Escrito por Agencia Paco Urondo
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Sábado, 01 de Junio de 2024 18:26 |
Por Mara EspasandeEn pocos días se cumplen 50 años de la muerte de Arturo Jauretche, uno de los pensadores nacionales más lúcidos que ha tenido nuestro país. Había comenzado a militar desde muy joven en el Partido Conservador.
Como a él mismo le gustaba decir, a contramano de lo que suele suceder, se había subido “al caballo de la política por la derecha y bajado por la izquierda”. En los años veinte se acerca al radicalismo y se compromete activamente con la rama yrigoyenista. El golpe de Estado de 1930 no solo es un punto inflexión en la historia argentina sino también en la vida de Jauretche que se suma a la resistencia radical, participando en el levantamiento armado en Paso de los Libres, Corrientes. Dos años después, luego de haber sufrido la cárcel, partiendo del diagnóstico que no existía ninguna fuerza política que representara los intereses nacionales, junto a otros jóvenes yrigoyenista, el 29 de junio de 1935, funda la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) En 1962 nuestro pensador publica el libro FORJA y la Década Infame. En esta obra recoge la experiencia de aquellos años de militancia contra el régimen oligárquico. Decía allí: “… en el análisis de nuestra situación de dependencia económica íbamos poniendo en evidencia los factores reales de esa dependencia…” (1). Según Jauretche, a pesar de la presencia del imperialismo británico en cada uno de los sectores estratégicos de la economía argentina, amplios sectores de la autodenominada izquierda practicaba un “antiimperialismo abstracto”, es decir, denunciaban el accionar norteamericano en otras latitudes de Nuestra América y poco decían sobre el constante flujo de riqueza que se perdían desde Buenos Aires hacia Londres. Bajo el lema “Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre” los jóvenes forjistas comienzan a reunirse con el objeto de analizar los acontecimientos recientes, producir textos de historia y de análisis político y difundir sus ideas. La declaración constitutiva, redactada por Arturo Jauretche, llama a “la lucha permanente del pueblo en procura de su soberanía (...) contra las oligarquías como agente de los imperialismos” y convoca a “la nueva emancipación, que solo puede realizarse por la acción de los pueblos…”. Dentro de estos conceptos y tales fines, FORJA convoca “a todos los radicales que aspiraron a intervenir en la construcción de la Argentina grande y libre...” (2) Al no tener recursos económicos difunden sus ideas mediante panfletos y pintadas. Cuando no había papel, usaban las paredes y si faltaban tizas escribían con carbón. A costa del esfuerzo que significaba la difusión de ideas por medio de folletos o volantes, los miembros de FORJA se convierten en grandes oradores: dan conferencias en teatros, centros culturales, sótanos o en las esquinas. Uno de los ejes de su militancia es la denuncia del Tratado Roca-Runciman, denominado por FORJA el “Estatuto legal del coloniaje” por considerar que allí “…se articulan los instrumentos legales para el retorno a la economía colonialista de dependencia” (2). Efectivamente, en pocos momentos de la historia se había construido una arquitectura administrativa, política, judicial y legislativa tan compleja y eficaz puesta al servicio de la expoliación de las riquezas argentinas. Pero, ¿qué establecía dicho acuerdo y por qué se había firmado? En aquel momento, el viejo modelo agroexportador había ingresado en una crisis terminal. La Primera Guerra Mundial y, en particular, el crack de la bolsa de Wall Street que estalló en 1929 habían provocado una profunda transmutación de los circuitos de intercambio comercial imperantes en la división internacional del trabajo. Frente a esto, la oligarquía terrateniente delinea estrategias para evitar perder a su principal “socio” comercial y comprador de carnes: Gran Bretaña. Con dicho objetivo, el gobierno fraudulento de Agustín P. Justo envía una comitiva a Londres encabezada por el Vicepresidente argentino Julio A. Roca (h) quien firma en 1933 el Pacto conocido como “Roca - Runciman” Con este Pacto se otorga a los frigoríficos angloyanquis el control del 85% de