Por Mariano NievaMarcelo Iconomidis, creador digital, musicalizador y uno de los mentores de Peter Capusotto y sus videos, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre su particular relación con el mundo de la televisión y sus espacios dedicados al humor y la música.
APU: Doce temporadas de Peter Capusotto y sus videos que arrancó casi como un juego, con Diego, mirando una colección de VHS que tenés. Marcelo Iconomidis: Supongo que sí. Hacíamos trasnoche mirando lo que en ese momento era MTV y hacíamos parodias de los vídeos que veíamos. Justo el otro día, en un seminario de la UNA que estoy haciendo sobre digitalización, restauración y conservación, con el docente hablábamos de que empecé digitalizando solo cinta analógica porque tenía mucho material en VHS, se podía perder y no se sabía mucho. Así empecé a interiorizarme en foros extranjeros de cómo hacer para digitalizar, pude comprar una capturadora y con lo que tenía fui primero salvaguardando ese material que, tres años después, las compañías sacaron DVDs de la cinta master. Pero en ese momento nos reuníamos y veíamos mucho material que no pudimos ver cuando éramos jóvenes porque no había forma de acceder. Todo lo que era 60/70 del Beat Club Alemán, lo que era BBC, sobre todo la BBC 4 que trabajaba el tema de la música. Entre el 67 y más o menos 1985 había muy poco material fílmico a disposición, sobre todo si no tenías acceso económico. Después, en la década del 90 tuve disquerías y todo el material de VHS que podía conseguir original, sobre todo vía Europa, lo iba guardando y hacía copias de eso. Después, fue digitalizarlo y medio jugando armábamos como la contraposición de MTV. Pasaban Meat Loaf, el decadente melódico de la década del 90, y nosotros veíamos Johnny Winter del 73 en un lugar medio “margineta” o Jefferson Airplane del año 67. Estamos hablando a la etapa anterior a la gran explosión de Youtube, porque después ya todo el material fue subido a las redes en diferentes calidades de compresión, con lo que sea, pero vos lo podías mirar. Entre el 80 y el 81, en el Luna Park se juntaban 5.000, 7.000 personas para ver a Yes, Génesis, Emerson Lake & Palmer, Deep Purple, a ver un concierto filmado como si fuera en vivo. La escasez era tal que cualquier cosa que estuviera, servía como para tener una referencia de lo que uno escuchaba y no veía. Lo único que veía era una tapa. APU: Una característica que tenía tu propuesta visual para la primera etapa de tu trabajo en Peter Capusotto, es que vos no ponías clips, eran todos videos en vivo ¿Eso estuvo pensado? M.I.: Eso lo charlamos con Pedro, sobre todo. Diego (Capusotto) siempre quiso ver el programa los lunes y sorprenderse, no quería ninguna pista. Él tiene una cosa bastante arqueológica como tengo yo respecto de las búsquedas musicales o de otra cosa que devele alguna historia detrás. Con Pedro (Saborido) sí lo hablamos porque a mí no me cerraba poner el videoclip ya que era muy MTV, y a él tampoco. La verdad que tenía mucho films con conciertos enteros, entonces se trataba de traquear lo que a mí me parecía, nunca tuve ningún tipo de condicionamiento. Eso te generaba, por un lado, ciertos problemas y por otro ciertas satisfacciones, como pasa siempre. En algunos momentos, eso enriquecía cierto feedback cuando todavía no existía, estamos hablando que en ese momento la comunicación se daba por MySpace y no era precisamente muy fluida como hoy. Uno, por ahí, recepcionaba cosas como teléfono descompuesto. Ya en la segunda etapa, empecé a hacer realizaciones de una escena o no escena o protoescena (de los 80 hasta acá, en el rock argentino es muy difícil encontrar escenas como uno piensa que es una musical dentro de los géneros o de una historia del rock a nivel internacional), algo parecido que había. He trabajado con mucha precariedad, pero era un momento político que permitía poder generar esa protoescena. Concretamente, había un mango más en la calle, lo cual permite ciertas licencias, incluso en lo musical. Para mí también, como “pone videos” (odio gestor cultural, curador y toda esa cosa), y me parecía que ahí había toda una música de rock argentino y sus derivaciones, se pudo poner esa escena que para mí era una asignatura pendiente. Empecé a hacer mis propias realizaciones, había editado y había hecho algunas cosas hacía muchísimas décadas atrás, y el tema digital me permitió moverme dentro de ese mundo. APU: Estamos hablando de lo que se llamó Indie, que aparece después de Cromañón. M.I.: A mí esa escena me gusta llamarla postCromañón más que independiente o underground. Porque el postCromañón