Por Mariano NievaDaniel “Ruso” Beiserman, bajista y fundador de la mítica banda Memphis La Blusera, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre su larga trayectoria y su actualidad en la música.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué recuerdos tenés de los comienzos de Memphis La Blusera, allá por 1978? Daniel Beiserman: Estuvimos ensayando dos años antes de debutar, no teníamos nada, recién empezábamos a componer los primeros temas con Adrián (Otero). Anteriormente, en el 76, grabé un disco con Pajarito Zaguri hasta que disolvió la banda. Con el guitarrista Edi (Eduardo) Vallejos conocemos a Emilio Villanueva y a Raúl Lafuente que tocaban saxo y batería, respectivamente, y empezamos a escuchar músicos del género. En aquella época no había prácticamente material, si querías un disco de afuera tenías que encargarlo en El Agujerito, una disquería que no sé si existe, y tardaban dos meses en llegar. Llegaba, pero tardaba. Lo poco que había, hacíamos pasamanos para escucharlo un poco cada uno. Hicimos amistad entre los cuatro. Apareció un pianista, el “Rusito” Napolitano, y conformamos una banda linda, ensayábamos temas que habíamos compuesto Adrián y yo. Después, Adrián estuvo dos años viajando por Europa y yo acá armando la banda para presentarnos en Unione e Benevolenza. No conseguíamos lugar porque no nos conocía nadie y en esa época sólo había algunos pubs para poder tocar. Tenías que ser muy famoso para alquilar un teatro. Conseguimos esta sala hermosa y en esa oportunidad canté yo. Hicimos presentaciones en todos los pubs de Buenos Aires habidos y por haber, fuimos juntando un público cada vez más grande hasta que llegó un productor, Ricardo Kleiman, que le interesó la música que hacíamos y nos propuso grabar el primer disco, Alma bajo la lluvia, en RCA. El estudio era prácticamente una fábrica de discos porque vos entrabas con la viola y te iba con el disco abajo del brazo. Se hacía todo: se grababa, se masterizaba, se fabricaba el vinilo, las tapas, tenían el departamento de arte, absolutamente todo, un estudio increíble. APU: Me contaron que en RCA sonaba una chicharra y se juntaban a comer con los trabajadores. D.B.: Tenía un comedor como propiamente lo tiene una fábrica. Era una fábrica. No comíamos con ellos, pero sí en el mismo comedor. Nosotros no teníamos horario, viste que las grabaciones no son tan estrictas. APU: ¿Las canciones de Alma bajo la lluvia ya las tenían de antes o tuvieron que componer más para llegar a grabar la placa? D.B.: Ya las teníamos, ya habíamos compuesto con Adrián “El Blues de Rosario “6 y 30”, “Moscato, pizza y fainá”, “Lo mismo, boggie” APU: Qué increíble que sean bombas de Memphis y pertenezcan al primer disco. D.B.: Un tema que pegó mucho es “La bifurcada” que es del cuarto disco, creo. Como vos decís, son temas que seguimos tocando porque la gente los quiere escuchar. Son 150 temas, es muy difícil armar las listas porque algunos quieren escuchar una cosa, otros que no; más o menos hacemos un promedio de lo que la gente quiere y lo que nosotros también tenemos ganas de tocar. No digo que nos aburrimos, pero también tenemos ganas de hacer algunos cambios. APU: La Blusera nace en el 78, plena Dictadura Militar ¿Cómo la pasaron? De esa época estaba la famosa anécdota en la que se estuvieron que escapar por la cocina de un restaurante japonés. D.B.: Estaba lleno el boliche, que era rectangular como una caja de zapatos. Entra la cana, viene el dueño y nos dice que lo sigamos. Atrás del escenario había una cocina vieja que no se usaba, de la cocina pasamos a un pasillo a la intemperie, todo oscuro. A todo esto, ni una lamparita, nada. Seguimos y en una pared había un “buraco” más o menos de un metro de diámetro para pasar a un edificio que estaba desocupado. Las escaleras tenían velas, quiere decir que ya se habían escapado alguna vez, por ahí. El tipo las iba prendiendo, lo seguimos y de repente aparecimos en la cocina de un restaurant chino. La gente estaba comiendo y de pronto empieza a salir una banda de gente, éramos como 25 que salimos por ahí, parecíamos el acto de magia ese donde salen como 30 de un fitito, no entendían nada. Te podés imaginar que dejamos todos los instrumentos arriba del escenario. Nosotros no teníamos que ver con nada, somos los músicos, pero si querían ir a buscar falopa o algo por el estilo, pero por las dudas, el dueño nos sacó. ¡Hasta él se fue! Esa fue la anécdota