las exportaciones de carne, reservándose la Argentina sólo el 15% para frigoríficos que no persiguieran fines de lucro. Al mismo tiempo se conceden ventajas arancelarias que permitían la libre importación de carbón y de otras manufacturas inglesas a nuestro país, y “el trato benévolo” a las inversiones británicas. Además, se acuerda un empréstito de desbloqueo por 13 millones de libras esterlinas, pero del cual Argentina recibe sólo 3,5 millones (el 17%), pues el resto (el 73%) se destina a compensar utilidades de las empresas inglesas radicadas en la Argentina, que por escasez de divisas no habían podido ser remitidas. Completaba estas medidas la entrega del monopolio del transporte público de Buenos Aires. Una vez suscripto el acuerdo, el Vicepresidente Roca (h) da la siguiente declaración: “La geografía política no siempre logra en nuestros tiempos imponer sus límites territoriales a la actividad de la economía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de celosa personalidad que la Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio Británico”. Por si quedaba alguna duda, otro funcionario argentino que recibe el título de “Sir” de la corona británica que afirmó que la Argentina era “Una de las joyas más preciadas de su graciosa Majestad” Estos acuerdos necesitan de la complicidad del poder judicial y del poder legislativo de la Nación. En el Congreso la denominada “Concordancia” tenía la mayoría legislativa: se trataba de una coalición entre el Partido Demócrata (conservador), Partido Socialista Independiente (de tendencia también conservadora) y el Radicalismo antipersonalista (opositores de FORJA). Participando del sistema electoral, pero en franca oposición, se encuentran los legisladores del Partido Demócrata Progresista (PDP) y del Partido Socialista (PS) Fueron pocas las voces que se alzaron en contra de la entrega nacional. Entre ellas las del socialista Alfredo Palacios y el socialdemócrata Lisandro de la Torre. Desde su banca de Senador, Palacios –con el asesoramiento de Raúl Scalabrini Ortiz- se destaca por la crítica rotunda al tratado de la Coordinación de transportes. De la Torre por su parte deja al descubierto los negociados de las carnes, hecho por el cual recibe el apodo de “fiscal de la nación” y, también, es la causa del atentado contra su vida. En la Cámara alta llega a vociferar: “… en estas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a sus dominios semejantes humillaciones. Los dominios británicos tienen cada uno su cuota y la administran ellos (…) Inglaterra tiene respeto de esas comunidades de personalidad internacional restringida que forman parte de su Imperio, más respeto que por el gobierno argentino. No sé si después de esto podremos seguir cantando: ¡Al Gran Pueblo Argentino, salud…” (3). En sus exposiciones desnuda las maniobras del pool frigorífico y responsabiliza directamente a los ministros Luis Duhau (De Ganadería) y Federico Pinedo (De Hacienda), involucrados en el atentado contra de la Torre que terminó con la vida de otro senador santafecino –recién electo- Enzo Bordabehere. Lejos del recinto parlamentario Jauretche y sus compañeros dedicaban sus días a desentrañar los mecanismos del imperialismo inglés. En los “Cuadernos de FORJA” publican obras tales como “Política británica en el Río de la Plata. Las dos políticas. La visible y la invisible”, “Historia del ferrocarril central de Córdoba” e “Historia del primer empréstito argentino” de Raúl Scalabrini Ortiz; “La coordinación de los transportes” de Amable Gutiérrez Diez”; “Petróleo e imperialismo” de Raúl Scalabrini Ortiz y Luis Dellepiane; “El problema de la electricidad” de Jorge del Río, entre otros. Como puede observarse se difundías textos de análisis de los negociados de la época junto a trabajos de historia. Jauretche insistía en la necesidad de desarrollar un revisionismo histórico: “Era necesario descubrir la verdad oculta de nuestra historia de ayer para entender la clave de lo que pasaba hoy” (4). A diferencias de otras fuerzas políticas que denunciaban los negociados en forma particular, FORJA se dedica a estudiar el “entramado” y la articulación de intereses locales y foráneos que aseguraban la perpetuación de la oligarquía en el poder y la expoliación