Por Mariano NievaAGENCIA PACO URONDO conversó con Patricia González, cantautora, coucher vocal y profesora de yoga, sobre su forma de ver el mundo artístico que le permite montar desde la música de Spinetta toda una cosmovisión.
Agencia Paco Urondo: Sos cantautora y al principio tuviste una experiencia artística en un grupo de tango. Patricia González: He pasado por distintas etapas de género musicales. Desde los 14 años estudio música. Empecé con el canto lírico, imagínate, fui como transmutando hacia distintos géneros y aprendiendo. Siempre me gustó investigar y estudiar. APU: ¿Qué se escuchaba en casa? Los primeros sonidos muchas veces vienen de los padres o de algún hermano mayor. P.G.: Tango, por parte de mi papá, y por parte de mi mamá, folclore. Mis viejos se vinieron los dos del campo, en los años 60, y venían con esa cultura. Mi papá era más bicho raro porque escuchaba tango, era más normal escuchar folklore porque los dos eran del litoral. APU: ¿Y tu encuentro con la música lírica fue por interés propio o más de tus padres, como impulsándote en una actividad? P.G.: Fue por voluntad propia y por una cuestión de curiosidad, para ver de qué se trataba. Voy a ser totalmente sincera, no me terminé enganchando. Para escucharlo sí, pero no para cantarlo. Con el tiempo, seguí estudiando otras ramas artísticas. En realidad, estudié canto popular. APU: Supongo que el canto lírico te habrá servido para empezar a modular la voz. P.G.: Claro, la técnica que tiene el canto lírico. Después lo tuve que adaptar, porque si no terminas cantando con un vibrato y una proyección exagerada que no se usa en el canto popular, pero está bueno, te ayuda mucho en la técnica. APU: ¿Y eso te sirvió para ser una coach vocal? Porque me imagino que le sirve a todo aquel que necesita trabajar con su voz. P.G.: Yo lo enseño con un método propio. De hecho, estoy escribiendo un libro que tiene que ver con esta espiritualidad de la que hablo y que estoy proponiendo en el show que hago de Spinetta, que tiene que ver con la conexión con uno mismo. Por cosas de la vida que me han pasado, me puse a investigar mucho con respecto a toda la filosofía oriental: hice instructorados de yoga, de meditación. Incluso investigué lo que tiene que ver con la espiritualidad andina y hay muchas cosas que son parecidas. No había conexión de un continente con otro y sin embargo, muchas cosas coinciden. Evidentemente, el origen de todos es el mismo y ese es el planteo que me hago con respecto a la música. ¿Por qué uno necesita escuchar música? Porque te conecta a otro plano al que no estás acostumbrado, porque perdés tu propia esencia, no te detenés en el tiempo a escuchar un tema de Spinetta, por ejemplo. Escucharlo te transporta a otro plano al que realmente pertenecés. Parece loco, pero lo que digo tiene que ver con los con la filosofías más antiguas. Después de haber estudiado tanto te das cuenta que la esencia de la música es esa conexión porque te da paz, esa felicidad, esa adrenalina bien; cuando estás cantando transmitís todo lo que estás vivenciando en ese momento. Te despojás de la realidad y vas a otro lado. Dejás lo ordinario para quedarte con lo extraordinario. APU: Me quedé pensando en que hay momentos de la música y de la danza para los propios dioses, en que hay cosmogonías donde ellos son los que bailan y hacen música. P.G.: Creo que mucha gente se pierde en el espacio y tiempo, es como que vas corriendo buscando llegar a alguna parte donde sentir paz, satisfacción, y no lo encontrás nunca.¿Qué se está buscando? ¿Tener el mejor auto, el último celular? No se trata de eso y es lo que me interesa transmitir desde estos temas de Spinetta que estamos haciendo. Él era muy especial, te conectabas o pasabas de largo como si estuvieras corriendo en un bosque y vieras árboles alrededor y no entendieras nada. Por ahí, ves ese árbol simbolizado en las canciones y que en ese momento que te pusiste a escuchar esta música descubrís que realmente te transportó a otro lado. De eso se trata esa satisfacción que estás buscando, de conectarte con vos. Con su musicalidad, con su poesía, las cosas que te dejaba reflexionando: eso es interesante, te detiene en el tiempo, no podés seguir corriendo, hay algo en lo que te quedás pensando y te despierta como un canal perceptivo, empezás a sentir la sensibilidad. APU: Te escucho y pienso en la religión cristiana católica, que con ella he