raúl en una presentación y ahí empezó “a entender y ver que la poesía no era un hobby que él tenía, la poesía era una forma de vida”
Y de Federico, el puente se prolonga hasta su prima, Dafne Pidemunt, que ¿oh, casualidad?, es una de las que lleva adelante la cooperativa editorial La Mariposa y la iguana.
“Cuando lo vi en tribunales, tenía una carpeta con los registros de su estadía en el Riglos. Lo abracé. Luego, ya sentado en el banco de testi­gos, habló de su historia, que es única y es la de tantxs”, dice la poeta. ¡Claro! No podía ser de otra forma, ahí estaba la herencia, ahí estaba el ADN. Ahí estaba el hombre del que habla Raúl Carlevaro en Vamos, es esa historia que es única y es la de tantos.
“Mi mamá me mostraba con orgullo la edición de Vamos escrita para la sociedad toda, y para su amor, Adriana. Así me enteré que Raúl, además de ser mi tío, desaparecido y asesinado, era poeta, un enorme poeta. Conservo esas primeras ediciones, la de mi abuela y la de mi vieja, como un tesoro” asegura la autora de, entre otros, El juego de las estatuas. Podrán cortar las flores, pero la primavera siempre regresa.
Este no es el primer libro de poemas escrito por un o una militante desaparecido, Julián Axat llevó adelante entre 2005 y 2017 el proyecto “Los detectives salvajes”, en el cual recupera la poesía escrita de militantes asesinados y desaparecidos por la dictadura genocida. Pero la aparición de un nuevo libro de este tipo se festeja de este lado como un gol sobre la hora. De ahí la valía de esta edición. Porque refleja las convicciones, los deseos, el compromiso y las herramientas de una generación que lo quiso cambiar todo y perdió. Porque creemos (y es lo último que se lee en esta reedición, antes del índice), más aún en estos tiempos en la que es puesta en duda, en esa frase que dice “Memoria, Verdad y Justicia. 30000 detenidos desaparecidos, PRESENTES”
Y si bien el mismo autor de Vamos deja escrito, como avisando “¿Crees que todo es mi poesía?/ ¿No sabes que ella tan solo/ es un panfleto,/ es mi tarjeta de presentación?”, si alguno tiene dudas de si existe el germen de la poesía en este libro, sólo tiene que leer estas líneas:
Es noche.
Suerte.
Creí que siempre sería día.
Los músicos vuelven a sus casas,
los borrachos de las penas.
Es noche.
Salen las hormigas, las cucarachas.
Yo salgo del hombre.
Escribo.
¿Habrá noche que te deje tranquila?

 
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