de riquezas por parte de Inglaterra. Insiste Jauretche en este punto diciendo: “la importancia fundamental del revisionismo histórico en ese momento, en la década infame, cuando se sancionaba el estatuto legal del coloniaje. Es que no podría comprenderse la política social y económica como expresión exclusiva del privilegio oligárquico. Era necesario para comprender las exigencias del pacto Roca-Runciman, en qué medida se trataba de una política inteligente y coordinada para restablecer en la Argentina las condiciones de dependencia absoluta del pasado. Sin conocer el ayer no se podía conocer el presente…” (5). En síntesis, “Se trataba de una política integral destinada a limitar el desarrollo del país, mantenerlo como monoproductor, restringirle sus posibilidades” (6) Una reflexión necesaria: el intervencionismo oligárquico y la “economía dirigida antinacional” Con su pluma sagaz don Arturo analiza las estrategias de la oligarquía en aquellos años treinta para adaptarse al nuevo contexto mundial. La misma clase que desde 1861 había defendido e impuesto el librecambio ahora recurría al intervencionismo para mantener sus privilegios de clase. Una vez más, Jauretche muestra como las ideas de la clase dominante suelen subordinarse a sus intereses económicos: puede ser librecambista o dirigista; democrática o golpista. En los años ´30 tal como el pensador define, se implementa una “economía dirigida antinacional” para la entrega de los recursos de la Patria. Explicaba, “… excluido el pueblo del poder, en la oligarquía restaurada utiliza el intervencionismo de Estado, sólo que lo hace en beneficio del Imperio Británico” (7) Junto a esta reflexión advierte los problemas de la intelectualidad argentina para identificar los mecanismos reales y concretos de la dominación. Fiel a su estilo polemista escribe: “Nuestros papanatas ideológicos, los creyentes de los grandes enunciados, los profesores de ideas abstractas, todos especialistas en el hurto de la realidad, tienen aquí una gran enseñanza. El dirigismo de Estado, como el liberalismo, como el socialismo, como casi todas las fórmulas hechas, son fórmulas simplemente. Lo mismo sirven para un fregado que para un barrido. Pueden servir para el ascenso social del pueblo y hasta para el propio desarrollo del capitalismo nacional, como pueden servir para lo in verso. Todo está en cómo se los maneje Y para qué fines…” (8) Una interesante lección de aquellos años infames que en momentos de crisis y evidente entrega del patrimonio nacional invita, por un lado, a recurrir a la historia para comprender cómo se construyen los complejos y múltiples dispositivos de dominación y, por el otro, dejar de lado preconceptos y caracterizaciones que pudieron servir en otros momentos pero que deben ser actualizadas a la luz de la realidad. FORJA se disuelve luego de ocurrido el 17 de octubre de 1945 por entender que su misión se había cumplido. Arturo Jauretche es uno de los defensores de esta disolución. El “coloniaje” comenzaba a ser combatido por el movimiento popular nacido en esos años: el Peronismo. “El subsuelo de la patria sublevado” –recurriendo a palabras de Scalabrini Ortiz- empezaba a construir su propia historia. * Historiadora, docente investigadora de la Universidad Nacional de Lanús. Referencias: (1) Arturo Jauretche, FORJA y la Década Infame, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1962, pág. 33. (2) Arturo Jauretche, FORJA y la Década Infame, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1961, págs. 87-88. (3) Obras completas de Lisandro de La Torre (1952). Buenos Aires: Editorial Hemisferio. Tomo II, pág. 29. (4) Arturo Jauretche, FORJA y la Década Infame, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1961, pág. 59. (5) Arturo Jauretche, FORJA y la Década Infame, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1961, pág. 58. (6) Arturo Jauretche, FORJA y la Década Infame, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1961, pág. 59. (7) Arturo Jauretche, FORJA y la Década Infame, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1961, pág. 49. (8) Arturo Jauretche, FORJA y la Década Infame, Buenos Aires, Editorial Peña Lillo, 1961, pág. 47.
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