Escrito por teleSUR tv
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Sábado, 31 de Agosto de 2024 12:10 |
La situación en Honduras no es un caso aislado, sino parte de un patrón más amplio de comportamiento diplomático de Estados Unidos en América Latina.
Honduras se encuentra en el centro de una tormenta diplomática que involucra acusaciones de injerencia estadounidense y amenazas de desestabilización interna. El canciller hondureño, Enrique Reina, ha denunciado un intento de «golpe de barracas» que, según fuentes de inteligencia, estaría vinculado a recientes declaraciones de la embajadora de Estados Unidos, Laura Dogu. El canciller Reina informó que la inteligencia hondureña detectó un plan para dividir a las Fuerzas Armadas, con algunos militares buscando destituir al jefe Rossvelt Hernández. La presidenta Xiomara Castro, alarmada por esta situación, declaró firmemente: «No vamos a permitir que se desestabilice a las Fuerzas Armadas y no vamos a permitir que se desestabilice el proceso electoral». El jefe de la diplomacia hondureña explicó la decisión de suspender temporalmente las extradiciones: «Es para que no sea utilizada la extradición como arma política electoral, contra la institución y funcionarios del gobierno». Añadió: «Vemos un peligro que Estados Unidos pueda utilizar la extradición como arma política». Las tensiones escalaron después de que la embajadora Dogu hiciera comentarios sobre una reciente visita a Venezuela del ministro de Defensa, José Manuel Zelaya, y el jefe de las Fuerzas Armadas, Roosevelt Hernández. Dogu sugirió que estos funcionarios se habrían reunido con un «narcotraficante», una acusación que el gobierno hondureño rechaza categóricamente. Rixi Moncada, precandidata presidencial del partido Libre, respaldó la decisión de Castro: «La patriótica orden de la presidenta Xiomara Castro desmantela el plan de nuestros adversarios para interrumpir las elecciones y ejecutar un nuevo golpe de Estado militar, utilizando acusaciones temerarias contra el Ministro de Defensa y el Jefe del Estado Mayor Conjunto. ¡Habrá elecciones!» Patrón regional de injerencia La situación en Honduras no es un caso aislado, sino parte de un patrón más amplio de comportamiento diplomático de Estados Unidos en América Latina. El periódico mexicano La Jornada destaca en un reciente editorial: «Además de inscribirse en el ininterrumpido intento de derrocar al gobierno venezolano e imponer un régimen títere en Caracas que ha marcado la política exterior de Washington en lo que va del siglo, las expresiones de Dogu muestran un reciente patrón de incontinencia verbal por parte del personal diplomático de la superpotencia. Es muy significativo que se produzcan en los mismos días en que el embajador en México, Ken Salazar, rompió con la prudencia que había caracterizado su gestión y se apuntó al golpeteo local y foráneo a favor de jueces, magistrados y ministros corruptos.» Esta cita señala claramente cómo las recientes declaraciones de la embajadora Dogu en Honduras se alinean con una estrategia más amplia de Estados Unidos en la región. La editorial también destaca no solo la continuidad de los esfuerzos para influir en la política venezolana, sino también el paralelo trazado con la situación en México, donde el embajador Salazar ha adoptado una postura más confrontativa. Recientemente, el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, provocó controversia al cuestionar la reforma judicial en curso, lo que llevó al presidente Andrés Manuel López Obrador a declarar una «pausa» en las relaciones con las embajadas de EE.UU. y Canadá. Así mismo, Venezuela también ha condenado los ataques de Laura Richardson, jefa del Comando Sur del Ejército de EE.UU., contra el país suramericano, acusándola de injerencia en asuntos internos. Estos movimientos denunciados por los Gobiernos y organizaciones sociales en América Latina, se observan como una disposición que busca un aumento de las acciones de desestabilización contra aquellos gobiernos que no se alinean con los intereses de Washington. Resistencia popular y respaldo internacional En medio de las tensiones con Estados Unidos, Honduras recibió hace solo unas semanas un importante respaldo de movimientos sociales y populares de toda América Latina y el Caribe. Durante la II CELAC Social y el XXVII Encuentro del Foro de Sao Paulo, se emitió un documento conocido como la «Declaración de Tegucigalpa«, que ofrece una perspectiva regional sobre la situación en Honduras y los desafíos que enfrenta América Latina. La declaración destaca el liderazgo de la presidenta Xiomara Castro, afirmando que: «Xiomara Castro ha iniciado un profundo programa de reformas sociales y políticas para refundar el Estado hondureño, devolverle su fuerza, reactivar la economía, impulsar la educación y garantizar la vida, la libertad y la paz.» Este respaldo internacional subraya la importancia de las reformas emprendidas por el gobierno hondureño, no solo para el país, sino como un ejemplo de transformación política y social para la región. La Declaración de Tegucigalpa va más allá del caso hondureño y aborda los desafíos compartidos por los países de América Latina y el Caribe. El documento señala que la región sufre: «los efectos destructivos del colonialismo y del imperialismo en sus formas más crueles de violencia, injustos bloqueos y sanciones, golpes de Estado, lawfare y el abuso de las prácticas comerciales monopólicas y del entramado financiero». Crecimiento económico en Honduras Honduras está desafiando su imagen tradicional de «República Bananera» con un notable crecimiento económico y una política exterior más independiente. Este cambio comenzó a finales de 2021 con la elección de Xiomara Castro, la primera mujer presidenta en la historia del país. Desde que asumió el cargo, Castro ha iniciado una transformación de la situación política oligárquica que prevalecía en Honduras, desafiando el statu quo apoyado por fuerzas externas. En un movimiento audaz que desafió la presión persistente de Estados Unidos, el gobierno hondureño estableció formalmente lazos diplomáticos con China en marzo de 2023, señalando una nueva era de diversificación en sus relaciones internacionales. Los resultados de estas políticas ya se están reflejando en la economía. Según el Banco Central hondureño (BCH), el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) mostró un crecimiento impresionante del 4,7% en los primeros cinco meses de 2024. Este índice, crucial para la toma de decisiones de inversión, mide los principales sectores de la actividad económica del país. El BCH destaca un «auge» en varias actividades económicas, impulsado por el aumento de la inversión en maquinaria y equipo de transporte, y el dinamismo en el consumo privado. Los sectores con mayor crecimiento fueron: Intermediación financiera, seguros y fondos de pensiones: 15,1% Construcción privada: 12,8% Electricidad y agua: 7,1% Comercio: 5,7% Hoteles y restaurantes: 4,9% Transporte y almacenamiento: 2,1% Según FocusEconomics, la actividad económica de Honduras registró en junio de 2024 el mejor resultado de su historia. Sin embargo, los datos más recientes muestran algunos desafíos: La actividad económica se mantuvo estable en términos interanuales en junio, un deterioro respecto al aumento del 3,2% de mayo. En términos mensuales, la actividad se mantuvo estable en junio, comparado con una caída del 2,0% en mayo. La tendencia apunta a la baja, con una variación media anual de la actividad económica del 0,0%, por debajo del 4,7% de mayo. La transformación económica de Honduras bajo el liderazgo de Castro no solo desafía las percepciones tradicionales del país, sino que también proporciona un contexto crucial para entender las tensiones actuales con Estados Unidos. A medida que Honduras busca una mayor independencia económica y diversifica sus relaciones internacionales, se enfrenta a presiones externas que amenazan este nuevo camino de desarrollo.
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