modificó formatos al desaparecer durante mucho tiempo la batería, eso implica una modificación sonora del lenguaje musical y un montón de cuestiones que yo veía que existían. En esa protoescena de la cual nos estamos refiriendo, muchos de los lugares eran clandestinos, no se habilitaba nada después de Cromañón. Nada de lo que oliera a rock iba a ser habilitado como lugar para tocar. Más o menos a partir del 2012 se volvió a incorporar un formato de otro volumen, pero tampoco saliéndose demasiado. Y en ese momento, cambiaron mucho los horarios de las bandas, se tocaba más temprano. APU: Peter Capusotto trae, de alguna manera, el otro costado del rock, que no solamente es fiesta, también puede ser algo peligroso. M.I.: Tragedia y comedia, las dos cosas. El programa, en la parte artística, era un ajuste de cuentas de nuestra generación con las cosas con las cuales nos habíamos criado. Era, también, bastante iconoclasta, había que tirar toda esa cosa para volver a hacer. La parte musical del video balanceaba un poco mostrando que el rock no era solo Pomelo. Pomelo es una etapa, después hay que tener algo para decir. El que decía que no era Pomelo, mentía. Yo también lo fui, el tema es ponerle fecha de vencimiento porque si se te alarga la fecha de vencimiento de Pomelo, la música pasa a cualquier otro plano. Aparte, Pomelo no tocaba, era la gran ironía. Al nacer el rock con la imagen, con la escena, el frontman, era muy probable que tuviera esa tara. Algo que no pasé en el programa es un género que me gusta mucho, pero que es muy difícil visualmente: el heavy metal. No puedo ver prácticamente un concierto de bandas que me gustan mucho porque hay toda una apuesta en escena que, en algún punto, me termina molestando. Es la contradicción de un género que hoy estoy revisitando bastante, porque a veces los tiempos políticos hacen que sea el único lugar que te queda para el arte. APU: ¿Toda esa imagen, esas grandes pantallas, estadios gigantes hacen que se pierda un poco el hecho artístico? M.I.: Si, pero también porque en algún momento yo abandoné el rock de estadios. Fue en los 90, no me sentía cómodo yendo a ver a artistas que esperé toda mi vida para verlos. Tenía como una transpolación temporal. Estaba viendo a David Bowie en River, con Adrian Belew en guitarra y decía “puedo ver a Bowie y sin embargo, me hubiese gustado tanto verlo en Prix D´Ami y no acá” Eso era imposible en los 90 y me terminé corriendo, pero porque yo también tenía otra edad y ahí empecé a seguir buscando las cosas en los sucuchos donde pasa algo, donde algo empieza. Después puede ser que no termine, pero siempre hay una vena de que algo va a pasar. APU: Uno vio a Peter Capusotto, antes de la explosión de las redes sociales, en la Televisión Pública y Canal 9 ¿Hubo algún intento de los canales mainstream para llevarse el producto? M.I.: No manejaba eso y solo sé por ciertos rumores que hubo. Calculo que el productor del programa estaba más al tanto de eso. Esto es una opinión personal de cosas que he hablado en algún momento con Pedro y Diego, pero me parece que la intención nunca fue esa sino permanecer como el grupo de rock que siempre empieza, no que corona algo en un estadio. Nos agarra a todos en una edad bastante más grande como para pensar en cierta proyección que la podés pensar a los 20 o a los 30. Calculo que también tiene que ver con la sobreexposición de la que venía Diego con Todo por dos pesos. Era como bajar o empezar de cero, otra vez. El programa iba por ahí, “me quedo acá”. Aparte que en un momento empezó a rebotar mucho, tuvo mucha exposición, sobre todo para quien ponía la cara, que era Diego. Y se volvió a ese lugar que había que estar y siempre en la Televisión Pública. APU: Una toma de posición. M.I.: Sinceramente, no intervenía mucho en eso. Podía opinar casi como si fuera alguien ajeno al programa, no pertenecía a un círculo áulico de decisiones. Eso sí, nunca tuve condicionamientos. APU: De hecho, por lo que vos contabas, Diego tiene una gran confianza en ustedes. M.I.: A mí me encantaba cuando un lunes ponía un tema free jazz, o algo muy enrevesado, y al otro día se escuchaba gente que puteaba. “¿Por qué no poné lo redondo?”