más destacada, además graciosa, pero que caía la cana casi siempre donde tocábamos nosotros… Siempre había una especie de razzia, se llevaban algunos para justificarla. APU: Nunca tuve tanto blues es el disco donde explotan, empiezan a llenar estadios y coincide con una época donde estalla el blues en Argentina. ¿Te acordás cómo fue ese momento de ebullición y cómo lo tomaron ustedes? D.B.: Fue disco de oro y empezamos a telonear muchos artistas del exterior. Fue la década del 90, nosotros grabamos en vivo un disco en el Teatro Gran Rex que se vendió muchísimo para el género, como 350.000 copias. Cuando se vendían discos, además, internet no era masivo como ahora. El primer artista que teloneamos fue Albert King, que vino con Taj Mahal, incluso tocamos con él. De entrada, cuando estábamos probando sonido, Taj Mahal dejó el estuche de la viola y se vino con la guitarra a zapar con nosotros, una onda bárbara. En un viaje que hicimos a Nueva York lo fuimos a ver y nos presentó ante el público como una gran banda de Buenos Aires. También teloneamos a Junior Wells, a B. B. King, (Eric) Clapton, Chuck Berry. APU: Pienso en las tribus que los seguían, que se identificaban con diferentes clubes, barrios y sin embargo lo bien que convivían, por lo menos adentro. D.B.: Más o menos, convivían. Era bravo adentro y afuera, según las prestaciones del lugar. Si era uno que se podía romper, se rompía. Se agarraban en cualquier lado, pero eso no duró mucho porque nos hicieron fama, tuvimos que empezar a elegir los lugares y subir un poco el precio de la entrada porque tocábamos en lugares con “vino en damajuana”, me entendés, se prestaban más al puñete. Así fuimos más o menos tranquilizándolos. APU: Pero se disputaban la banda, el origen de Memphis. D.B.: No tanto por Memphis. Diría que se encontraban en los recitales de la banda para bardear. Sabían que iba fulano, entonces iba mengano y se daban, pero como te decía, no duró, eso fue al principio. Un poco tenía que ver con el comienzo de la Democracia, donde de todo valía. Al lado de lo que fue la Dictadura, te imaginas que estaba un poco más liberada, la gente. APU: Vienen las muertes de Adrian y Emilio, el reagrupamiento con vos a la cabeza y ese disco hermoso con Martín Luka en la voz ¿Cómo viviste toda esa etapa, desde lo sentimental? D.B.: Adrián se va en 2007 de Memphis y tiene el accidente en 2012. Pasaron esos cinco años donde uno va haciendo el duelo musical y se va reformulando un montón de cosas, porque él era la cara visible del grupo. Pero lo de Emilio fue a fin de ese mismo año, una trompada en la pera. Ni sospechábamos que podía pasar esto tan grave y fue difícil volver a entrar a la sala de ensayos sin el gordo. Estábamos por hacer un relanzamiento de Memphis con Emilio en vida y fallece el lunes anterior. Lo internan el viernes, fallece el lunes y tocábamos el sábado. No pudimos hacerlo. Se sumaron un montón de exMemphis y armamos un show para hacerles un homenaje a ellos dos. Fue durísimo, todo. Además, ya veníamos con otras pérdidas graves como la de Oscar Almará, que ya no estaba en el grupo, pero sí estuvo en los principios. Edi Vallejos, Eduardo Annetta. Trompada tras trompada, porque además de compañerismo, la mayoría eran amigos. No era sólo la música, también era compartir, salir de joda, eran amigos de toda la vida. Gracias a Dios, ahora tengo muy buenos compañeros, un nuevo Memphis que ya tiene 12 años, con Martín Luka, Giuseppe Puopolo, Jorge Fiasche y Matías Penisi. También está Alberto García, guitarrista legendario de Memphis que de los 15, 16 discos que tenemos, el grabó en 10, por lo menos. APU: La cantidad de músicos que pasaron, que han formado Memphis. D.B.: Hay un periodista que está escribiendo un libro sobre Memphis y va recabando historias de acá, de allá. Habla con uno, con otro, con explomos, exsonidistas, técnicos de grabación, para ir armando la historia y me dice que tocaron 26 músicos en la banda. Nunca los conté, la verdad. Además de esta formación que te acabo de dar, se incorporaron tres vientos más, así que somos 10 en escena. APU: ¿Son capaces de volver a hacer el ritual de la calle Corrientes a la que tanto le cantaron? La Universal no existe más, pero ¿Todavía salen a tocar y después de ahí a comer una pizza o ya pasa todo en el camarín? D.B.: Ahora la pizza la comemos en el camarín, lamentablemente. Es la comida del músico: pizza o sánguche de miga. APU: Estuve