tenido desencuentros, alejamientos, pero siempre vuelvo; algo parecido me ha pasado con el flaco Spinetta. P.G.: Es la vida. Además, no siempre vamos a estar. El ser humano va teniendo emociones y estadios en la vida. Es lo normal. Pasa que está el tema muy superficial, ahora, de que siempre todo el mundo tiene que estar con una sonrisa. La verdad que no es así, escuchás un tema y te puede subir, bajar. La música te lleva a ese verdadero estadio. Puede haber etapas que escuchas una cosa, después te vas para otro lado, la música te va llevando a todos esos universos por los que necesitás pasar. Lo importante es la conexión. Es lo que propongo con todo este método que trabajo, no es solamente cantar. Yo puedo cantar y repito con la técnica… Mirá que estudié un montón de técnica, pero es mucho más profundo. En el cantante, uno es el instrumento. La música sale de vos, lo transmitís, lo exteriorizás y lo propagás. En la música cristiana, cuando se hacían los cantos gregorianos, con el blues que también cantaban para aliviar el dolor porque realmente era muy duro lo que estaban viviendo, necesitaban esa conexión espiritual. Desde los orígenes de la humanidad, el arte tenía que ver con un rito. Ahora se perdió, un poco, eso. Uno lo lleva como un fin más material. Es cierto que los tiempos cambiaron, pero también uno necesita ligarse a esa esencia. “La música te va llevando a todos esos universos por los que necesitás pasar” APU: Pensaba en la música negra y es uno de esos lugares donde la conexión espiritual es más evidente. P.G.: Yo canto un tema de Spinetta que lo hago spiritual. Es muy loco. Cuando empecé a hacer este proyecto de Spinetta, encaré la interpretación desde donde lo iba sintiendo. Y de repente hubo un tema que dije “es un spiritual”. Ni siquiera un blues, me fui como más a los orígenes, todavía. Así que lo canto a capela como si fuera un spiritual en castellano. Es una versión muy loca, pero me encanta. Porque realmente nos remite a esa conexión espiritual, ir a algo que nos eleva de una manera que es muy lindo. En la formación académica que tuve, perdí muchas cosas. Por ejemplo, la espontaneidad. Adquirí mucho conocimiento, sí, pero antes de entrar a estudiar yo cantaba de una manera que perdí. Cuando termine, dije “voy a romper con todo eso y volver para atrás, a esa chica adolescente, soñadora, que disfrutaba de cantar”, porque eso era la conexión espiritual de la que te estoy hablando. Cantar este spiritual era como volver a mis raíces. Toda esta realidad, el libro que estoy escribiendo que tiene que ver con cómo trabajar de esa manera, y con la producción de estos temas de Spinetta, es algo que me alegra mucho. APU: ¿Cómo conectás con el mundo Spinetta, cuándo empezás a dar cuenta que en su obra había algo más que música? P.G.: El flaco es muy especial porque, por ahí, lo oís y no lo escuchás. Y hay una diferencia. En el momento que lo escuchas, te lleva a la reflexión y te metés en ese universo que te dice un montón de cosas. Esa magia que te detiene a observar el árbol, hojita por hojita, mirar la nervadura, el sol que le da colores. Eso que te atrapa y es lo que me atrapó. Por ejemplo, “En búsqueda de la estrella”, un temón. Te lleva a la reflexión de que el muro te lo pones vos. La sociedad te puede poner un muro, pero vos también te lo fabricas, de alguna manera. Algo que tiene de extraordinario es que cada uno, de acuerdo a lo que va sintiendo, lo que va viviendo, va a tener una interpretación distinta, te va a llevar a algún lado donde vos necesitás ir. Desde la música y también desde la poesía, tiene una poesía muy espiritual. APU: De hecho, tu espectáculo se llama Cosmovisión spinetteana, como diciendo que es una forma de entender y de ver el mundo, propone mucho más y arte. P.G.: Tiene que ver con tener una mirada propia hacia las cosas, sin esa interferencia del exterior, en detenerte a tener toda esa sensibilidad. Cuando te metés en ese universo es como un despertar, se abre un campo perceptivo. Sin ir más lejos, “El anillo del Capitán Beto”, podés pensar que es una cosa muy surrealista. ¿Lo es? ¿No te sentiste alguna vez como Beto? Hay partes de las canciones que a mí me remiten a situaciones de la vida. Después, de alguna manera, lo terminás de escuchar y no es como que pasó algo que no tuvo importancia. Te dejó una la huella, eso es la magia de la música.
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