. Tenía un placer tan grande, pero porque la idea era acercar ciertas músicas que no llegan por la industria, por el mercado, o llegan porque se han ganado realmente el mote de populares a partir de una construcción de muchos años. Ya estaban ahí, no les hacía falta. Lo que pasaba era que tenían una identificación no solo con la artística, de reírse, sino también en lo musical porque necesitaban estar integrados también en eso. Para mí, la música de Peter Capusotto era jugar un poco a que hay otro sonido. APU: ¿Por eso y quizás porque los personajes fueron ganando cada vez más terreno es que se le quitó el subtítulo de “un programa de rock”? M.I.: No lo sé, realmente, pero se quitó al final de todo. Siempre siguió siéndolo, nunca se perdió. Por lo menos es lo que charlaba con ellos, que seguía siendo un programa de rock, más allá de que los personajes fueron derivando a otros lugares. Pero derivaron en el desarrollo, no en su origen. Micki Vainilla fue otra cosa, pero siempre cerraba diciendo “yo solo toco pop” Y Bombita Rodríguez era la respuesta setentosa a Palito Ortega, que en realidad ya lo había hecho de otra manera Paco Urondo con la película Pajarito Gómez, dirigida por Rodolfo Kuhn, en la que parece un personaje que es un Palito Ortega a lo Paco Urondo, con esa cosa de lo popular, pero a su vez entregado a ciertas miserias ideológicas. Bombita Rodríguez empezó siendo eso, un cantante, después termina siendo un icono de otra cuestión. APU: Otra etapa maravillosa, ya sobre el final, es “La línea de Zeus”, que aparece en tiempos de otros lenguajes, cuando el programa estalla en redes sociales. M.I.: Un poco por eso, otro poco porque pasa a la señal de Turner, que no quiere pagar derechos sobre los músicos, una cuestión legal, entonces tenía que reformatear. Yo también quería hacer otra cosa, contar ciertas historias que se cruzaran, que la música fuera una excusa para contar otra cosa, que fuera no lo primordial, lo que está delante, sino lo que está por atrás. Como una especie de sociología de la música sin tanta aspiración. Con la rapidez del collage y de la velocidad de los medios, tratar por lo menos de dejar ciertos interrogantes. Y que tuviera el golpe efectivo de un cortometraje. Algunos capítulos lo logré y en otros no tanto. Tampoco tuvo tiempo de maduración porque al otro año, el programa no salió más. Probablemente hubiese derivado en otra cosa u otra manera de contar. Hubo que hacerlo muy rápido. Fue trabajoso porque se arregla con Turner y a los 15 días había que salir. A “La línea de Zeus” la escribía, la narraba, hacía los collages, los cortes de PNG, después lo editaba y la musicalizaba. Era mucho trabajo para una sola persona, pero eran los medios que habían y aparte porque lo quería hacer, esta otra cosa un poco más narrativa. APU: No solo había música, sino un contexto social, cultural, donde agarrabas un personaje y lo desmenuzabas o conocíamos música Tuareg, por ejemplo. M.I.: Terminó viniendo Bombino, acá, que se conoció por el programa, no se conoció por otro lado. No fui a Niceto, encima, me habían invitado y me negué a ir, un boludo total (risas). No me negué, pero no sé que tenía que hacer ese día, capaz jugaba Racing. Me dije “lo veré en otro momento”. No lo ves más, después. Bombino, un Tuareg, ¿va a venir de vuelta para acá? Igual, ya es un hombre mainstream, que grabó en Los Ángeles. Lo conocí viendo un concierto, creo que los festivales psicodélicos de Austin, toda una frikiada donde aparece Bombino en el medio de ese revoleo, un terrorista con turbante (para un yankee, cualquiera que tenga un turbante es terrorista). Creo que vino por ahí, en un lugar de rejunte de experimentos musicales, donde todavía no había tanta mediatización global como hoy, había que buscar un poco más. APU: ¿Qué te pasa con la música urbana? M.I.: No estoy tan empapado en eso, conozco algunos artistas. Son esos bordes arenosos que permiten este tipo de fusiones, que siempre pasaron. A mí me encantan los collage en la música en la medida que a esos pliegues no se le note la costura. Me parece que hay logros, el disco de Katriel, Barro, no se le nota. Es por ahí donde me emociona o le paro la oreja. Se nota mucho talento, independientemente del resultado y eso es lo fino que me gusta. De los cruces entre tipos grosos como Mollo con grosos del trap y del rap, pueden salir cosas interesantes o no, no tengo siquiera un principio de autoridad para hablar sobre ellos. APU: De este producto maravilloso que ha quedado para siempre, no vamos a saber si habrá una temporada número 13 ¿vos no sabés nada, por ahora? M.I.: No tengo idea, hoy mi laburo es otro, sigue relacionado al tema audiovisual, pero es otro. Habría que ver qué, también, porque ha cambiado mucho la velocidad de los medios, de una manera estrepitosa, con lo cual no sabes cuál sería el formato. Habría que ver, la verdad que ni lo pensé. Sí, tengo cierto formato que me gustaría desarrollar, pero tendría que estar en el marco de esos formatos audiovisuales.
|