presente el 30 de septiembre, si no recuerdo mal, cuando se te homenajeó en la Legislatura porteña por tus 45 años con la música, una distinción más que merecida ¿Cómo la viviste? D.B.: Fue muy lindo. Estuvimos preparando un video con los músicos desaparecidos, un momento muy emotivo. Entrega de diplomas a todos los integrantes, me entregaron una bandeja grabada. La gente que había, básicamente, eran todos conocidos, familia, amigos. Cada uno invitó a sus amigos más queridos, fue una fiesta bastante familiar, íntima. La verdad que un reconocimiento bastante merecido, porque uno piensa en 45 años es mucho trabajo. Cuando empezó todo esto, me pidieron mi currículum vitae para ver si calificaba. Entonces me puse a escribir y no terminaba más. Imagínate las giras nacionales, por Latinoamérica, los discos, los shows importantes, los no tanto, los músicos que pasaron. Me parece que hemos trabajado a lo bestia. En los primeros años tocábamos absolutamente todos los fines de semana. Viernes, sábado y hasta domingo, también. Cuando empezó la democracia, salieron muchos trabajos y no parábamos, teníamos mucha energía. Ahora ya las energías van menguando, pero tratamos de hacer lo mejor posible y lo más posible. La gente nos quiere escuchar y uno hace el esfuerzo. Estuvimos hace poco en Chile con muy buena repercusión, así que nos llamaron de vuelta. La vez pasada estuvimos en Santiago y La Serena, ahora vamos a Santiago y Valparaíso. Nos atienden bárbaro, conocen todas las canciones como acá, cantan las letras, no es que vamos a un lugar desconocido. APU: Una de antes que me quedó en el tintero ¿Es verdad que viste debutar a Diego Maradona? D.B.: Debutar no, pero si lo vimos jugar cuando empezó en Argentinos Juniors, porque la sala nuestra estaba a dos cuadras de la cancha. Así que antes de ensayar, lo íbamos a ver a Diego y fue increíble. Emilio Villanueva era hincha de Argentinos, era del barrio. Como ensayábamos en la casa de Emilio, una casa chorizo que estaba desocupada y la copamos nosotros, con la benevolencia y la paciencia de los viejos de Emilio, antes de ensayar íbamos a verlo a Diego. Un rato por ahí, el segundo tiempo que en esa época se entraba gratis. Increíble. Incluso lo fui a ver solo o con la familia de Emilio, todos de Argentinos. Yo soy hincha de Boca, después lo tuvimos. Esa es mi faceta futbolera, no me pierdo un partido ni de Boca ni de la selección. No puedo ir a la cancha porque no me da el lomo. Y antes porque tocaba. Se me está acabando la batería del cuerpo. APU: Sos un luchador, con todo lo que te ha pasado, también el accidente y seguís adelante, con pasión y amor por lo que hacés. D.B.: Imagínate, si no toco ¿qué hago? La pasé mal, ni siquiera podía salir a la calle. Caminar una cuadra para acá, otra para allá y nada más. Por suerte, pude cambiar el auto por un automático que lo puedo manejar con la pierna derecha tranquilamente y eso me da más libertad, salimos a pasear con mi señora, es otra vida. APU: ¿Se te cruzó en algún instante largar todo? Por cómo sucedió todo. D.B.: Fue cortando una planta muy alta que tengo en el jardín, me vine abajo de la escalera y me fracturé los dos tobillos. Una cosa horrible que no quiero ni contar. Me dieron mucha manija los médicos, el traumatólogo, la kinesióloga, una onda tremenda. “Ya vas a volver, vas a volver, y vamos los Memphis”, la verdad que me ayudó muchísimo. Dio la casualidad de que cuando tengo el accidente me llevan al Hospital Álvarez, que está cerca de mi casa. El médico de guardia resultó ser un amigo de mi hijo. Con los días, fuimos charlando, salimos un poco de lo traumático y me dice “yo lo conozco a tu hijo”, que sé yo, y resulta que te toca la armónica y canta blues. Hicimos una buena relación y me viene a visitar a casa, vamos a tomar un café por ahí. Es un muchacho divino, quiere que le cuente de la música, incluso está estudiando guitarra con Alberto García. APU: ¿Están trabajando con algún material sucesor de Siempre? D.B.: Hay, pero por el momento no hay una compañía interesada en este género, v están con otras cosas. Con el reggaeton, la cumbia, con todas esas cosas que nos invadieron en toda América. Y si uno quiere hacer una producción independiente sale una fortuna que no la tenemos, y no tenemos la persona que quiera invertir en esto porque, con el tema de Internet, tampoco se vende placas. Es todo muy complicado.
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